Por Rolando Prudencio Briancon:
La sorpresiva reunión sostenida entre el primer ministro
israelí Benjamín Netanyahu, y el recientemente electo presidente brasilero Jair
Bolsonaro, tiene en la forma, una serie de susceptibilidades, y en el fondo más
aún, por cuanto, tomando en cuenta la forma, Netanyahu no es que ha estado
invitado al acto protocolar de la toma de posesión en sí de Bolsonaro, sino que
anticipó su presencia para mantener reuniones previa con Bolsonaro, y que según
portavoces del nuevo presidente brasilero fue para tratar asuntos de interés
común, relacionados al asesoramiento “tecnológico” en distintas áreas, para
luego retornar a su país, sin haberse quedado a participar en el acto de toma
de juramento de Bolsonaro. Vale decir que hubo un interés urgente que tratar, y
que pesó más que asistir al acto. ¿Qué los acuerdos de cooperación tecnológica
sean tan apremiantes para tratar sólo eso y mandarse a marchar? Poco creíble.
Pero no sólo es ése hecho en sí, sino el perfil político que
representan ambos presidentes que, dentro una nueva reconfiguración político
global en el planeta, luego del resurgimiento de las retrógradas fuerzas en
América latina, que van ascenso desde que llegó Trump al trono en los EE.UU.,
pasando por la reciente elección de Duque en Colombia, Piñera en Chile, Macri
en Argentina; y hoy Bolsonaro en Brasil, sin mencionar que pese a que en el
Perú, hay hoy un presidente conservador como Vizcarra -acompañante de partido
del derechista Kuscinzski- y en el Ecuador un traidor como Lenin Moreno; a lo
que se debe la presencia de Netanyahu, es asesorar a Bolsonaro sobre el rol que
le toca jugar al Brasil, como el su imperialismo -como lo han tipificado- en el
resto de la región, exceptuando a los EE.UU., que es en sí el imperio.
Y es que es a partir de un diseño de división entre: Zonas
Seguras y Zonas No Seguras, que hoy está partiendo el mundo para controlarlo
por regiones, tal cual es el papel que neocolonialmente juega Israel en el
Medio Oriente; que el papel que el Brasil jugará en Latinoamérica, será el de
un gendarme geopolítico; muy similar al que el sionismo israelita desempeña
sometiendo al Estado palestino y otros, respaldado por los EE.UU., como ha ocurrido
en Libia o Siria.
Ciertamente que puede ser una alarmista exageración, pero
nada es casual política, como no es un hecho menor que un cobarde genocida y
neocolonialista, como Netanyahu se adelante a reunirse con un neofascista como
Bolsonaro, cuando hoy en el mundo el fascismo está recuperando terreno.
prudenprusiano@gmail.com
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