Por Tony López R:
El pasado 27 de mayo, se cumplieron 55 años del nacimiento
de las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia (FARC), organización
guerrillera colombiana, integrada por un pequeño grupo de hombres y mujeres
que, ante la injusta, abusiva y criminal política del gobierno conservador de
Guillermo León Valencia, habían tomado las armas para defender sus pequeñas
parcelas, en intricadas zonas de los departamentos del Tolima, Cauca y Huila y
el Caquetá
Territorios que se hicieron famosos y blanco de la
oligarquía colombiana cuando el senador Álvaro Gómez Hurtado, en noviembre de
1961 en las sesiones del Congreso denunció la existencia de unas “republicas
independientes” que según este dirigente conservador amenazaban la seguridad
Nacional.
Gómez Hurtado se refería a los poblados de Sumapaz,
Planadas, Rio Chiquito, Guayabero y Marquetalia, entre otros. Fue está
denuncia, la que lleva al gobierno colombiano con el apoyo de Estados Unidos, a
diseñar una operación militar contra los territorios donde los campesinos se
habían organizados como autodefensas frente a los abusos de la oligarquía
agraria apoyada por el Gobierno.
Marquetalia, fue el primer blanco de las fuerzas militares
colombianas, con un fuerte apoyo de la fuerzas y oficialidad de Estados Unidos,
y tomó el nombre de Operación Soberanía o Plan Laso. (Latin America Security
Operation), la cual comenzó el 18 de mayo de 1964, el primer enfrentamiento se
produjo en un lugar conocido como La Floresta el 27 de mayo, fecha que fue
tomada por el pequeño destacamento, como el nacimiento de las Fuerzas Armadas
Revolucionaria de Colombia (FARC).
El destacamento liderado por Pedro Antonio Marín, quien
después tomaría el nombre de Manuel Marulanda Vélez, en homenaje al líder
sindicalista y comunista asesinado en 1950 bajo la dictadura de Laureano Gómez,
por efectivos del Servicio de Inteligencia Colombiana, (SIC) en Bogotá.
A partir del combate en La Floresta, los integrantes de este
destacamento, integrado por campesinos, decidieron evacuar sus familias y
presentarle combate a las Fuerzas Militares, que dirigidas por el coronel José
Joaquín Matallana, solo pudo llegar al poblado el 14 de junio, casi 20 días
después del combate del 27 de mayo. Las tropas gubernamentales solo encontraron
cenizas pues, lo pobladores prefirieron incendiar sus viviendas irse al monte e
incorporarse a la lucha antes que entregarse.
Bajo el concepto de la unidad, levantado no solo por Manuel
Marulanda, sino también por los fundadores de ese movimiento como lo fueron
Isaías Pardo, Isauro Yosa, Jacobo Arenas, Jaime Guaracas y Hernando González,
todos de filiación comunista, se decidió hacer la guerra de guerrilla y
convertirse en un Movimiento armado, para la conquista del poder y llevar a
cabo una Revolución de carácter Nacional Liberadora, eran apenas 48 hombres y
mujeres y no fueron derrotados por una fuerzas de 16,000 hombres, asesorados por altos oficiales
estadounidenses.
Solo la unidad,
planteaba Marulanda, será la que
permitirá un triunfo popular y que revolucione la sociedad colombiana, que
elimine la exclusión, erradique la pobreza, que se edifique una sociedad basada
en la justicia social, que todos los colombianos y colombianas tengan acceso a
la salud, la educación, la cultura el deporte y una vida digna, eso siempre
será el objetivo de las FARC y así siempre debe ser, eso fue lo que dijo en
Villa Nora, municipio de San Vicente del Caguan, el 8 de enero de 1999, cuando
se reunió con los delegados extranjeros que habían asistido a la inauguración
de los diálogos de paz con el Gobierno conservador de Andrés Pastrana.
En esa ocasión añadió:
“nos preocupa que mientras el Gobierno habla de un proceso de paz con
nosotros, a su vez firman acuerdos militares con Estados Unidos, que paz es la
que quieren, que no piensen que vamos a una Mesa de Diálogo, firmamos unos
acuerdos y nos van a querer desarmar,
eso jamás lo hará nuestra guerrilla, demorara mucho tiempo la entrega de las armas,
no sin que antes se cumplan los acuerdos y especialmente la Reforma Agraria Integral”.
Agregó que tampoco concentraría sus fuerzas, dijo que “la
desmovilización y la entrega de armas seria gradual y en proporciones
limitadas, dijo que la garantía del cumplimiento de los acuerdos, estarían dados
por no desarmarse”.
