Finalmente, en los días 6 y 7 de febrero tuvieron lugar en
Montevideo dos instancias importantes en pos de buscar las mejores alternativas
de diálogo en aras de la superación de la crisis social por la que atraviesa la
hermana República Bolivariana de Venezuela.
En un artículo anterior (“Días aciagos para nuestro
continente” del 25 de enero https://www.alainet.org/es/articulo/197775 )
saludábamos la digna actitud de los gobiernos de México y Uruguay en propiciar
este diálogo, basados en su tradición de respeto a principios rectores del
derecho internacional tales como el de no intervención en asuntos internos de
otros países y de respeto a la autodeterminación de los pueblos; contrastando
con la deleznable maniobra del imperialismo estadounidense y sus aliados
europeos de inventar para luego “reconocer” como “Presidente Encargado de
Venezuela” a un oscuro y desconocido personaje (salvo para la CIA y su
subsidiaria la NED) circunstancialmente al frente de la Asamblea Nacional.
Y por supuesto con la suma de los reconocimientos del coro
de los “estados unidos y obsecuentes” reunidos en el llamado Grupo de Lima a
principios de enero, previo a la asunción del Presidente Maduro el día 10.
Más que “Presidente Encargado”, este patético sujeto cumple
el triste papel, con sus marchas y contramarchas, de “presidente por encargo”.
Si este episodio no formara parte de un grave proceso que
podría desembocar en una intervención militar extranjera en suelo venezolano,
sería propio de un vodevil de segunda categoría.
Parecido no es lo mismo
Debemos establecer el origen de estas dos reuniones
realizadas en la misma ciudad con un día de diferencia.
Ambas en definitiva respondieron a la iniciativa de los
gobiernos de México y Uruguay formulada en el comunicado conjunto de fecha 23
de enero.
El día miércoles 6 de febrero se reunieron el presidente de
Uruguay Tabaré Vázquez, su canciller Rodolfo Nin Novoa y el Secretario de
Relaciones Exteriores de México Marcelo Ebrard.
De acuerdo al comunicado conjunto emitido, suscrito además
por representantes de la Comunidad de Estados del Caribe (CARICOM) se crea el
llamado “Mecanismo de Montevideo”, que consta de las siguientes cuatro fases:
1 diálogo Inmediato: sirve para generar las condiciones para
que los actores involucrados entren en contacto directo "en un ambiente de
seguridad".
2 negociación: en esta etapa se presentan los resultados de
la fase de diálogo a las contrapartes, se buscan los puntos en común y las
áreas de oportunidad para flexibilizar las posiciones de cada uno; y se
identifican los acuerdos potenciales.
3 compromisos: a partir de los resultados de la fase de
negociación, se construyen y se suscriben acuerdos, "con características y
temporalidad previamente establecidas".
4 implementación: con acompañamiento internacional se
materializan los compromisos asumidos en la etapa anterior.
En síntesis, la propuesta plantea la posibilidad de que se
establezca un diálogo sin exigencias previas a ninguna de las partes
involucradas.
Al día siguiente se reunió el llamado “Grupo de Contacto
Internacional” (GCI); iniciativa en la cual confluían los llamados al diálogo
tanto de México y Uruguay como los del Secretario General de la ONU Antonio
Guterres.
Este grupo lo componen la Unión Europea (representada por su
vicepresidente y Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de
Seguridad de la Unión Europea, Federica Mogherini), España, Italia, Portugal,
Suecia, Alemania, Francia, Países Bajos y Reino Unido, Costa Rica, Ecuador,
Bolivia y Uruguay. Asimismo participó México que no es miembro del mismo. Por
lo tanto sólo Uruguay es miembro pleno en ambas instancias.
En esta reunión como era de esperar, se presentó al pleno el
proyecto del antes citado “Mecanismo de Montevideo”.
Sin embargo las conclusiones de esta reunión, plasmadas en
una breve declaración final de la misma, difieren – en los contenidos de
algunos de sus párrafos – notoriamente desde el punto de vista conceptual
respecto a la propuesta del Mecanismo de Montevideo.
