Por Mariano Sierra:
Del dicho al hecho hay voluntad política, hay gobierno con
principios, hay palabras y acciones.
Los discursos retóricos confunden y dilapidan el sentido
social. Hoy es frecuente que nuestros gobernantes, y pastores de iglesias y
políticos proliferen este género literario para impresionar a los gobernados
creando una profanación del sentido de gobernanza al igual que a su
lenguaje. Gobernar es darnos al otro
dentro del más hondo espíritu humanista. La política como el gran arte
ordenador social en favor de una comunidad que busca el bien común, no puede
ser motivo de desviarse en sus objetivos para mostrar unos procesos o una
programática ejecución social adornando los hechos con mentiras.
La retórica no permite aligerar la carga del sufriente. La
retórica en todas sus veces hace perder la identidad. Adornar los mensajes
sociales profanan, vuelve más infeliz al necesitado. La retórica, su
profundidad hipócrita con la que se nos promete la gobernanza construye el sin
sentido del estado. El discurso retorico, populista y florido con el cinismo
del adorno tiene el lema del juego de palabras, con ese lenguaje profano para
anunciar las cortinas de humo o para expandir los círculos viciosos.
La estrategia es burlona, es eficaz para los fines de
quienes la profesan. La retórica del gobernante y del político esta atiborrada
de diagnósticos confusos, las formulaciones no pertenecen al ámbito social. Ese
disenso retorico entorpece todo acto de estado, rechaza el querer social. El
discurso retorico de la gobernanza es un proceso histórico de doble moral.
El uso de la retórica dentro del contexto de gobierno, es la
cultura de la apariencia, de maquillar la realidad y así mostrarse a la
comunidad. La retórica es un elemento más del engaño de las gobernanzas. Esta
técnica disfraza los programas de desarrollo, reforzados con demagogia, cuyo
fin es hacer que la comunidad tenga un matiz positivo de lo que se anuncia-
El discurso político es una burla programada, más aún cuando
estos discursos han sido producto de la exhumación de la retórica que los
engalana, pero su frivolidad esta inserta en su contenido con un descaro
cínico. Con el uso del lenguaje retorico, el orador cual sea, se considera un
estratega con el florido de las palabras y al decir de algunos doctrinantes son
la vía para tergiversar los hechos-
Con la retórica, la comunicación se realza negativamente
para asumir un dominio social para disuadir situaciones obteniendo lo que se
quiere. Cuando se acude a la retórica permite en la profundidad de su sentido
con su uso perverso, diferenciar lo injusto con lo noble. Aristóteles ya lo
decía que los recursos del lenguaje es un elemento que está en la vía para los
deseos personales o transmitir un pensar adverso.
Y es que la retórica
del engaño cubre muchos escenarios de la vida. Por ejemplo, la vemos deambular
por las esferas religiosas como a través de ella todo tipo de pastores y
líderes adornan sus homilías y encuentros con el difuso lenguaje lleno de miedo
y castigo haciéndole difícil el discernimiento a su grey, facilitando la
sumisión sin razones, permaneciendo en el oscurantismo.
Y a nuestros jueces, doctrinantes y abogados que deslizan su
oralidad y su pluma también con la retórica de la incomprensión y del devenir
por los laberintos del derecho que a veces a ellos mismos les hace difícil
salir, mostrándose como grandes eruditos de la ley y el derecho, que bien les
cae leer, practicar y conocer el libro de las Sentencias del juez Magnaud. Que
bien que disciernan la construcción del lenguaje sencillo y claro, de las defensas
justas y lo erudito de su humildad, de lo discreto, de su honradez conque
asumía los procesos con dignidad y justicia, de sentido humanista que no
entendía la exegesis normativa, pero si la razón del otro. Con hombres así se
recupera la fe en el derecho y la fuerza de la justicia verdadera.
El contenido de la retórica es irónico, supone un holocausto
que bloquea el bien común, mientras que favorece otras latitudes sociales. Todo
el devenir del gobierno cabalga a lomo de la retórica como un nuevo lenguaje
sociopolítico. El lenguaje retorico es una forma de gestión por el cual se
quiere demostrar la perfección de la ficción de los compromisos sociales.
La retórica en manos de perversos gobernantes, líderes y
políticos se cataloga de monstruosa, predica Jacob Burckhart. No es querer descalificar la figura que
siempre ha tenido el valor de realzar gestiones humanas sino de descalificar su
mal y perverso uso por miembros sociales y de gestión pública para persuadir y disfrazar
hechos, lo que a veces se quiera poner en decadencia.
Los órganos de poder no entienden la dialéctica de la
liberación. De allí que den rienda suelta a hacer uso de la retórica,
conciencia del engaño y ausencia de desarrollo que producen el sentir de las
contradicciones, falacias que esconden la verdad. A esas contradicciones
retoricas se les derrota con el lenguaje puro de la liberación. Que ironía como
muchos hoy en día basados en el lenguaje retorico del malestar viven
convencidos que el mundo va bien, que el país crece, pero no se ve.
La sociedad hoy quiere hablar de paz, de no violencia, pero
hay otras elites sociales que buscan hablar del hombre en otros contextos. Esos
son los positivistas que no entienden la libertad limpia, solo entienden el
poder dominante y los hechos que generan desigualdades, indiferencias. El
lenguaje del dialogo se volvió una ficción, por lo tanto, hay que enfrentar a
quienes nos enfrentan unos a otros.
Todo cambio, toda revolución social, busca la unidad, siendo
este devenir una forma de lenguaje, de comunicación, porque la comunicación es
social, es obra humana que se encuentra inserta en las conductas de toda una
comunidad. La comunicación sirve en la medida que exterioriza sentido de vida,
de verdad, de hechos realizables, de programas de gestión pública y privada.
