Caso: Venezuela.
“…las Fuerzas Armadas estadounidense -a la hora de seguir
explicando la anatomía del poder en EE.UU. - aparecen los portentosos medios de
comunicación -tantos los del Estado y gobierno- como los medios de comunicación
que responden a los intereses de esas empresas económicas financieras y son a
dichas empresas que le corresponden el bastión de la guerra de la información,
la guerra psicológica, con sistemáticas campañas, sustentadas por los insumos
que les remitan desde estos centros de investigación o fundaciones “académicas”
(...) De lo demás, de la operatividad y concreción de objetivos, se encarga la
respectiva embajada estadounidense”.
¿La administración de Donald Trump perdió la compostura? ¿Le
valida su supremacía universal contar con muchas y poderosísimas bases
militares en 177 países del mundo?
A ver: detrás de cada pensamiento hegemonista de EE.UU en el
mundo, está un centro de investigación, o una fundación, ese centro o fundación
son fachadas de universidades, esas universidades son financiadas por
empresario o pool de empresarios, esos empresarios responden a una concepción
filosófica y política del mundo, ese holding de empresas financian a
determinados “líderes o lideresas” o corrientes partidistas en el seno de las
instancias gubernamentales o parlamento estadounidense, y el capital interno
norteamericano conjuntado con el internacional subvenciona y/o cotizan el monto
a cada participante de los lobby que hacen vida “normal y corriente” en la
escena política de las administraciones gubernamentales estadounidense y se
convierten a la vez en grupos de presión, son instancias de peso y contrapeso a
cualquier gestión gubernamental o toma de decisión, tanto de política interna
como internacional.
Así como existe el encadenamiento político, económico,
filosófico aludido de las élites económicas financieras de EE.UU. el brazo
articulador se extiende hasta el ámbito militar y vemos a altos mandos que
cumplen al pie de la letra los postulados que emanan desde estas fundaciones o
centro de pensamiento, que como decíamos, obedecen a universidades que son
financiadas por sectores económicos financieros, que se hacen entre ellos
mismos pesos y contrapeso, para estar en el mero corazón de las tomas de
decisiones y favorecer intereses específicos económicos financieros; pues esos
mandos militares, a la postre, una vez cumplido su papel dentro de las Fuerzas
Armadas estadounidense pasan posteriormente a tomar un papel activo en la
política de las distintas administraciones norteamericanas, avalando las
políticas guerreristas ya sean de los partidos, republicano y demócrata.
Además de las Fuerzas Armadas estadounidense, a la hora de
seguir explicando la anatomía del poder en EE.UU, aparecen los portentosos
medios de comunicación -tantos los del Estado y gobierno- como los medios de
comunicación que responden a los intereses de esas empresas económicas
financieras y son a dichas empresas que le corresponden el bastión de la guerra
de la información, la guerra psicológica, con sistemáticas campañas,
sustentadas por los insumos que les remitan desde estos centros de
investigación o fundaciones “académicas” a que hemos hecho referencia. De lo
demás, de la operatividad y concreción de objetivos, se encargan las
respectivas embajadas estadounidenses.
En Venezuela intentaron hacer lo mismo, colocar en la escena
política y en la pantalla de los medios de comunicación privados a “voceros
académicos” para defenestrar a la Revolución Socialista Bolivariana, activaron,
academias, gremios de profesionales, asociaciones de rectores, entre otras
piezas de armario o de utilería, sin resultado algunos; en Venezuela atipicidad
de la ultraderecha no tienen paragón, las empresas encuestadoras están y cogen
más escena política y mediática que las propias autoridades de derecha
universitaria; consciente se ha de estar, ya que esas encuestadoras medran de
los cheques que gira el Imperio, y siempre tratan de insuflar ánimo a la
menguada membrecía opositora, con la reiterada retórica: -ahora siiii…! –ahora
sitio…! Curioso, ¿verdad?