Hizo énfasis en la
Unidad interna de las FARC-EP y dijo que “era un principio y base fundamental
de la fortaleza político-militar que ellos han alcanzado, que ni ninguno de sus
mandos pueden llevarse por discursos dulzones, que viene del Gobierno y de una
oligarquía que ha demostrado sus posiciones traidoras, como lo fue con el
asesinato del jefe de las guerrillas liberales, Guadalupe Salcedo luego de
entregar las armas en la década del 50,
o con la Unión Patriótica en la década del 80 y
cuando nos bombardearon en Casa Verde, cuando se nos quiso comprar con
unas pocas curules en el Congreso y nos negamos, en el Gobierno de César
Gaviria”.
Respondiendo a la pregunta sí estimaba posible lograr la paz: “Marulanda, afirmó que ellos están por la
paz, pero no a cualquier precio, que la paz tiene que lograrse para que se
solucionen los graves problemas estructurales del país, que se debe cambiar el
modelo económico neoliberal y cesar la entrega al capital extranjero en
detrimento del capital nacional, que si
bien ellos son una organización de filiación comunista, saben que no alcanzaran
una Revolución Socialista, por ahora, pero sí
lograr cambios y en lo
económico-social que fortalezcan al país y no entregarlo al capital extranjero
y en lo político que se respete a los opositores y no que se les asesine, como
ha venido haciendo la oligarquía, usando a los paramilitares”.
Puso el ejemplo del asesinato del senador Manuel Cepeda, el
intento de matar a la concejal Aída Abella y de varios defensores de Derechos
Humanos, sindicalistas y periodistas.
En coincidencia con lo señalado por Marulanda, el ex
presidente Andrés Pastrana en su libro Memorias Olvidadas, pag 23, señala, que
“Jaime Garzón había sido nombrado alcalde menor del Sumapaz, se convirtió en un
humorista político y fue asesinado en 1999 en un complot de paramilitares,
políticos, narcotraficantes y militares que la justicia todavía no ha
esclarecido”.
Mientras que antes de su asesinato, el comandante en Jefe de
las FARC-EP, Alfonso Cano en una charla con integrantes de un Frente
Guerrillero y cuando se hablaba de las posibilidades de iniciar conversaciones
de paz con el Gobierno, expresó: hay que tomar en cuenta que “desmovilizarse es
sinónimo de inercia, es entrega cobarde, es rendición y traición a la causa
popular y al ideario revolucionario que cultivamos y luchamos por las
transformaciones sociales, es una indignidad que lleva implícito un mensaje de
desesperanza al pueblo que confía en nuestro compromiso y propuesta
bolivariana.”
En el actual escenario y con un proceso de paz en curso,
luego de la firma en Bogotá, de los Acuerdos de La Habana, el pasado 24 de noviembre del 2016, la
implementación de los mismos se ha visto obstaculizada por el gobierno del Centro
Democrático, y de otros poderes del Estado, hay temas vitales no resuelto, como
el económico, especialmente de la tierra; no se ha cumplido el acuerdo de
la amnistía aprobado por el Congreso y la Corte Constitucional; el grave tema
de los cultivos ilícito, lejos de eliminarlo con firmeza, la producción de coca
y amapola ha crecido a niveles altísimo, por encima de los 200 mil hectáreas,
un asunto fuertemente criticado al
presidente Iván Duque por el mandatario de Estados Unidos, Donald Trump. Se
continúan asesinando a exguerrilleros y lideres sociales.
Se ha tratado de boicotear la Jurisdicción Especial de Paz,
(JEP) desde el Palacio de Nariño y la Fiscalía General de la República, como se
apreció en el caso del ex comandante Jesús Santrich. El tema de las victima ha
sido relegado, lo que indica que no existe voluntad política en el actual
gobierno de realmente trabajar por la paz. Nada de lo arriba mencionado es
falso y está más que conocido y verificado en los 10 meses del Gobierno del
Centro Democrático, organización que siendo justos hay que decir que siempre
estuvieron y están en contra de la paz, con el contradictorio argumento de no a
la impunidad, impunidad que no puede ser atribuida a las fuerzas insurrectas,
porque se están sometiendo a la JEP, no así los máximos responsables del terrorismo de Estado que impera en
Colombia y que acaba de denunciar el diario New York Time.
Es por eso que hoy mas que nunca, los sectores democráticos,
progresistas, amantes de la paz y la izquierda colombiana tiene que unir sus
fuerzas en reclamar lo que significa el punto medular y estratégico para
Colombia hoy: la paz, la reconciliación
y la no repetición.
Dejar atrás las reservas y prejuicios personales y no
anteponerlos a lo estratégico, es lo que debe ocupar la agenda de los
revolucionarios en defensa de los Acuerdos de Paz. Denunciar las trampas y
estrategias de sus enemigos, como el montaje que hizo la DEA en el caso de
Santrich, con el fin perverso de destruir el proceso de paz, es un deber y no
un llamado a volver a la guerra. No se puede ser ingenuo y el hecho de ser
autocritico es la forma más honesta y valiente de defender la verdadera paz que
requiere Colombia.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
jorgarcia726@gmail.com
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