Citemos algunos ejemplos:
El párrafo 2: “El GCI
apunta a forjar un abordaje internacional común para apoyar una resolución
pacífica, política, democrática y propiamente venezolana de la crisis
excluyendo el uso de la fuerza a través de elecciones presidenciales libres,
transparentes y creíbles, de acuerdo a la Constitución venezolana.”
A contrario sensu, se podría inferir la afirmación de que
todas o algunas de las elecciones realizadas hasta ahora en Venezuela no han
sido libres, transparentes y creíbles, o no han estado enmarcadas en la
Constitución venezolana. Afirmación temeraria cuando desde la llegada de Hugo
Chávez al gobierno han habido no menos de 23 elecciones con sistema de voto
electrónico monitoreado tanto por delegados de las fuerzas políticas
participantes como de un gran número de observadores internacionales. Incluso
el ex – Presidente Jimmy Carter (cuyo instituto, el Centro Carter monitoreó
varios comicios) aseguró que el sistema electoral venezolano era el más seguro
y garantista del mundo.
En el párrafo 3: “El GCI destaca que las libertades
fundamentales y los derechos humanos de todos los venezolanos debe ser
respetada. Deplora los muertos y heridos causados por el excesivo uso de la
fuerza y subraya que el uso de la violencia no es nunca una solución.”
Va de suyo que todos deploramos los muertos y heridos
víctimas de la violencia en cualquier sociedad y bajo toda circunstancia. Pero
el término “excesivo uso de la fuerza” se utiliza en forma inequívoca en
cualquier declaración para referirse a excesos en el accionar de los cuerpos
represivos de un Estado.
Se deduce entonces que para el CGI los episodios de
violencia han sido protagonizados exclusivamente por los efectivos policiales o
militares.
Cuesta creer tanta ignorancia por parte de dirigentes
políticos internacionales. ¿O acaso ignoran lo que han sido las llamadas
“guarimbas” organizadas por grupos de choque de la derecha que causaron decenas
de muertos, algunos quemados vivos como Orlando Figuera en mayo de 2017, o el
intento de incendiar las oficinas de la Fiscalía del Estado en febrero del año
2014 con su titular dentro?. Evidentemente la redacción de este párrafo no
resiste el menor análisis.
El párrafo 5: “El GCI también reconoce la crisis humanitaria
que se continúa profundizando día tras día, afectando a millones de
venezolanos. El Grupo expresó su compromiso de desplegar más asistencia en áreas
de necesidad y coordinar su entrega en conjunto con el Representante Especial
de la ACNUR/OIM, Sr. Eduardo Stein.”
La primera frase bordea el cinismo cuando se refiere a una
“crisis humanitaria” como caída del cielo, evitando toda mención al bloqueo por
miles de millones de dólares que su aliado Trump lleva adelante con la empresa
venezolana CITGO con más de 5.000 estaciones de servicio en los EUA impidiendo
el envío de los fondos de esta empresa a Venezuela.
Y luego lo remata con su “abnegado” compromiso de brindar
asistencia en áreas de necesidad, etc.
Me hace acordar a un viejo dicho: “Que viva el Marqués de
Pombal; que primero hizo a los pobres y después el hospital”.
En una actitud coherente que los enaltece, Bolivia y México
se negaron a firmar esta declaración cuyo espíritu va en contra de los
prudentes pasos planteados en la propuesta del Mecanismo de Montevideo.
Lamentablemente no podemos decir lo mismo de Uruguay que
siendo miembro en ambos ámbitos, en una actitud incoherente que le resta credibilidad,
suscribe esta declaración del GCI que denota el carácter injerencista contrario
al derecho internacional ya manifestado en otros ámbitos por los países
europeos y los del Grupo de Lima.
Por eso lo del título: ¿a dónde vas Uruguay? -
carlos.flanagan@gmail.com
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