* Por Sofia Freire Dowbor:
Nieta de Paulo Freire.
Unas horas después de haber asumido Jair Bolsonaro, siento
bronca. Mucha bronca. Me duele ver un presidente que no va a representar ni a
defender los derechos de un pueblo, pero que fue elegido democráticamente en
una elección que se inserta en un cuadro más amplio, de una ola conservadora
que está barriendo el país, las américas e incluso Europa.
Bolsonaro propuso entrar con un “lanzallamas” al ministerio
de Educación para erradicar hasta el último vestigio que nos dejó mi abuelo.
Quiere anular el pensamiento crítico y el trabajo grupal. La crisis educativa
en Brasil es un proyecto político: una educación de calidad, consciente y
liberadora sería una gran amenaza para la clase dominante de uno de los países
más desiguales del mundo. La enseñanza pública viene, desde la profundización
del neoliberalismo con el golpe de Temer en 2016, pasando por un proceso de
desmonte, que se profundizará con él en el poder: sus propuestas no son
conexas, claras o estructuradas. Lo que sí se puede entender de sus
declaraciones es que encara esta área tan fundamental para el desarrollo de la
sociedad como una mercancía más en su lógica privatizadora.
El flamante presidente apoya la Base Nacional Curricular
Común, que propone que sólo las áreas de lengua y matemática sean obligatorias
en la currícula, desvalorizando a las ciencias naturales, humanas y sociales.
Además, promulga la censura a los profesores a través del Proyecto de Ley
Escuela sin Partido, que dice erradicar el “adoctrinamiento ideológico”; quiere
ampliar la educación a distancia a partir de los seis años, debido a que
miembros de su gabinete son empresarios en ese rubro; y busca cobrar
mensualidades en las universidades públicas. Pero esto no es todo: también
apoya la ley que congela los gastos en educación y salud por los próximos
¡veinte años! En definitiva, la educación es el fiel reflejo de un proyecto
neoliberal que se radicalizará en nuestro país.
Me invade el alma tamaña injusticia, cuando veo que
desprestigian el legado de Paulo Freire. Con ayuda de los medios de
comunicación dominantes, e incluso de fake news, se construyó una campaña
basada en emociones y no en la racionalidad, manteniendo la narrativa falsa de
que el Partido de los Trabajadores (PT) fue el partido más corrupto. “Una
mentira repetida mil veces se vuelve verdad”, aseguraba una máxima de la
estrategia de comunicación del nazismo. Con su asunción, llegan a ocupar cargos
políticos personas que apoyan un discurso totalitario y afirman que “el error
de nuestra dictadura militar fue haber torturado en vez de matar más personas”.
¡Es temible nuestro futuro! Siento una inmensa angustia, por mí y por el resto
de mis hermanas y hermanos.
Desde las prácticas educativas populares podremos
comprendernos, aumentando nuestra capacidad de transformación, ocupando los
espacios políticos, reivindicando debates y combatiendo los retrocesos
institucionales de nuestra política; luchando en las escuelas, en las
periferias, partiendo del afecto, construyendo caminos hasta lograr la
libertad, esa que tanto les molesta. Hoy más que nunca, la educación popular
resulta fundamental para generar un ser colectivo, porque como bien decía mi
abuelo “si la educación no es liberadora, el sueño del oprimido será
convertirse en opresor”.
No nos quedaremos dormidos, aunque anestesie el televisor…
El pueblo brasilero en la calle,
¡será nuestro motor!
Brasil ha dado grandes Hombres tanto en lo religioso,Heder Camera,Leonardo Boof,Fray Beto entre tantos cotros y en la educación Paulo Freire Grandes hombres y tambien ,miserables,como el actual presidente,y toda la banda que lo rodea desde adentro y de afuera el "santo patrocinio" del monstruo eeuu y su afan de dominio.Pero ya le queda poco en elsfinal veremos cosas muy violentas para nuestros pueblos
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