Por Jorge Aniceto Molinari:
Cuando en setiembre del 2013, el entonces presidente José
Mujica, hacía su exposición ante la Asamblea General de las Naciones Unidas
(ONU), no fueron pocos los amigos que me felicitaban porque el presidente de la
República había abordado a nivel del mundo aquellos puntos por los cuales venía
bregando en cada una de las oportunidades que me era posible.
No faltó quién a nivel de chanza me dijera: “se lo
redactaste vos” y en verdad que me entusiasmaba que al fin los centros de la
crisis irreversible en la predominancia del modo de producción capitalista eran
abordados en el estrado de la máxima Institución ecuménica; antes lo había
intentando con una carta dirigida al entonces presidente electo Barack Obama,
de la que no había obtenido respuesta (*).
No conozco las causas por las cuales el entonces presidente
Mujica llegó al foro de la ONU con un planteo que iba al corazón de la crisis y
luego no volviera sobre él. Tampoco he tenido oportunidad de conversarlo
directamente con él o con sus allegados más próximos. Me consta que están ahora
en otra cosa, incluso su agrupación política ha venido reivindicada la renta
básica universal, que si bien puede ser en determinadas circunstancias un
paliativo como lo son las estatizaciones o las propias cooperativas cuando se
cierran las posibilidades de trabajo a resolver en una coyuntura, no son las que
en su momento planteó en la ONU. Y esto porque no son una solución en si misma
cuando la crisis llega al funcionamiento de todo el aparato productivo.
¿Qué es lo que más duele de todo esto?: que la crisis avanza
y la necesidad de un programa para resolverla e iniciar una transición es
imperiosa.
En el Uruguay, la segunda planta de celulosa de UPM, y el
restablecimiento a pleno de las líneas centrales del ferrocarril, auguran el
poder tirar la crisis para adelante. No es sencillo porque los cuestionamientos
tienen base en muchas cosas que hoy están pasando con el medio ambiente aún
cuando no tengan una respuesta alternativa para poder hacer funcionar al país
en las condiciones actuales de un cierto crecimiento dentro del capitalismo, lo
que no es poco comparado con la crisis que nos rodea particularmente en Brasil
y Argentina.
A lo que hay que agregarle el deterioro general de la
economía, que no se detiene en las fronteras de ningún país. Es cierto el éxito
de Trump parando el no crecimiento de su PBI (Producto Bruto Interno) y
obteniendo una reactivación superior al 3% no es poca cosa, pero si analizamos
a costa de que se ha obtenido, llegaremos sin dificultades a la conclusión de
que los próximos meses pueden llegar a ser dramáticos, aún con la reelección.
Con los episodios además de la industria de guerra que como todos los demás
conglomerados industriales importantes no solo están radicados en EE.UU. y su
manejo político forma parte de la constante agravación de la crisis.
Sé también que los economistas de más renombre y los
dirigentes políticos más destacados no gustan hablar de esto temas. Hacen
descripciones y diagnósticos, pero omiten hacer proyecciones para la aplicación
de sus posibles propuestas o a lo sumo describen un mundo ideal.
El gigante asiático y su partido Comunista, empujan la
economía capitalista mundial, pero somos contestes que eso tiene límites y que
ya no están tan lejano.
No se puede mover el aparato productivo con el objetivo de
la rentabilidad si la organización económica del mundo está regida por la
predominancia capitalista que se aferra al juego de las monedas y de los
impuestos al consumo, al trabajo y a las pensiones, mientras las economías se
endeudan cada vez más y los paraísos fiscales no paran de crecer en su aumento
demencial.
Mujica en la ONU atacó esos centros, muchos en el mundo lo
aplaudieron, pero aún no existe la voluntad política de abrir el debate sobre
esos temas.
Mientras tanto sin llevarse un centésimo a sus bolsillos ha
demostrado ser un pésimo administrador en las normas que el capitalismo exige
para su funcionamiento, aún cuando hoy este esté lleno de vicios y costumbres
que lo envilecen permanentemente.
Cuando la Presidencia del Dr. Jorge Batlle –tampoco él se
llevó un centésimo a sus bolsillos- ocurrió algo similar con otro signo, la
economía bancaria era un caos y los millones pasaban por los asientos contables
–públicos y no públicos- rumbo a los paraísos fiscales, sin que el gobierno
atinara a ninguna medida, y lo más grave aún es que los economistas y políticos
que estaban en el centro del problema tampoco atinaban a nada.
Recordemos que una de las grandes virtudes del gobierno de
Batlle es que, perdido por perdido, haber confiado la conducción del país para
encarar la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a un líder
sindical del gremio bancario: Juan José Ramos, que asociado a un líder político
moralmente sano: el Dr. Alejandro Atchugarry, y un excelente equipo, encararon
con fuerza y energía la defensa de la economía del país en esas negociaciones.
Pero entonces como ahora hablamos de lo inmediato, como por
ejemplo el déficit fiscal, pero no hay una sola idea de cómo encarar una realidad
que inexorablemente comienza a mostrar sus rasgos negativos.
Mujica en la ONU insinuó un camino, pero en la vida ha
transitado otro. Lo grave es que aquí en el Uruguay el Frente Amplio en el
gobierno no está en condiciones de ser sustituido con ventajas para el país, es
más, la campaña electoral actual tiene un objetivo, todos quieren aumentar sus
cargos en el aparato político del Estado, pero nadie honestamente en la
oposición pretende la ejecución de las políticas con un candidato presidencial
creíble.
