A cuarenta y ocho horas de asumir la presidencia de Brasil,
el capitán-presidente Jair Bolsonaro, se enfrentará a un gran escándalo de
corrupción que tiene como protagonista a su esposa Michell y su hijo Flavio,
diputado estadual por Rio de Janeiro y recién electo senador. La historia parte de las investigaciones
realizadas por el Consejo de Control de Actividades Financieras, entidad del Ministerio de Hacienda que
detectó movimientos inusuales por 305 mil 330 dólares en las cuentas de
Fabricio Queiroz entre 2016 y 2017.
Según ese organismo oficial era “atípica” la cantidad de dinero que manejaba
Queiroz, ex policía e íntimo amigo del
futuro mandatario y chofer y guardaespaldas de Flavio Bolsonaro desde
hace 10 años.
Aunque Queiroz, negó
ser testaferro de la familia Bolsonaro, pero no tiene como explicar que con un salario de 3,000 mil dólares,
pueda tener en su cuenta bancaria una cifra de miles de dólares, el ex-policía declaró en
entrevista con la red SBT, que ese dinero provenía del negocio de compra y venta de autos, pero
no ha podido esclarecer los movimientos de dinero por los que es investigado y que involucra a
la esposa y futura primera dama, Michellet y a su hijo Flavio Bolsonaro al
depositarle en sus cuentas altas cifras en dólares.
Según el diario argentino, página 12 , al parecer y de acuerdo a la investigación periodística de
Dario Pignotti corresponsal en Brasilia, “este hecho de corrupción ha dado
surgimiento al Bolsogate brasileño” y en mi opinión según como influya sobre la justicia
brasileña, el electo Presidente pueda o
NO profundizar en la investigación sobre
la existencia de una presunta organización delictiva formada por Jair
Bolsonaro, su familia y policías retirados
que conforman una banda paramilitar, dedicados a lavar dinero de
sobornos recibidos de empresas de
transporte, que tributan al clan familiar del Presidente, según lo denunció el
diputado por el Partido de los Trabajadores (PT) Rogerio Correia.
El poder judicial brasileño carece de reputación por no
cumplir con los principios de transparencia, imparcialidad y honradez, por decisiones tomadas en estos últimos tiempos,
todas contrarias a los tres principios
arriba expuestos. El caso más conocido
es él del ex presidente Luis Ignacio Lula Da Silva condenado a 12 año de
prisión por un delito que no cometió y que el tristemente célebre juez Sergio
Moro obviamente nunca pudo probar, todo fue orquestado, para impedir que Lula
se presentara como candidato a la presidencia de Brasil en las pasadas
elecciones, era necesario inhabilitarlo por ser el favorito ganador en todas
las encuestas, ahora el “célebre” juez recibirá la
recompensa, sí se hace real que el presidente Bolsonaro lo nombrará ministro de Justicia.
De ser designado ministro de Justicia, Sergio Moro, según
los analistas brasileños no es descartable, que el “Bolsogate” pudiera ser
borrado del proceso investigativo en curso, apoyado por los medios de
comunicaciones que forman parte del ya
famoso Cartel de la Información y que tan buenas relaciones tienen con el
Cartel de la Toga carioca, y comenzará a imperar la impunidad en el Brasil del
facistoide gobierno de Jair Bolsonaro,
que se iniciara el próximo 1 de enero
del 2019.
La crisis política que se avecina para ese gran país al sur de nuestra región, esta
expresada en el descontento popular que no solo rechaza la política exterior
anunciada por el electo Presidente, y
que según el informe del Instituto Datafolha, siete, de cada diez brasileños lo
adversan y se muestran muy descontentos por dar prioridad a las relaciones e
intereses de Estados Unidos y prácticamente subordinarse a
Washington y a las relaciones con Israel.
Según información del Departamento de Estado a la ceremonia
de investidura del presidente Bolsonaro,
asistirá el Secretario de Estado Mike Pompeo y la agenda de este con el nuevo
mandatario contempla fortalecer el comercio e inversión de Estados Unidos con
Brasil y muy especialmente en tecnología, defensa y agricultura. En cuanto a
política latinoamericana Pompeo le expresará al nuevo mandatario las
preocupaciones de su gobierno sobre el peligro que representan Cuba, Nicaragua
y Venezuela para la región y las amenazas de un aumento de la presencia de
China en Latinoamérica.
En realidad, el representante de Washington, conoce bien las
posiciones de Bolsonaro sobre estos tres países, la decisión de no invitar a
los gobiernos de Cuba y Venezuela a su investidura es una repugnante y censurable posición política y diplomática. Su conducta anti
integracionista las demostró cuando de forma insultante trato el tema
del programa Brasil-Cuba de Mais Médico, que provocó la digna decisión
del gobierno cubano de retirar los médicos de la isla. Esa política de
Bolsonaro sobre el programa de Mais Médico, provocará que 60 millones de la población
brasileña dejaran de recibir el servicio de salud, según han confirmado
autoridades de la Organización Panamericana de Salud, de organismos de salud
brasileños y la ex presidenta Dilma
Ruseff.
Se hace evidente que Estados Unidos, tendrá en Bolsonaro su
mejor aliado para atentar contra la integración latinoamericana, ya de hecho
erosionada por otros corifeos de la región, como los gobiernos de Argentina,
Chile, pero especialmente Colombia, cuya política anti- venezolana y de
constantes provocaciones, pueden
llevar a un no deseado conflicto armado
por el gobierno y pueblo venezolano, apoyados estos últimos por la mayoría de los gobiernos y pueblos latinoamericano.
En esa cuerda Estados Unidos tendrá a Brasil y Colombia como
fuertes aliados, para hacer el trabajo sucio, que por indicaciones de
Washington, desde la OEA promueve el
Secretario General de dicha organización, el uruguayo Luis Almagro, cuya
expulsión del Frente Amplio, lo marca como un ser humana y políticamente
despreciable.
Para el pueblo brasileño el Gobierno que se inicia el
próximo 1 de enero, le puede traer serios y difíciles momentos en la vida
política, económica y social de acuerdo a los anuncios discriminatorios y
excluyente hechos por el Presidente, quien además se presenta como juez y señor de juzgar que sistema y
democracia debe regir en nuestros
países, una conducta nada diferente a la
del presidente Donald Trump. Brasil que
es una gran nación y que siempre gozó de una plena independencia y le disputaba
a Estado Unidos la hegemonía en la
región, con Jair Bolsonaro en la presidencia, se convertirá en una despreciable
República Bananera subordinada a Washington.
jorgarcia726@gmail.com
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