Por Carolina Vásquez Araya:
“…Pensaron que no hay castigo más terrible que el trabajo
inútil y sin esperanza”. (Camus)
Sísifo fue sentenciado por los dioses a cargar una enorme
piedra hasta la cima de la montaña, desde donde esta volvería a caer por su
propio peso para que Sísifo nuevamente la cargara y así, repitiera su castigo
hasta el infinito… Un mito cuya lección habla de lo absurdo del esfuerzo sin
perspectivas; como una maldición convertida en el leit motiv de la vida
moderna, en donde millones de seres humanos repiten la historia (sin conocerla)
en un círculo vicioso de esfuerzo y fracaso gracias a un sistema impuesto por
otros dioses, los del Hades corporativo cuyas decisiones son inapelables.
Esto trae a mi mente el estrecho callejón de las decisiones
políticas en un país castigado sin tregua y transformado en el ejemplo más
ilustrativo de cómo se repite la maldición una, y otra, y otra vez. Guatemala
está a punto de celebrar –si acaso es posible llamar celebración al doloroso
proceso de elegir autoridades sin muchas opciones de cambio- las elecciones
para presidente, diputados y alcaldes. En un proceso marcado por las trampas
sembradas en todos los pasos de la ruta institucional, una vez más la población
se enfrenta a la devastadora perspectiva de elegir a quienes no solo han
legislado para beneficiarse del poder, sino además se han apoderado de la
voluntad de jueces y magistrados en su afán de perpetuar su reino de la
corrupción.
Guatemala es ejemplo para el mundo de lo que no debe ser.
Las sólidas alianzas entre empresarios, militares, políticos y cárteles de
narcotráfico y de trata de personas han tejido redes inexpugnables alrededor de
las altas cortes y, de ese modo, con la abierta complicidad de algunos medios
de comunicación –la televisión abierta a la cabeza- manipulan y engañan a su
gusto a una ciudadanía indefensa y empobrecida hasta el extremo de la más
profunda miseria.
En el escenario de opciones, sin embargo, han surgido
movimientos de oposición liderados por ciudadanos capaces, honestos y
conscientes del momento histórico que atraviesa el país. Muchos de ellos han
experimentado en carne propia la profunda impotencia de encontrarse –como
Sísifo- acarreando la piedra hasta la cima de la montaña para verla,
nuevamente, caer. Pero también han comprendido que con ese esfuerzo y quizá con
el concurso de otros como ellos, sea posible conjurar la maldición de ver a
Guatemala sumida nuevamente en el círculo vicioso de la corrupción y del
sistema colonialista impuesto por un empresariado miope y codicioso, capaz de
cualquier abuso con tal de conservar sus privilegios.
La unión, por lo tanto, es imperativa en el momento actual.
Un frente unido de esa gran masa ciudadana cansada de la corrupción y de los
excesos del poder, es el único camino para anular el castigo histórico que ha
llevado a un país rico y próspero hasta lo más profundo del subdesarrollo
político, social y económico. Un movimiento colectivo de rechazo al sistema
actual y a las organizaciones criminales que lo lideran debería dar el golpe de
timón definitivo, llevando al poder a ciudadanos capaces de retomar el rumbo de
una institucionalidad sólida y un respeto irrestricto al estado de Derecho. Sin
embargo, eso dependerá de la voluntad decidida de abolir los personalismos, las
ambiciones propias y las divisiones ideológicas. Además, de echar abajo los
prejuicios racistas y comprender que solo la unión de las fuerzas vivas y
positivas de la nación pueden levantar la roca y colocarla, firme y sólida en
la cima de la montaña, para iniciar una nueva era.
elquintopatio@gmail.com
Excelente artículo de Carolina Vásquez Araya pero el sofisma es válido no sólo para Guatemala sino para todos los paises del planeta tierra y el culpable es el sistema económico capitalista injusto que impera en el planeta que llamamos tierra y que tenemos que superarlo antes que acabe con él. Felicitaciones estamos a la orden en Caracas Venezuela con mi blog titulado todosobrederechoshumanos.blogspot.com. Germán Saltron N donde lo publicare si cuento con su permiso. Saludos fraternos desde Venezuela.
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