Ahora no es sólo un fenómeno nuestro en el Uruguay está
pasando prácticamente en una enorme cantidad de países. En EE.UU. ocurre con
Trump y se va a agravar cuando las condicionantes de su política actual
acentúen la crisis de los conglomerados empresariales multinacionales que
tienen su matriz de origen en ese país. En Argentina con Cristina Fernández que
pone el centro en que la economía argentina se debe amurallar como la de EE.UU.
o la crisis de Bolsonaro en que frente a los cuestionamientos ha recordado que
es militar y no político y que en ese marco no tiene respuestas razonables a
las inquietudes de los empresarios que primero respaldaron a Lula y luego lo
derribaron y hoy no ocultan su malestar.
Con esta realidad, seguimos afirmando que están todas las
condiciones humanas y tecnológicas para cerrar en paz la etapa de predominancia
del capitalismo e iniciar una transición, para la cual se exige la construcción
de una voluntad política plasmada en un programa. Programa sobre cuyos puntos
fundamentales venimos insistiendo.
(*) Carta a Obama:
Montevideo, 11 de diciembre de 2008.
Señor Presidente Electo
de los Estados Unidos de
Norte América.
Don Barack Obama
Presente.
Con mi mayor estima:
En mi condición de ciudadano de Uruguay, nacido en Paysandú
hace 69 años, con 38 años de trabajo bancario ahora jubilado, y desempeñándome
actualmente como Consejero Secretario Adjunto del Consejo Honorario de la Caja
de Jubilaciones y Pensiones Bancarias, con una extensa actividad militante,
política y sindical en el ámbito de mi país, hijo mayor de un humilde
carpintero, me tomo el atrevimiento que espero sepa disculpar, de dirigirme a
Ud.
En primer lugar, para desearle el mejor gobierno posible,
por su pueblo y por todos los pueblos del mundo.
No es mi deseo reclamar ni reivindicar nada. Todo lo que ha
vivido la humanidad es importante; seguramente estudiosos de todas las ramas
del saber científico encontrarán en ellas material para ayudarnos a transitar
el futuro y harán justicia con cada uno de los hechos ocurridos y
transcurridos.
Pero mi intención es llegar a Ud. para señalarle algunos
aspectos que considero fundamentales para que la humanidad supere esta crisis
que sin duda es la mayor de la historia.
Hay gentes que lo tienen todo claro; de un lado están los
buenos y del otro los malos. - No es mi
caso. Pero sí creo que las circunstancias nos ponen a cada uno en situaciones
de decidir, como en su caso, la suerte de millones de seres humanos.
Así como un médico debe decidir la suerte de su paciente, el
presidente de los EE.UU., decide con sus acciones la suerte de millones de
seres humanos en el planeta.
Mi preocupación es qué debe y qué puede hacer Ud. para
cambiar en beneficio de la gente una situación tremendamente crítica de un
avance prodigioso en materia científica en medio de la mayor crisis de la
historia.
Permítame pues en medio de la incredulidad de la inmensa
mayoría de la inteligencia moderna, proponerle dos medidas que para mí son
sustanciales para un giro en la historia humana.
Una, la necesidad de un signo monetario único universal,
aspiración de Lord Keynes a la salida de la segunda guerra mundial. - Así como
existe universalmente el metro, el kilo, el litro, debe existir una unidad
monetaria única.
Sé que lograr esto es una dura batalla, pero vale la pena
encararla, sobre todo para los pobres del mundo, que son en última instancia
los que no tienen medios para defenderse de su manejo y resultan ser las
víctimas de sus ajustes. -
La segunda, directamente vinculada con la primera, es la
necesidad de cambiar radicalmente los sistemas impositivos del mundo. - La
revolución técnico-científica permite hoy registrar totalmente los movimientos
de dinero, y es sobre ellos que hay que aplicar la carga tributaria y eliminar
los impuestos al consumo y al trabajo.
Los inmensos recursos genuinos que este cambio impositivo
genere podrán ser utilizados en beneficio de la humanidad y con la intervención
democrática de la sociedad. Se estará entonces en condiciones de transformar en
jardines, lo que hoy son las residencias donde padecen la mayor parte de
nuestros hermanos. Se estará en condiciones de transformar la vida humana.
Claro está que para la aplicación de estas medidas
necesitamos más que nunca afirmar una política plena de paz y democracia, de
desarrollo de todas las instituciones que la sociedad se ha ido dando a través
de su avance.
Estas medidas son las centrales, todo lo demás gira en torno
a ellas; los paraísos fiscales, el lavado de dinero, la droga, la corrupción,
la guerra, todas las formas de esclavitud, podrán ser controladas y superadas
si el pueblo tiene estos instrumentos fundamentales para avanzar.
La tremenda amenaza que para el mundo significa la actual
crisis económica, con la fractura social más grande de la historia, que impide
el acceso de gran parte de la humanidad a los formidables avances que se han
dado en todos los campos del conocimiento, sólo puede revertirse volviendo a la
economía real.
El ejercicio pleno de la libertad humana parte del
equilibrio y la justicia del sistema económico, hoy como nunca antes en la
historia humana un presidente de EE.UU., está en condiciones de dar pasos para
un giro gigantesco en la historia de la humanidad.
He escuchado y leído sus discursos, creo en su palabra, y
sobretodo en la emoción de su pueblo que también es el mío en tanto ciudadanos
del mundo.
Lo mejor está por venir. Con todos mis respetos:
sipagola@adinet.com.uy
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