martes, 9 de octubre de 2018

Vámonos Patria a Caminar… Yo Te Acompaño Parte (III)


Por Roy Daza:
Cuando el estudio de estos temas amplía el horizonte analítico, entonces, permite ubicar una de las cinco grandes contradicciones del sistema capitalista a escala planetaria: la que existe, objetivamente, entre el imperialismo y los estados nacionales, en particular, con aquellos que ejercen plena soberanía sobre los recursos naturales, “Estamos entrando a un momento histórico donde las adversidades fundamentales van a seguir siendo fuerzas externas imperiales que se resisten a un Estado soberano”. [García Linera: 2010]

Pudiera ser distinto en otras regiones, pero, al menos en Suramérica la viabilidad de un proyecto de desarrollo sostenible está relacionada con la movilización de sus recursos naturales, con la innovación científica, con la forja de una nueva arquitectura financiera, con la integración de sus cadenas productivas, con la interconexión de sus mercados, con la articulación de las políticas sociales, no obstante, la experiencia reciente enseña que tales objetivos requieren, también, de una nueva arquitectura política, parlamentaria, ciudadana, jurídica. Sin dejar de incluir el debate autocrítico, no cabe la menor duda, que la integración es una política correcta y “responde a las necesidades de los pueblos”, más temprano que tarde, las doce banderas suramericanas ondearán de nuevo en la sede de Unasur, en Quito.

Cuando estamos exactamente a diez años del crack de la economía mundial, del derrumbe del sistema financiero, de la quiebra de los más poderosos bancos del planeta, se habla de la posibilidad de un nuevo sisma, que sería la derivación de no haber atacado las causas del fenómeno, hay que apuntar, entonces, una de las consideraciones del Informe Stiglitz: “La rápida propagación de la crisis financiera desde unos pocos países desarrollados hasta absorber la economía mundial es una prueba tangible de que es necesario reformar a profundidad el sistema financiero y comercial internacional para que refleje las necesidades y las nuevas condiciones del siglo XXI. Las crisis económicas anteriores afectaron de una forma desproporcionada a los pobres, que son los que menos pueden soportar los costos que conllevan las crisis y que pueden sufrir sus consecuencias mucho tiempo después de superadas”.

Sobrepasa en mucho a este brevísimo ensayo, las consideraciones acerca de la situación actual de la economía mundial, pero lo cierto es que las recomendaciones, a las cuales se ha hecho referencia, no han sido tomadas en cuenta por las instituciones financieras internacionales y por los gobiernos de las naciones industrializadas, por tanto, no es ninguna exageración plantear que la economía basada en la financiarización estaría llegando a un límite, que no podrá ser superado sin otra crisis, pero, por encima de todo, que tal realidad provoca retrocesos insólitos en materia de desigualdad social, dado que el rendimiento del capital está muy por encima del crecimiento de la producción y el comercio real [Ver Piketty: P/15]; además que la renta del capital aumenta en la medida en que cae la renta del trabajo produciendo desigualdades sostenidas en el tiempo y cada vez más profundas [Vincenc Navarro: block], fenómeno que se expresa en lo que ya denunciaba Tomas Palley, cuando dice que “es ésta una ‘economía de barcazas’ donde las fábricas se van flotando de un país a otro, en busca de menores costos, se ha creado una infraestructura legal y política para sostener la producción y debilitar la mano de obra”.

Adelantándose a lo que viene el entramado de poder del Estado estadounidense dio un primer viraje con la política desarrollada por el presidente Barack Obama, quien destinó la descomunal cifra de 700 mil millones de dólares para salvar a las entidades bancarias quebradas, y un monto similar destinado a la inversión, la economía se fue recuperando y volvió a la línea de crecimiento moderado.

Ahora, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se produce un vuelco, su plan de gobierno puede resumirse en: proteger a la industria y al comercio de los Estados Unidos; dinamitar el esquema de la globalización, amenazando, incluso, con salirse de la Unasur,minimizar los diversos tratados de libre comercio; abandonar el Acuerdo de París sobre cambio climá  Rusia y China, y todo el arco de países emergentes que se reúnen en la Organización de Solidaridad de Shanghái; desconocer unilateralmente el acuerdo sobre energía nuclear con Irán; pactar con Corea del Norte, en síntesis: “mantener un equilibrio de poder mundial que tenga como centro a Estados Unidos”.
tico; desestabilizar a la Unión Europea; quebrar la integración suramericana; devolver a sus país a las “fábricas barcazas”; frenar el auge de China y su proyecto de la “ruta de la seda”; torpedear la alianza entre

