miércoles, 22 de mayo de 2019

Nicaragua: algunos apuntes urgentes sobre la patria de Darío y Sandino



Por Carlos Maldonado:

No vamos a hablar de los logros de Nicaragua después del derrocamiento del tirano Somoza por la gloriosa revolución sandinista de 1979, cuyo asedió por parte de Estados Unidos y sus lacayos internos y foráneos comenzó inmediatamente después de haber tomado el poder los chavales revolucionarios, porque estos fueron ostensibles y verificables aún en medio de la guerra que les erigió el imperio a través de la Contra y aún con la vuelta al pasado que resultaron para su población, los gobiernos de Violeta Chamorro y Arnoldo Alemán. (Ver cifras de los Informes de Desarrollo Humano del PNUD)


Creemos perentorio este aporte para instaurar el apoyo irrestricto a la revolución sandinista que desde 1979 se posicionó en el imaginario latinoamericano como el parte aguas que definió el carácter socialista de la experiencia del pueblo nicaragüense y la región centroamericana, con el objetivo de fortalecer el frente socialista en Nuestra América ante la brutal embestida del gobierno fascista y narcoterrorista de los Estados Unidos que en estos últimos tiempos ha ubicado en la lista de gobiernos a derrocar a la troika del mal, como suele identificar a los de Venezuela, en primera línea de enjundia por su riqueza energética; el de Cuba, su eterno archienemigo a defenestrar y el de Nicaragua, al que desde el triunfo de los sandinistas no ha cejado en atacar.

Nos precisamos a establecer este objetivo ya que con preocupación hemos visto que la propaganda nazifascista de Washington ha encontrado cabida entre algunos personajes de la izquierda bienpensante quienes la han abrazado para darse el tupé de intelectuales, subiéndose al carro de la histeria imperial uniendo sus voces al coro imperial que propone el derrocamiento del legítimo gobierno de Nicaragua. Voces que siguiendo el libreto de sus amos, vilipendian al gobierno sandinista sin presentar prueba alguna de sus afirmaciones en los medios, propinando una patada a la intelectualidad y al periodismo profesional trocándolo por una cantidad de chismes los cuales por su misma naturaleza, no tienen fundamento alguno en la realidad ni son materia prima para investigaciones serias y responsables.

Dicha campaña de difamaciones, con similar matriz a las que se han levantado contra Cuba y Venezuela, no escatiman en la veracidad de las aseveraciones, sin embargo, repetidas innumerablemente, pretenden que se vuelvan verdad tal y cómo así lo creen otra gran cantidad de ingenuos que sin darse al trabajo de la labor investigativa para corroborar si lo escuchado es cierto, simplemente se convierten en cajas de resonancia de dichas insidias.

Algunos ejemplos de los argumentos que se disfrazan de serias cavilaciones intelectuales son: “el gobierno de Daniel se apartó de los principios sandinistas” pero sin dar a conocer a sus interlocutores cuáles son esos principios y de qué manera traicionó esos principios. Otro que dice que “el gobierno ha pactado con la oligarquía nicaragüense” sin establecer en qué consiste ese pacto ni en qué momento se convirtió en traición. Gobernar un país con programas sociales que por lo mismo, priman al ser humano antes que la ganancia, es lo que no aceptan los oligarcas y el imperio yanqui, por tanto, aparte de mantener a raya el velado y constante ataque y la conspiración contumaz, además de crear los escenarios precisos para atender las urgencias de la población y entre ella, la más vulnerable, es un esfuerzo titánico que hace el gobierno.

Otro de esos señalamientos, quizá el que nos llama más la atención, es el que proviene de grupos feministas que señalan que “Daniel le ha entregado el poder total a la Murillo”, pero sin establecer de dónde proviene ese señalamiento. Quizá porque en esos grupos, sus dirigentes, pertenecen a la burguesía en lo material o en lo ideológico y sus programas reducenla participación de la mujer al voto y al auxilio de los pobres con obras de beneficencia, pero sin cuestionar jamás el sistema capitalista y el poder que ejerce el varón dentro de él. Eso, no valdría la pena traerlo a colación sino fuera porque algunas feministas de izquierda se han unido a esas voces sin siquiera cuestionar e investigar la verdadera raíz de la inquina.

Nicaragua, como cualquier experiencia que está en la vía de la construcción del socialismo, tiene por lo mismo, una complejidad social no solo como país sojuzgado por siglos de relaciones capitalistas sino por su carácter dependiente y productor de materias primas, por tanto una tarea escabrosa para crear las condiciones de los cambios a la par de propiciar una cohesión social que apoye su continuidad, lo cual debe sustentarse en su derecho a la autodeterminación y a dirimir sus problemas internos entre su misma población por los canales que para ello haya construido. Tiene, asimismo, derecho al desarrollo y a la emancipación como cualquier otra nación y por tanto, las decisiones que tomen son respetables a menos que menoscaben el derecho de otra u otras naciones. Sin embargo, en su caso particular, hasta el momento no ha llevado a cabo ningún acto que menoscabe ese derecho. Y, si dentro de lo anteriormente expuesto, para algunos puedan parecer como tales, las fricciones que hubo al principio con Costa Rica por los límites del río San Juan, fruto del convenio con la China Popular de construir un canal interoceánico en su territorio, estas ya fueron paliadas a través del diálogo. Además representa para su pueblo mayor emancipación y desarrollo, palabras proscritas para el lenguaje imperial cuando se trata de naciones que conforman su otrora patio trasero.

