Por: Tony López R.:
A solo nueve meses de ejercer la presidencia en Colombia, el
señor Iván Duque Márquez, ha venido enfrentando diversos y muy complejos temas
de carácter económico, político y social que lo ha introducido en un verdadero
laberinto. El tema político, tal vez el
más grave por lo indigno, es recibir severos regaños del presidente Donald
Trump, regaños que no solo humilla al inquilino de la Casa de Nariño, sino que
también insulta a Colombia y a su noble pueblo, al colocarlo en la lista de un
país malévolo y considerarlo causante de
proveer la droga en su país y que afecta muy seriamente a la población
estadounidense donde se calcula que un 20 por ciento de su población es adicta
a las droga.
Ha sido costumbre de los distintos gobiernos de Estados
Unidos, culpar a otros de sus males y ofender no solo a Colombia, decir
públicamente que los países latinoamericanos y sus hijos, son delincuentes,
drogadictos, violadores, como lo ha expresado Trump, sobre los migrantes
mexicanos y centroamericanos, es ofensivo y humillante. Los Gobiernos que se
respeten como el de López Obrador, que dio merecida respuesta, deben contestar
a tamaña insolencia, porque ofende a la dignidad de nuestros pueblos.
Pero, ni los gobiernos anteriores, ni el de Trump, tomaron,
ni este, ha tomado medidas drásticas y serias para combatir a los carteles de
la Drogas en San Francisco, Los Ángeles, New York, Miami, Boston, Chicago,
Filadelfia entre otros y cuyos integrantes y jefes son norteamericanos y no
latinos. Muy grave es la denuncia que en
1996 hizo el periódico San José Mercury, de California, cuando publicó una
investigación de Gary Webb, en tres partes, los días 18 al 20 de agosto
de 1996, en ella da a conocer que capitaneado por el entonces
vicepresidente George W Bush, las Fuerza Democráticas Nicaragüenses (FDN),
entre 1981 al 86 inundaron de cocaína y crack a Los Ángeles, cuyo objetivo era
recaudar cientos de millones de dólares para financiar la guerra contra el
gobierno sandinista.
Se conoce por el diario californiano que Donald Gregg,
asesor de seguridad nacional del vicepresidente Bush, el teniente coronel
Oliver North y el ex oficial de la CIA el cubano americano Félix Rodríguez
Mendigutia, negociaron con el cartel de Medellín, la compra de varias toneladas
de cocaína, que ingresaban a las bases de San Diego, California, a través de
aviones de la Fuerza Aérea estadounidense, procedentes de las bases de
Palmerola en Honduras y de Ilopango en El Salvador.
La respuesta, a este comercio de droga protegida por los
Gobiernos estadounidense, es muy clara y sencilla, el trafico y venta de
estupefacientes en Estados Unidos, Europa y Asia, ingresan anualmente entre 600
y 800 mil millones de dólares y los más favorecidos son los grandes centros
financieros de Wall Street. Eso explica la indulgencia o la inacción de las
agencias especializadas como la DEA, cuya función no es reprimir, sino
persuadir y de colaboración con los carteles a ellos subordinados para atacar a
los carteles que no dominan.
Es plenamente público que, con el apoyo de la Policía
Nacional colombiana, los paramilitares y el Cartel de Cali, la DEA los usó
contra Medellín y no precisamente por el tráfico de cocaína de dicho Cartel,
sino porque su jefe Pablo Escobar, comenzó a introducirse en el mercado interno
en los Estados Unidos y eso no podían permitirlo los carteles gringos. Pablo
había descubierto que las mayores ganancias estaban en el comercio al detalle.
La molestia de Trump, no creo que sea el de la droga, me
queda claro que el asunto está más vinculado a presionar a Duque para que
acepte usar el territorio colombiano para atacar a Venezuela. Cierto es que
el gobierno de Duque se ha sumado decididamente a combatir al gobierno
legítimo y democrático de Venezuela, estableciendo una alianza con el gobierno de Estados Unidos para
derrocar a Maduro, pero Duque públicamente a declarado que desde territorio
colombiano no se producirá ninguna
intervención militar, seguramente porque conoce que dentro de las Fuerzas
Militares colombianas, existen sectores en el Alto Mando de las FF.MM, con mucha reserva de participar en esa
aventura, los motivos son varios, entre otros:
Estados Unidos, dice tiene todas las opciones sobre la mesa,
incluida la intervención militar. Solo que no quieren sean sus militares los
que pongan el pecho a las balas, sino terceros que hagan el trabajo sucio y
luego ante un supuesto éxito, venir a usurpar el poder y apropiarse de las
riquezas venezolanas.
Las FF.MM colombianas saben que las Fuerzas Armadas
Bolivarianas, (FANB) y sus medios de combate, aéreos, navales y terrestre,
están equipados con la más alta tecnología militar rusa, además entrenados en
estrategia y táctica de combate regular e irregular, no así las colombianas.
Otro elemento es el psicológico y político, un ataque de los
militares colombiano a Venezuela, sin que medie una confrontación entre ambas
naciones, los convertiría en un ejército de mercenarios y sus soldados, clases
y oficiales no tendrían la moral y el coraje del Ejército Bolivariano que lucha
por su país con coraje, valentía e impedirían a cualquier costo que botas
extranjeras pisoteen su sagrada patria.
