Por Manuel Holzapfel G.
Una nueva página se ha escrito en la extensa y vergonzosa
historia de traiciones en América Latina, tras la detención de Julian Assange,
cofundador de Wikileaks, luego que el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, le
retirara el asilo diplomático. Con la detención de Assange - quien permaneció
en la embajada de Ecuador en Londres, desde junio de 2012, gracias al asilo
humanitario otorgado por el ex presidente, Rafael Correa, Moreno, ha complacido
al gobierno norteamericano, que por años ha intentado sin éxito extraditarlo a
Estados Unidos.
La humanidad le debe mucho a hombres como Julian Assange y
Edward Snowden. Gracias a la filtración de documentos secretos del Departamento
de Estado norteamericano, en el caso de Assange, y de documentos clasificados
de la CIA, por Snowden, el mundo pudo conocer las atrocidades cometidas por el
imperialismo en Afganistán e Irak y la maquinaria de espionaje planetaria montada
por Estados Unidos para obtener información de los gobiernos del mundo. La
valentía de ambos, permitió confirmar de manera concreta el accionar cruel e
inmoral del imperio, que a la hora de asegurar su estrategia de dominación,
recurre a la mentira, la delincuencia, el terrorismo y el genocidio.
La indignación por la actitud cobarde y servil de Lenín
Moreno, la resumió de manera clara Rafael Correa, al catalogarlo como “el
traidor más grande de la historia ecuatoriana y latinoamericana. Moreno es un corrupto,
y lo que ha hecho es un crimen que la humanidad jamás olvidará”, sentenció.
Pero la decisión de Moreno, no sólo tiene como objetivo
congraciarse con la administración Trump, para lo cual no ha escatimado
esfuerzos en el último tiempo, uniéndose a la conjura contra Venezuela. La
entrega de Assange, constituye un acto desesperado de venganza de Moreno, por
la filtración de Wikileaks de documentos que lo involucran a él y a su familia
en delitos de corrupción, perjurio y lavado de activos, en el denominado caso
“INA Papers”.
De hecho, ante las amenazas previas contra Assange,
Wikileaks había señalado que “si el presidente Moreno quiere terminar
ilegalmente el asilo de un editor refugiado para encubrir un escándalo sobre
empresas offshore, la historia lo condenará”.
Para vergüenza y desgracia de nuestro continente, abundan
engendros como Gabriel González Videla, Luis Almagro, Roberto Ampuero y Lenín
Moreno, entre otros traidores y rastreros al servicio del imperialismo
norteamericano y las oligarquías locales.
El caso de Moreno es muy similar al de González Videla en
Chile, que llegó a la presidencia en 1946 apoyado por el Partido Comunista. Una
vez en el gobierno, se “dio vuelta la chaqueta” y persiguió y encarceló a los
comunistas. En aquel entonces, la ofensiva del imperialismo era contra el
comunismo, en el inicio de la guerra fría. En la actualidad, el ataque del
imperio es contra las fuerzas progresistas. Pablo Neruda, quien tuvo que pasar
a la clandestinidad para no ser apresado, le dedicó un poema para la
posteridad, que en una de sus partes retrata de cuerpo entero a este tipo de
personajes lamentables:
Todo lo ha traicionado. Subió como una rata a los hombros
del pueblo y desde allí, royendo la bandera sagrada de mi país, ondula su cola
roedora diciendo al hacendado, al extranjero, dueño del subsuelo de Chile:
«Bebed toda la sangre de este pueblo, yo soy el mayordomo de los suplicios.»
Y luego Neruda remata:
Triste clown, miserable mezcla de mono y rata, cuyo rabo
peinan en Wall Street con pomada de oro, ¡no pasarán los días sin que caigas
del árbol y seas el montón de inmundicia evidente que el transeúnte evita pisar
en las esquinas!
Que así sea.
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