Esta línea de acción ha derivado en una guerra comercial con China, en la sistemática agresión contra Venezuela, en nuevas sanciones económicas contra Rusia, ahora también, contra Turquía, la renovación del cerco contra Irán, la amenaza de introducir tropas en Siria, cuando los grupos terroristas han sido derrotados por el ejército y el pueblo sirio con la cooperación de Rusia. Trump no es ningún populista, como dicen algunos, Trump es un imperialista, que retoma una línea de proteger a su economía, de allí las fuertes medidas arancelarias, particularmente las del acero y el aluminio. El mandatario norteamericano entiende que debe reacomodar la economía, que aunque ha experimentado un crecimiento nada despreciable, sabe que la suma de las capacidades productivas y de mercado de los BRICS [Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica] ha de superar en un tiempo relativamente corto a la economía norteamericana, y eso es un asunto geoestratégico de primer orden.

En un texto de singular importancia, el profesor Ha-Joon Chang, desde la Economía Política profundiza en cuanto a las oscilaciones entre “librecambismo” y “proteccionismo” de las que son hoy las naciones con mayor desarrollo del mundo, “ Al tratar de alcanzar las economías punteras, los actuales países desarrollados aplicaron políticas intervencionistas en el desarrollo de la industria, el comercio y la tecnología con el objeto de promover las industrias nacientes”, y ahora, estos mismos países industrializados cuestionan a las naciones en desarrollo por aplicar medidas proteccionistas, y levantan a escala planetaria el discurso del libre mercado y las fórmulas que por excelencia dictan las instituciones financieras internacionales, como el FMI, y se pregunta: “¿están los países desarrollados “pateando la escalera” al insistir a los países en desarrollo que adopten políticas e instituciones que no fueron las que aplicaron para alcanzar su propio desarrollo?”

[Ha-Joon Chang. (2011): Pateando la escalera. P/215]
El meta-relato de la globalización neoliberal se fundamentó en la necesidad de romper las barreras que el proteccionismo impone, propagaron un poderoso discurso que incentivaba a la apertura “total” de los mercados de las naciones en desarrollo, a la privatización de las empresas estatales, a la desregulación del sistema financiero internacional, a la desregulación del mercado laboral, a la sustitución del Estado en la atención de las políticas sociales por entes asociados o enteramente dirigidos por la iniciativa privada, y el redireccionamiento del Estado para los fines de la acumulación acelerada de capital.

La realidad económica mundial ha dado un viraje, la dinámica no está, ahora, en el ámbito del comercio internacional y la “burbuja financiera” comienza a mostrar sus límites y peligros, y aunque los influyentes “tanques de pensamiento” del dogma neoliberal no lo quieran reconocer, el llamado “Consenso de Washington” se agota como “idea-fuerza”, ya no es capaz de dar respuesta a las transformaciones en curso, y es en ese escenario en el que aparece Donald Trump poniendo en práctica una política proteccionista, tomando decisiones que lo enfrentan con China y Rusia y genera no pocos disensos con la Unión Europea. Quien sale en defensa del libre mercado es el líder comunista, Xi Jinping.

Hay que reconocer que el meta-discurso de la globalización puso en movimiento inmensas fuerzas productivas e intelectuales, pero tal fenómeno comienza a desvanecerse ante las nuevas realidades, y mientras eso pasa, el otro meta-relato, el de la nueva rebelión universal, apenas germina, una de sus semillas, el “Consenso de Nuestra América”, tiene una importancia vital.

Volviendo a la primera línea de este pequeño ensayo, podemos afirmar que el análisis de la situación concreta lleva a concluir que la tarea prioritaria del movimiento popular en Venezuela, en las actuales circunstancias, es la defensa de la Patria, en todos los terrenos, y que la primera línea de batalla en curso, no es otra que la recuperación económica, que ha de ser obra de todo el pueblo, y es por eso que tomando un verso del gran poeta guerrillero guatemalteco, Otto René Castillo, decimos a los cuatro vientos:
¡Vámonos Patria a caminar, yo te acompaño!

[Roy Daza, militante revolucionario, escritor y periodista venezolano, forma parte de la Comisión de Asuntos Internacionales del PSUV]
dazaroy@gmail.com

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