Por Fernando Bossi:
La cabecera de playa del gobierno estadounidense en
Venezuela se instaló el 23 de enero pasado, con la autoproclamación de Juan
Guaidó como “presidente encargado”. El imperialismo yanqui así, afirmó su bota
criminal en suelo venezolano a través de un grupo de nativos vendepatrias
representantes de la ultraderecha más reaccionaria.
Desde que asumió la Presidencia de la Nación el comandante
Hugo Chávez –precisamente el 2 de febrero se cumplirán 20 años–, el
imperialismo y sus lacayos no han descansado en agredir, provocar, boicotear y
conspirar contra el proceso revolucionario desencadenado con el bolivarianismo
en el poder.
Varias veces la contrarrevolución intentó derrocar al
gobierno popular, siempre usando métodos anticonstitucionales y violentos,
desde el golpe de estado, pasando por las guarimbas y llegando hasta el intento
de magnicidio el año pasado.
La derecha venezolana demostró durante 20 años su
incapacidad para vencer al chavismo. Pero hoy, tras tantos fracasos, se
presenta más envalentonada porque el gobierno de Estados Unidos –siempre
involucrado en los intentos desestabilizadores– ha decidido intervenir directa
y descaradamente.
La acometida es brutal en todos los planos:
En el militar, Estados Unidos amenaza con una intervención
–léase invasión–, ya sea directa o por medio de sus títeres: Colombia,
principalmente, o por una “fuerza de paz” compuesta por los países del Grupo
Lima–.
En la esfera económica ataca mediante el embargo, el
bloqueo, la confiscación de bienes venezolanos en el exterior y demás medidas
de estrangulamiento, contando con el apoyo de sus aliados de la Unión Europea.
Despliega un cerco mediático, ejerciendo todo su poder para
bombardear a la opinión pública nacional e internacional con su acostumbrado
paquete de mentiras, calumnias y difamaciones, siempre en nombre de la defensa
de la democracia y los derechos humanos.
En lo social, apela una vez más –como durante las guarimbas–
a la alianza táctica entre los sectores más encumbrados de la sociedad y los
grupos desclasados y delincuenciales, contando con el paramilitarismo
colombiano infiltrado y poderosas redes de la delincuencia organizada, todas
ellas financiadas por la oligarquía venezolana, el uribismo y las agencias
norteamericanas.
En lo político, ahora inventaron el “gobierno paralelo” de
Juan Guaidó, sosteniéndose en la Asamblea Nacional en desacato y en las
diferentes fuerzas contrarrevolucionarias e inclusive subversivas.
Y obviamente, en el plano internacional, Estados Unidos
cuenta con sus aliados incondicionales y los gobiernos de la derecha
latinoamericana que compiten entre sí para ver quién se arrastra más ante el
amo del norte.
El panorama es complicado e impredecible… Pero el
bolivarianismo también cuenta con un poder no subestimable.
En primer lugar, cuenta con un elemento, tal vez el más
devaluado en el mundo capitalista de hoy, pero que sigue teniendo un poder
inusitado en el mediano y largo plazo: la verdad.
La verdad, la justicia y la razón están del lado del
chavismo. Esto le da una fortaleza inmensa al movimiento popular
revolucionario, que nunca debe menospreciarse.
Pero sabemos que apelar solamente a la verdad, a la justicia
y a la razón no resulta suficiente a la hora de enfrentar la bestia
imperialista.
La Revolución cuenta con una línea dura de chavistas que
ronda entre el 30 y el 40 por ciento de la población, militantes populares
decididos a no ceder un tranco ante la embestida golpista. Pero a este sector
se le suma también otro 30 o 40 por ciento de patriotas opuestos
categóricamente a una intervención militar que agreda a la Patria.
Vale aclarar, para mayor fortaleza, que dentro de ese pueblo
bolivariano, chavista y patriota se incluye, nada más ni nada menos, que a la
Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), dispuesta a defender la Constitución
y la Patria, en las condiciones en que las circunstancias lo exijan.
Es cierto que las dificultades económicas han generado
malestar y cierta desmoralización entre diferente sector del pueblo. Pero de
tal realidad no puede desprenderse que los venezolanos y venezolanas estén
esperando con una invasión, con banderitas yanquis de bienvenida. Tal idea es
una falsedad que solo pueden creer aquellos cipayos que están obnubilados por
los dólares prometidos.
Por tales razones, con el objetivo de fortalecer más aún la
unidad del pueblo, creemos necesario que el gobierno acelere el Plan Económico
de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad, apelando a la participación y
protagonismo popular.
La guerra económica declarada por el imperialismo y sus
aliados al pueblo venezolano, tiene que ser contrarrestada de forma urgente y
categórica.
Aliviar al pueblo trabajador de esos pesares, sin descuidar
otros aspectos vinculados a la lucha contra la corrupción y la ineficiencia,
renovará inmediatamente los bríos antiimperialistas y patrióticos de las
grandes mayorías populares. Esta batalla, por lo tanto, no es menor ni menos
importante que aquellas que se libran en los frentes político, mediático o
militar, sino que tiene carácter estratégico en el momento actual.
En el plano internacional el bolivarianismo y el presidente
constitucional Nicolás Maduro cuenta con el apoyo de los gobiernos que
representan el 80 por ciento de la población mundial, entre ellos Rusia, China,
Turquía y la India, siendo los países emergentes y la mayoría de los países del
llamado Tercer Mundo solidarios con el gobierno venezolano o, al menos,
contrarios al injerencismo norteamericano. La reunión del Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas así lo testimonia.
Lo que se está jugando entonces en Venezuela es mucho, y no
solo para los venezolanos y venezolanas, sino también para el destino de los
pueblos de la región y del mundo. El escenario político venezolano es hoy el
escenario de la política internacional en disputa.
¿Podrá esta vez triunfar la verdad, la razón y la justicia?
Creemos fervientemente que sí, en tanto y en cuanto los revolucionarios y
patriotas de Venezuela y nuestra América, junto a los gobiernos y pueblos del
mundo que se oponen a la barbarie imperialista nos movilicemos en pos de la
verdadera democracia, el respeto a la autodeterminación de los pueblos y la
paz.
fernando.bossi.rojas@gmail.com
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