Aunado a ese megaproyecto, el gobierno de Nicaragua, por primera vez en su historia, construyó la carretera que une las poblaciones marítimas de Nueva Guinea en el océano Pacífico con Blufields en el Atlántico, cuyo tramo de 72.8 kilómetros, que puede parecer minúsculo en comparación con obras similares de las potencias, para una Nicaragua asediada y empobrecida a través de la guerra, es un logro maravilloso. Tanto que escogieron el 30 de abril de este año para su inauguración, mismo día en que un grupúsculo de insurrectos traidores que quisieron dar un golpe de Estado al gobierno constitucional de Venezuela, fueron derrotados y con ellos, su patrocinador, Washington. Como para expresar que lo que nuestros pueblos desean es paz y bienestar económico: el buen vivir.

Ahora bien, sabemos perfectamente que el canal de Nicaragua es un competidor directo al de Panamá, el cual de facto aún controla Estados Unidos, quien teme que venga a perjudicarle en sus ganancias. No obstante, si a libre competencia nos atenemos, no habría porque subir el tono de las agruras al punto de instigar y apoyar acciones vandálicas y francamente terroristas que vienen desde abril del año pasado con el objetivo de derrocar al gobierno nicaragüense para cambiar el aspecto de la geopolítica en la región, pretendiendo con ello el imperialismo yanqui ganar terreno en la manutención de su existente sistema corrompido que solo a ellos beneficia.

Por eso, en el convencimiento pleno que el socialismo se basa en el desarrollo constante de las fuerzas productivas, el imperialismo yanqui, cuya sustentación se basa en las relaciones sociales actuales capitalistas, es un freno para dicho desarrollo el cual, como se dijo anteriormente, quiere sea solo para él -una deformación ideológica que da el exceso del poder similar al estalinismo que instituyó el desarrollo del socialismo solo en un país, la URSS en su momento-. Por lo cual, es perentorio que esa barrera, como fue derrumbada aquella por las mismas fuerzas humanas en su propia contradicción, sea también barrida de la historia por nuestra generación para inaugurar la verdadera era pos capitalista.

Ahora que las mismas negaciones del capitalismo imperialista han llevado a clarificar el panorama a escala planetaria, ubicando a los verdaderos contendientes de esta épica confrontación, proletarios y capitalistas, por la depauperación acelerada provocada en los primeros y la destrucción de la pequeña burguesía, transformándolos en obreros, esas relaciones sociales están siendo ampliamente cuestionadas. En los propios polos de desarrollo capitalista han retrocedido los estados de bienestar y las otrora conquistas sociales han ido desapareciendo paulatinamente, no digamos en los países periféricos donde dichas contradicciones se viven de manera espeluznante, empujando a sus pobladores a sublevarse y abrazar modelos de desarrollo socialistas que con la consabida característica de cada una de las regiones, se han ido construyendo con la parsimonia que le da la resistencia capitalista y la estafa y engaño que se idean en sus laboratorios de intoxicación ideológica para mancillar todavía las mentes de muchos trabajadores.

Cifrado eso entonces, máxime que el discurso imperialista salido de la cloaca de John Boltón, asesor del emperador Trump, ha colocado en la triada infernal socialista a Venezuela, Cuba y Nicaragua, es menester de los revolucionarios ubicarnos en las trincheras para la defensa clara, firme y contundente de dichas experiencias para, desde allí, resistir a sus ataques, pero más allá de resistir, avanzar en el objetivo fundamental que es comenzar la destrucción de las relaciones capitalistas. Y, no, ambivalentes y desorientados, servir de auxiliares a la aplanadora imperialista ayudándola a socavar dichos procesos revolucionarios con nuestros comentarios superficiales y poco objetivos.

Es obligación de los cuadros de la revolución estar en constante lectura, estudio e información para no engrosar, máxime de manera inconsciente y desparpajada, las filas de la reacción y la contrarrevolución que quieren volver la rueda de la historia hacia atrás.

Comentarios y “sesudos análisis” contra Venezuela, Cuba y Nicaragua existen por miles por parte de los think tanks de la oligarquía imperial y sus secuaces pero está en nosotros examinarlos y establecer cómo desarmar sus consignas sustentadas en el chisme y la descalificación que siempre ha sido el arma predilecta de los medios de intoxicación masiva de la derecha.

La autocrítica si bien es un ejercicio fundamental y perentorio dentro de las organizaciones revolucionarias tenemos que hacerla pero con la presencia de los encartados, los revolucionarios nicaragüenses, para evitar los devaneos intelectualoides que no sirven sino para confundir al pueblo.
Si no tenemos nada que aportar a la construcción de la revolución mundial, apartémonos porque como dijo Fidel, también es de revolucionarios hacerse a un lado.

¡Patria latinoamericana o muerte!   ¡Venceremos indudablemente!
guillermo101262@hotmail.com

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