Por Verónica Reyes:
A imagen y semejanza de sus lugares de culto, que se
multiplican en las diversas capitales latinoamericanas, los movimientos
evangélicos acrecientan su influencia en la vida política de un sub-continente
tradicionalmente católico. El desarrollo de estas iglesias, opuestas al derecho
al aborto, al casamiento entre homosexuales, a la legalización de la marihuana
y a la “ideología de género”, se traduce en un aumento del voto conservador,
según señalan expertos.
Brasil es el último ejemplo de ello: mañana domingo, en la
primera vuelta de las elecciones presidenciales, la balanza podría inclinarse
en favor del candidato ultraderechista, Jair Bolsonaro, gracias al respaldo
activo de los movimientos evangélicos, particularmente poderosos en el gigante
sudamericano.
Un 40% de los católicos del mundo están concentrados en
América Latina, pero las iglesias evangélicas, que se reconocen como
protestantes, atraen cada vez más fieles en el área.
En 2017 un estudio sobre la religión en la región realizada
por la consultora Latino barómetro estimaba que casi uno de cada cinco
latinoamericanos (19%) era protestante, con récord de 41% y 39% en Guatemala y
Honduras.
“En Brasil el crecimiento de los pentecostales (una de las
corrientes de los evangélicos) ha sido tan fuerte que este país tiene hoy la
mayor población pentecostal del planeta. ¡Por encima incluso de Estados
Unidos!”, declaró Andrew Chesnut, director de Estudios Católicos en la Virginia
Commonwealth University de Estados Unidos.
“Las iglesias evangélicas han logrado responder mejor a las
necesidades de las nuevas generaciones de latinoamericanos, especialmente en
contextos de un cambio social acelerado, caracterizado por una urbanización y
una globalización acelerada”, explica William Mauricio Beltrán, especialista en
religión y profesor en la Universidad Nacional de Colombia.
“Todos estos procesos han dejado a grandes sectores de la
población excluidos, o con muy escasas oportunidades”, observó.
Para ambos universitarios, los escándalos de pedofilia que
afectan a la iglesia católica, como se ha visto en Chile, deberían conducir a
que cada vez más personas se acerquen a los movimientos evangélicos.
“Las temáticas preferidas de los evangélicos están cada vez
más presentes en el debate público” regional, afirmó Gaspard Estrada,
especialista de América Latina en el Instituto de Estudios Políticos (Sciences
Po) de París.
El sumamente controvertido traslado de la embajada de
Guatemala en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, en mayo, el apoyo al “No” en el
referéndum sobre los acuerdos de paz entre el gobierno de Colombia y la
guerrilla de las FARC, en octubre de 2016, o el respaldo a la destitución de la
presidenta brasileña Dilma Rousseff, en agosto de 2017, han sido
manifestaciones de esa influencia en aumento.
La fe evangélica fue un factor que contribuyó a que el
presidente de Guatemala Jimmy Morales decidiera el traslado de la embajada de
su país a Jerusalén: los evangélicos respaldan con fervor a Israel porque
pretenden que los judíos reconstruyan su templo en Jerusalén, lo que
facilitaría, según piensan, el retorno de Cristo.
“Los pastores evangélicos intervienen mucho más en la vida
cotidiana de sus fieles y no tienen problema alguno de llamar a votar por
alguien”, destaca Estrada.
En Brasil, la influyente Iglesia Universal del Reino de Dios
convocó abiertamente a respaldar en la elección al excapitán del ejército Jair
Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura (1964-1989) que encabeza los sondeo.
¿Giro a la derecha?
“Las recientes elecciones en Chile, Costa Rica, México,
Colombia, Guatemala y la del domingo en Brasil revelan una polarización
creciente del electorado y un giro político a la derecha”, estima el
estadounidense Andrew Chesnut.
“Incluso en la izquierda, (el presidente electo de México
Andrés Manuel López Obrador) evaluó que debía aliarse con un pequeño partido
conservador, fundado por un pastor pentecostal, para asegurar su triunfo”.
Para Gaspard Estrada, de Sciences Po, lo que se está viendo
en la región es “más una victoria de la alternancia” que un corrimiento hacia
la derecha.
“Los escándalos de corrupción, la carencia de liderazgos y
la falta de crecimiento” económico han llevado a que haya “una radicalización
del electorado en América Latina. Los electores son conducidos hacia los
extremos y los candidatos alternativos”, dice.
“Esta afirmación del voto evangélico y conservador es una
reacción al avance del voto feminista y de la sociedad civil”, considera
Estrada.
“Las iglesias evangélicas han logrado constituirse en un
nuevo actor político cuyo papel y poder debe considerarse cada vez que se
plantea la lucha electoral”, concluyó el colombiano William Mauricio Beltrán.
La información de: *Agence France-Presse*
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