lunes, 3 de diciembre de 2018

Almagro y su acérrimo acento de cipayo yanqui contra Cuba


Por Rolando Prudencio Briancon: 

Todo idioma hablado por cualquier ciudadano del mundo tiene un acento especial. Por ejemplo, el acento caribeño es muy parecido al que se habla, ya sea en Cuba, Puerto Rico, Honduras, o cualquier país centroamericano. Claro que cada uno tiene un dejo especial.

Ese es el caso por ejemplo de la pronunciación del español por parte de los argentinos y los uruguayos, que es muy similar. Desde luego que aunque son muy parecidos, no dejan de haber las diferencias -como las que hay éntrelos centroamericanos- y no tanto en el tono, sino en cuanto a lo que difamadoramente se dice, con la clara intención de injuriar a un país que como Cuba ha demostrado desprendidamente solidaridad con sus pares, que es el canallesco caso de Luis Almagro.

Y es que realmente es reprochable que Luis Almagro alevosamente acuse a: “Gente con acento cubano”-como si además el mismo no pudiese ser fingido- de estar detrás de las torturas de 11 venezolanos dentro la misma Venezuela, cuando perfectamente sabe cómo ex simpatizante tupamaro, la vocación internacionalista de la Revolución cubana, que la gente con acento cubano es la del “acento de la solidaridad” que practican en las misiones Barrio Adentro en las barriadas pobres de Caracas, atendiendo afecciones de salud, o de alfabetización. O el de la lucha contra el ébola en Sierra Leona que ha sido desbordantemente destacado por la presidente de la OMS Margaret Chan.

 Claro que por contrapartida el acento de alevoso agente proyanqui es el que expresa a cabalidad Almagro; y no sólo por esta acusación contra Cuba, sino por el pelele papel que juega como Secretario General de la OEA, quien se quedó caninamente callado cuando hace poco EE.UU., e Israel votaron porque siga el embargo estadounidense contra Cuba. ¿No era acaso el momento de que Almagro como latinoamericano y secretario de la OEA le pida cuentas a Trump por esa su trasnochada insistencia de mantener el embargo; a pesar de que son los únicos dos que quedan? ¿O su infame insistencia de mantener el decreto -ratificado por Trump- que declara a Venezuela una amenaza para los EE.UU.? ¿Por qué Almagro no tuvo, y no tiene el valor de pedirle cuentas a Trump en su calidad de Secretario General de la Organización de los Estados AMERICANOS, sobre enfermiza obsesión contra Cuba y Venezuela?

La respuesta es más que obvia. La oscurantista orden de tirar a matar contra Cuba vino desde Washington, y este su cipayo sirviente tiene que ganarse unos porotos.
No pudieron con Cuba más de una docena de presidentes, y tampoco podrá éste trasnochado orate de Trump, ni su malnacida mascota de Almagro que se queda callada ante el amo, pero ladra contra la revolución cubana y venezolana, porque pese a quien le pese siguen avanzando.

prudenprusiano@gmail.com

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