En Libia, el pretexto era que el ‘dictador' Muamar Gadafi
violaba los derechos humanos, específicamente, de los de piel oscura.
Se pretende ofrecer ayuda humanitaria a Venezuela para
colarle una responsabilidad de proteger. Ambos son conceptos, mas no normas
de Derecho Internacional, que motivan debates teóricos. Pero no hay ni tratados
ni decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU que las avale. La Asamblea
General solo recomienda.
La ayuda humanitaria se deriva del derecho humanitario. En
cambio, la responsabilidad de proteger se ha aplicado como derecho de intervención,
un delito que no puede constituir un derecho o una responsabilidad.
Como expresidente del Servicio Paz y Justicia en Panamá
(Serpaj-Panamá), participé hace 16 años en una reunión de la ONU en Costa Rica
para examinar dichos conceptos, invitado por la Fundación para la Paz de Oscar
Arias. Propuse (y fue aceptado) que Centroamérica rechazara la ‘responsabilidad
de proteger', mientras no se aclarara que el Estado receptor de ayuda debía
autorizarla para que no fuese una facultad intervencionista.
La ayuda humanitaria y la responsabilidad de proteger' de
EUA han ocasionado millones de muertos, heridos y desplazados en Irak,
Yugoslavia, Libia, Somalia y Siria, entre otros países. Yugoslavia fue invadida
sin aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. Slobodan Milosevic,
presidente constitucional de Serbia, fue acusado de limpieza étnica y genocidio
por EUA y la OTAN y encarcelado por el Tribunal Penal Internacional. Diez años
(2016) después de su fallecimiento, en extrañas circunstancias, dicho Tribunal
lo exoneró de todas las acusaciones.
En Libia, el pretexto era que el ‘dictador' Muamar Gadafi
violaba los derechos humanos, específicamente, de los de piel oscura. Pero
Libia tenía los más altos índices de desarrollo humano y el PIB más alto de
África. Es cruel paradoja que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU había
premiado un año antes a Libia por el progreso obtenido justamente para su
población de color. El motivo real era otro: Gadafi intentaba abandonar la zona
del dólar e instaurar moneda propia en el continente africano.
Gadafi fue atrozmente asesinado por hordas terroristas que
dejaron al país en un caos, repartido entre bandas criminales y sin
posibilidades de restaurar institucionalidad alguna. En la piñata que hicieron
con Libia, Bélgica le robó billones de dólares a Gadafi. Igualmente, EUA y el
Reino Unido le han incautado billones de dólares a Venezuela y destruido su
economía, aplicando pérfidamente el binomio de ayuda con intervención.
No puede ayudarse ni protegerse a ningún Estado sin su
aprobación. Claro está que EUA no quiere proteger sino destruir a Venezuela,
por lo que la presunta ‘ayuda humanitaria' que debe preceder toda
‘responsabilidad de proteger' se desploma como castillo de naipes.
Veamos el caso de Panamá. No había ningún problema con
Manuel Antonio Noriega hasta que este rechazó decenas de órdenes de Washington
(10 diciembre 1985); en primer lugar, que Panamá encabezase un ataque a
Nicaragua sandinista y rompiera con Japón, que intentaba ampliar el Canal. De
haberse sometido Noriega, todavía estaríamos contando cadáveres y viendo cómo
carajo expulsar a las tropas de EUA.
Las sanciones de enero de 1988 calificaban al —Régimen
Noriega-Solís Palma— como ‘extraordinario peligro para la seguridad nacional de
EUA' en un decreto que calcaron para guillotinar a Venezuela en 2016. EUA
‘reconoció' a Eric Arturo Delvalle como presidente, designado sin elecciones
por una Asamblea que más tarde lo proclamó como ‘traidor'. El marioneta huyó a
Washington, que incautó cientos de millones de dólares del pueblo panameño, de
los cuales le arrojaron una pitanza a un fantasmagórico ‘Gobierno en el
exilio'.
Washington se apropió en Miami de dos aviones de Air Panamá
y aplicó sanciones comerciales, económicas, bancarias, monetarias y
diplomáticas, además de retener los pagos anuales (en violación del Tratado)
que la Comisión del Canal de EUA debía entregar a Panamá.
Con los dineros robados, Washington le donó a la oposición
oligárquica diez millones de dólares para que ganaran las elecciones de 1989
(no hubo informe de gastos) intervenidas por agentes de la CIA que el Gobierno
de Noriega capturó infraganti.
EUA produjo una ‘crisis humanitaria' (el dólar, moneda
circulante, desapareció), y Washington apoyó una Cruzada Civilista para
impulsar ‘el fin de la dictadura', porque ‘ponía en peligro el Canal y las
vidas de estadounidenses', algo que desmintieron los jefes del Comando Sur y
del Estado Mayor Conjunto de la Casa Blanca, que se oponían a la invasión y por
eso fueron despedidos.
La DIA (Defensa) y la CIA fracturaron a las Fuerzas de
Defensa, les incautaron sus armas, desmantelaron el aparato militar (que no era
ejército y carecía de fuerza aérea o naval) y juramentaron en la base militar
de EUA en Clayton a un régimen marioneta, algunos de cuyos miembros sí tenían
expedientes comprobados en Atlanta y Miami por narcotráfico y lavado de dinero.
Hubo un cambio de régimen con un uso de la fuerza no
autorizado por el Congreso, por la OEA o por Naciones Unidas, que condenó la
invasión.
¿Y la tan cacareada ‘ayuda humanitaria'? Prohibieron entrar
a la prensa nacional y extranjera; encarcelaron a miles en campos de
concentración y ametrallaron a la Cruz Roja. La única ayuda humanitaria real
que intentó llegar —principalmente de Cuba— fue detenida en la frontera entre
Costa Rica y Panamá, en Paso de Canoas.
El libreto, pues, está servido, pero los tiempos han
cambiado, y Venezuela no es Panamá.
Internacionalista
opinion@laestrella.com.pa
0 comentarios:
Publicar un comentario