La retórica o esa
comunicación que todos los días convive con nosotros que hace parte de nuestro
vivir, les sirve también a los poderes...decía ... Mark Thomson. para abrir
caminos llenos de trampas, de componendas, de desacuerdos, de incumplimientos.
Recordemos de nuevo a Mac Luhan cuando nos dice que ...el lenguaje como tal no
importa, importara los efectos acompañados de la forma y la acción... Con la
comunicación oral o escrita se violan los derechos, se viola el estado de
derecho en toda su dimensión ética, jurídica y constitucional.
Una comunicación o discurso con sentido será aquel que pueda
ser comprendido, esto es, que el lenguaje sea claro, veraz y la coherencia
resalte plenamente. Para nadie es un misterio que Jesús en su proceso evangélico
utilizo un lenguaje sencillo al alcance de todos sus seguidores, Jesús no
escondió sus principios, ni sus pensamientos, su oralidad se precisa fuera de
confusiones, patrañas, mentiras, o adornos acomodados, a tal medida que hoy sus
palabras perduran con más fuerza, con más coherencia, claridad, verdad,
justicia y amor.
Esta reflexión es una convocatoria para que aquellos que se
dicen demócratas vayan más allá del lenguaje promesero y deshagan sus
ambiciones que les impide hacer gestión de bien común. Vivimos la democracia de
ficción que se desarrolla por medio de la comunicación y la palabra que atrapa
la verdad impulsando la mentira.
. No obstante, las perversidades populistas, la razón de la
democracia está latente para asumir las contiendas participando sin temores en
los debates políticos y sociales. Los términos políticos y sociales son los
apropiados en este protocolo. Los políticos nunca son claros pues ellos están
siempre en busca de encubrir sus propios actos con expresiones polarizadas al verdadero
sentir, y lo social es el gran
afectado, el gran perjudicado por las infracciones políticas-
Cuando la retórica es usada por políticos y líderes públicos
o sociales no conlleva a realizaciones de gestión práctica. No se cumple la ley
de que la palabra sin acción es infecunda, es una cortina de humo, todo es una
ficción. El poder de la palabra penetra todos los confines humanos y su
entorno, pero no podemos hacer uso de ella para maquillar las realidades, para
hacer abstracciones sucias.
La retórica deformada es un laberinto de trucos verbales que
envolatan con argumentos baladíes las expectativas de una comunidad débil y tortuosa donde la
labia hace furor imaginario en cabeza de unos administradores públicos. En
términos de biopolítica la retórica social busca medir el cómo se puede manejar
el gobernar para que el colectivo comunitario logre interrelacionarse para
conseguir las oportunidades propias de desarrollo. Mark Thompson nos llama la atención
diciéndonos... El lenguaje público está perdiendo capacidad real de explicar y
concretar con la gente....
..
Mark Thomson de otro lado nos explica que... La retórica
política es dudosa, que manipula. Domina y en vez de presentar debates honestos
entre los medios y los políticos caracteriza la desconfianza y la
apatía...... Es típico que la retórica
nefasta siempre emprende acciones de conciliación confusa.
No se encuentra en la política del país un lenguaje social y
democrático que se comprometa a llevar a cabo programas de gestión pública que
proyecten cambios y en especial un bien común contra las injusticias que se
viven. Urge un lenguaje desintoxicado, libre de marginaciones y lavados de
manos. No mas gobierno de ficción, ni de retórica autoritaria, ni de aptitudes
de gestión arrogante ante las realidades del país. La comunidad de gobernados
requiere mensajes claros, sin divagaciones, mensajes que sean prácticos en la
ejecución del cumplimiento constitucional.
La obesidad de la información. Su uso irresponsable por las
redes sociales, está generando virus social y político que se expande hasta
llegar al clímax que sobrepasa las consecuencias. Las redes sociales, cada una
con sus respectivos intereses personales, penetra en la sociedad haciéndole
perder sus razones y toda objetividad, produciendo un mundo de hiper ansiedad y
de hiper fantasía, de hiper actitud de poder, de desengaño y confusión para que
una sociedad se canse y se vuelva apática.
Pero esta apatía también cansa estando latente un
desencadenamiento por llegar que enfrentara lenguajes, de una parte, el
lenguaje retorico-opresor y de otro lado el lenguaje de la liberación
social. Otro lenguaje también predomina.
El lenguaje de lo prohibido, de la coacción, frente al lenguaje del sí se
puede, de lo posible, el lenguaje del pueblo donde existe el poder del pueblo.
El lenguaje retorico de un estado fallido se suma a la
expresión falsa que con su entonación represiva pareciera predicar el silencio
y el olvido social. Con lenguaje retorico y conmovedor lleno de incertidumbres
no se gobierna ni se administra una nación, solo se polariza provocando crisis
de todo talante en todas las esferas políticas y sociales.
Gobernantes, políticos, pastores y líderes sociales, ustedes
han abrazado el lenguaje retorico olvidando la verdad para adherirse al
lenguaje. Los problemas y programas de gestión se tratan mediante una locuaz
comunicación que sobresalta los ánimos para calmar las emociones de una
comunidad necesitada ávida, para que un estado les dé solución a sus asuntos.
Hoy los escenarios de gobierno se sostienen en un medio como el retorico para
crear apariencias de estado que con habilidad silencian al otro, controlando
poderes. Esta técnica con sus arabescos seductores y persuasivos hacen perder
la voz comunitaria y su actuar social. El futuro de la comunidad se encamina a
desenmascarar a los farsantes que nos conducen con la retórica a la apariencia
y el engaño para gobernar y para ello hay que proferir denuncias, revocatorias
y sanciones por no ejercer sus funciones.
marsblawyer@gmail.com
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