Por Rolando Prudencio Briancon
La única manera en la que Donald Trump puede volver hacer
grande América otra vez, no es sino desempolvando lo que hasta antes la
historia había avanzado. Vale decir es reviviendo un nostálgico
neoconservadurismo.
Por ejemplo, la decisión de construir el Muro contra los
migrantes, se parece aquellos castillos medievales que como formidables
fortalezas construyeron los reyes para que los plebeyos nunca pudieran
acercarse siquiera, por cuanto alrededor de los mismos se cavaban fosas donde
de llenaban de agua y reptiles para que nadie se asomara.
De igual manera Trump ha desconocido la resolución de la ONU
que declara a Jerusalén como la capital de Palestina, y autoritariamente él la
ha declarado como la capital de Israel. Lo mismo recientemente acaba de
declarar como territorios israelitas los Altos del Golán.
En su relación con Latinoamérica Trump ha dado marcha atrás
los avances que su antecesor Barak Obama hasta antes había logrado consolidar
con Cuba, dentro el proceso de Normalización de relaciones entre ambas
naciones, usando los más delirantes y descarados pretextos, como el caso de los
“Ataques Acústicos”; o como ahora la descabellada decisión de aplicar el
Capítulo III de la ley Helms Burton, que desde mediados de la década de los 90´
había quedado suspendida, por cuanto dicho capítulo autoriza a los propietarios
-muchos de ellos bajo tierra- o sus herederos de las empresas norteamericanas
confiscadas por la revolución cubana en a década de los 60, a que inicien
juicios contra la Revolución -Estado cubano, en términos más teóricos- para que
las recuperen, o sean resarcidas las mismas.
Es más, el contenido de la orden ejecutiva de Trump,
advierte que se impondrán sanciones contra quienes continúen manteniendo
relaciones con el gobierno cubano, que tenga en su poder, y por ende en poder
del pueblo cubano, las empresas confiscadas hacen más de medio siglo
atrás.
Esta decisión contra Cuba, como aquella de hace un par de
meses contra Venezuela, parecen ser la política de “hurgar el avispero” con la
que Trump ha decidido gobernar; no sólo su país, sino el mundo entero. Claro
que Trump debería darse cuenta que el mundo ya no es como el de hace dos
décadas atrás, en el que lo que decía EE.UU. era ley. Prueba de ello son los
resultados de cómo reaccionan los pueblos ante una agresión, como ya la dio
Venezuela hace poco, cuando mostró que no es su patio trasero al que podía
meterse con el pretexto de la “Ayuda Humanitaria”.
Así que si con Venezuela no han podido; con Cuba el tiro les
va a salir por la culata, porque si el que se mete con Venezuela se seca, el
que se mete con Cuba se quiebra.
prudenprusiano@gmail.com
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