Los venezolanos cuentan con dos millones de milicianos y apoyo
popular y no es así en Colombia, donde las FF:MM recibirían el repudio y el
rechazo a intervenir en una nación que no representa un peligro para los
colombianos y los inmiscuye en una guerra que no les pertenece, una nación
vecina que siempre ha estirado la mano amiga y la de mantener buenas y
pacificas relaciones. Paz, es hoy lo que el pueblo colombiano está clamando,
paz y no más guerra.
Las FF.MM colombianas saben y son conscientes que una
intervención militar desde su territorio hacia Venezuela, le permite al
gobierno y Estado venezolano, adoptar la legitima defensa y por lo tanto, así
como los atacan, la FANB tiene todo el derecho de repeler la agresión y atacar
las posiciones enemigas y al territorio de donde es atacado. Eso ya convierte
este conflicto en un escenario regional cuyo alcance nadie puede predecir y más
bien extenderse más allá de Venezuela y Colombia, conflicto donde hasta los
Estados Unidos podrían recibir serios castigos porque los pueblos están hartos
de tantas humillaciones, abusos y de la descarada política injerencista de
Washington en sus asuntos internos.
De otra parte, el gobierno de Duque, sabe que el Grupo de
Lima se ha manifestado por una solución dialogada y pacifica entre venezolanos
sin intervención militar y que a pesar de los ingentes esfuerzos de Luis
Almagro en su condición de Secretario General de la OEA quien siguiendo las
ordenes de Departamento de Estado, no ha podido, ni imponer la Carta
Democrática, ni el apoyo del Grupo de Lima a una acción militar. Tampoco tiene
el apoyo de toda la OEA, pues solo 12 países conforman el Grupo de Lima, de los
ahora 33 países que la integran, luego de la digna salida de Venezuela de la
OEA, lo que política y diplomáticamente aislaría a Colombia internacionalmente
de una buena parte de los países de la región, también de la Unión Europea que
se opone rotundamente a una acción de fuerza. Y muy importante se enfrentarían
a dos grandes potencias que no pueden dejar de tomar en cuenta como es Rusia y
China.
Los otros grandes problemas a los que se enfrenta el
presidente Duque y que no son menores, es la exigencia del pueblo colombiano
respecto al cumplimiento de los Acuerdos de La Habana. A la hora de escribir este artículo no se ha
podido llegar a un acuerdo entre el Senado y el Gobierno respecto a las seis
objeciones que plantea el presidente Duque a la Justicia Especial de Paz (JEP),
algo insólito porque se conozca, nunca luego de un acuerdo en el senado, se
había pedido repetir la votación, porque el presidente duque había perdido, el solo hecho de repetirla ya
es un insulto y una violación a la democracia. Ahora será la Corte
Constitucional la que debe tomar la decisión, la que le resultará muy difícil
resolver lo contrario, a lo que ya esa misma Corte había aprobado.
Otros problemas del gobierno, está relacionado a la inacción
de la fuerza publica ante la descarada manera de cómo actúan impunemente los
paramilitares y los carteles de la droga en Colombia, culpables de la ola de
asesinatos a lideres sociales que ya suman más de 670 dirigentes asesinados. Y
a 130 ex guerrilleros desmovilizados de las FARC y 15 de sus familiares,
incluyendo a un bebe de 7 meses de nacidos, acribillado a balazos en La Guajira
y el caso de Didier Torres en el Catatumbo.
Los graves problemas en el bajo Cauca y la Minga, un tema no
solucionado y con muy malos augurios para las etnias colombianas. La crisis con
el sector de la educación y estudiantil y no menos grave es la crisis que se ha
creado en Cúcuta, con un grupo de desertores del ejército bolivarianos,
alentados por el fantoche y auto proclamado Guaidó y abandonados a sus suerte
en la frontera, dejándole ese clavo caliente a su amigo el presidente Duque
quien seguramente por órdenes de Washington, cual títere del impero respalda.
Esperemos a ver como sigue está historia del presidente
colombiano, porque el fracasado intento de Golpe de Estado, del pasado 30 de
abril, ahora no se sabe dónde se refugió el autoproclamado, al parecer como una
rata, anda huyendo y su amigo el asesino Leopoldo López asilado en la embajada
de España.
En fin, serios y graves problemas deben enfrentar el
presidente Duque, cuya popularidad está en los niveles más bajo al que haya
llegado un presidente en Colombia. Al parecer el camino no está limpio, el
laberinto por donde tiene que transitar es complejo y plagado de grandes
escollos, porque por último Duque debe saber que para autorizar el ingreso de
tropas extranjeras a Colombia para atacar a un país vecino debe contar con la
aprobación de las 3 cuarta parte del Senado y al parecer lo está incumpliendo,
pues se conoce que actualmente hay numerosos altos mandos militares del Comando
Sur de los Estados Unidos en Colombia.
¿Duque apoyará la petición de Trump, de aceptar que tropas
de las FF.MM colombianas, o tropas mercenarias, contratadas por Estados Unidos,
usen el territorio colombiano, en franca violación a la Carta de las Naciones
Unidas, desacatando al Consejo de Seguridad y a la propia Carta de la OEA de la
cual Colombia es miembro? ¿Será capaz Duque de asumir tamaña responsabilidad?
jorgarcia726@gmail.com
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