A pesar de los abultados problemas sociales que se incuban
en el seno de la sociedad estadounidense, 43 millones de habitantes
paulatinamente depauperados, una clase media que sufre los rigores de políticas
elitista de las administraciones de turno, sobre los 50 millones de personas
consumidores de estupefacientes y psicotrópicos, a los cuales hay que
garantizarle los suministros, caso contrario, sería peor que dejar por más de
24 horas sin electricidad a New York, también hay una merma de electores por la
falta de credibilidad de un sistema electoral anacrónico y vetusto.
El Imperio de desenvolvió a sus anchas en otras latitudes y
cuando giró y retomó la importancia de América Latina y el Caribe, tomó de
nuevo el garrote y palmeó en el pecho al liderazgo gubernamental
latinoamericano y caribeño y les leyó la cartilla, pues con la Revolución
Bolivariana se les atascó el hueso en la garganta, así como otras incipientes
revoluciones que están hablando con voz propia, guiadas con el ejemplo
imperecedero de la Revolución cubana.
Ya verá el Imperio cuando los pueblos de América Latina y el
Caribe empiecen hablar con voz propia.
Imperio norteamericano sepulta a la ultra derecha caribeña
Las administraciones estadounidenses, después del
estruendoso fracaso del golpe de Estado en Venezuela en el 2002, que fue una
victoria imperial cantada antes de tiempo e implementada por los centros,
fundaciones y universidades estadounidenses que emanaban como “serias
investigaciones”, que la Revolución en Venezuela caería como una fruta madura,
a tal fin utilizaron diversas modalidades en un contexto complejo, se dieron el
toupé desde secuestrar a presidente y dejarlo en pijama en otro país,
instrumentalizaron golpes parlamentarios, chantaje, presión, asfixia
financiera, bloqueo, golpes blandos, derrocamientos de gobiernos en otros
países sin la activación directa de fuerzas militares.
Con la Revolución Socialista Bolivariana van en escala con
sus perversos catálogos que ya no utilizan de intermediarios a los partidos
apátridas, ni a los líderes de estas instancias, ya la propias y máximas
autoridades de la administración Trump y hasta el propio presidente, son
veceros directos y se alternan la responsabilidad de hacer fenecer a la
Revolución en Venezuela.
La ultraderecha que es ya donde confluyen los frustrados
sectores políticos apátridas en Venezuela son convertidos en servilletas y cada
día el propio Imperio le coloca cada vez más alta la vara que tienen que saltar
y sumisos todas y todos aceptar su desplazamiento de la escena política y cada
día se les hará más difícil convencer a las propias membrecías, de lo acertado
de las políticas del Imperio para con Venezuela, puesto que se afecta a todas y
todos por igual, cómo le costará luego para las elecciones parlamentarias el
2020, convencer al electorado para que le beneficien con el voto a Primero
Justicia, AD, COPEI, Nuevo Tiempo, como al resto de la plantilla de fascistas;
la Ultraderecha apátrida se juega la vida y la ofrendará en pos de los
intereses exclusivos de EE.UU. por ello que para no desgastarse en
explicaciones a un potencial electorado, o al país decente, se embadurna de la
pestilencia sumisión imperial y se anota sin disimulo, a un golpe de Estado,
magnicidio, invasión, y a las disimiles modalidades de muerte pero quien dé la
cara o hablé por ellos, que sea el Imperio, mientras ellos buscan congraciarse
y disputarse las migajas que le puede dar el Imperio; puede decirse que con la
hipoteca política que hace la Ultraderecha de su destino político, ha de surgir
nuevas posturas desde su seno que sin renunciar a su concepción sobre el modelo
de desarrollo, tienen carácter nacional, pero eso será un esfuerzo sobrehumano
si queda alguien en el espectro político de derecha en el país que exprese por
cuenta propia su concepción de desarrollo y bienestar de la población en
general como lo ha hecho la Revolución Socialista Bolivariana.
gasparvelasquez4824@gmail.com
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