Por Sergio Ortiz:
Al calor de recortes crisis económica y xenofobia
En agosto se vieron manifestaciones de la ultraderecha en
Alemania, cazando inmigrantes. Es un fenómeno que recorre a buena parte de
Europa.
El mundo no gana para sustos. En los países imperiales más
importantes sigue gobernando la derecha “civilizada”, corrida cada vez más
hacia el extremo. Además del socio mayor, con Donald Trump en la Casa Blanca
desde enero del año pasado, la Unión Europea tiene mayoría de gobiernos de ese
signo. Emmanuel Macron en Francia, ganó los comicios de abril de 2017; Angela
Merkel hizo otro tanto en Alemania en septiembre de ese año, inaugurando su
cuarto mandato; la primera ministra británica es Theresa May, de rancia estirpe
conservadora; el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, es de la
xenófoba Liga Norte, etc.
Dentro de esa constelación a lo sumo deben computar la baja
de Mariano Rajoy, que venía sobreviviendo a varias crisis políticas (ruptura de
Cataluña) y terminó destituido por corrupción.
La tendencia general de esas administraciones es hacia la
derecha del espectro, aun cuando se hayan presentado como alternativa
“democrática” frente a la derecha más alocada, caso de Macron versus Marine Le
Pen, del Frente Nacional. Otro tanto con May respecto a Nigel Farage, del
derechista Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) promotor del
Brexit o salida de la Unión Europea.
No es que no existan diferencias entre unos y otros líderes
y partidos, del mismo modo como Hillary Clinton no era exactamente igual que
Trump, pero en buena parte de las temáticas hay similitudes.
Y eso se advierte más en tiempos de crisis, cuando varios ganadores
de elecciones al poco tiempo bregan por cambios tan reaccionarios como sus
vencidos. Macron es un ejemplo, con su reforma laboral. Hace exactamente un año
fue la primera huelga general de gremios contra esa precarización que se quiso
imponer con 5 decretos.
Pronto se apreciarán los límites del presidente español,
Pedro Sánchez, del PSOE. Al inicio de su gestión quiso diferenciarse de Rajoy y
permitió que Aquarius, un barco de ONG con refugiados africanos, pudiera
desembarcarlos. Ya se negó a hacerlo en otros casos y devolvió 116 migrantes a
Marruecos, alineándose con la tendencia tan poco humanitaria de sus colegas de
la UE. El Aquarius estuvo muchos días sin ingresar a Catania, por negativa de
Salvini, quien logró derivarlo a España y puso en su Twitter: “los barcos de
ONGs ya no pisarán Italia”.
Derecha de la derecha
La derecha tradicional (conservadores, populistas,
liberales, democristianos o socialdemócratas) aplica políticas de ajuste
económico y reformas precarizado ras, desmontó el Estado de Bienestar con que
el capitalismo quiso blindarse del comunismo tras la II Guerra Mundial, dedica
altos presupuestos de guerra (por más que su 2 por ciento del PBI no contente a
Trump) y es cruel con los refugiados de cuyos dramas de guerra y hambre resulta
responsable.
Pero allí no termina el drama. A la derecha de esa derecha
vienen creciendo quienes se rozan con el neonazismo o son parte del mismo, en
Alemania, Austria, Polonia, Hungría, Suecia, Dinamarca, Holanda, Francia,
Italia, Reino Unido, etc.
Ese crecimiento se nota en su capacidad de movilización,
pero también en el aumento de su caudal electoral, con agrupaciones que los
representan y tienen bancadas propias en 18 países de la UE.
Por primera vez una fuerza neonazi como Alternativa para
Alemania (AfD) llegó al parlamento federal en 2017 y junto a grupos similares,
como Pegida, ha fogoneado los recientes disturbios y agresiones a inmigrantes
en Chemnitz.
Ya se mencionó al Frente Nacional de Le Pen, Liga Norte de
Salvini y UKIP de Farage. Hay que añadir al Partido de la Libertad en Holanda,
de Geert Wilders; su similar de Austria, de Norbert Hofer. También al Fidesz en
Hungría, del primer ministro Viktor Orban, promotor del grupo de Visegrado
cerrado a la admisión de refugiados, incumpliendo los degradados acuerdos de la
Unión Europea. En Hungría hoy no sólo están cerradas las fronteras para los
inmigrantes sino que se votan leyes xenófobas y se vuelve a perseguir a gitanos
y judíos.
Hasta en países de tradición socialdemócrata y de puertas
abiertas a la inmigración, como Suecia, ha crecido la neonazi SD (Demócratas
Suecos), de Jimmie Åkesson. Ya en 2010 tenía 20 diputados y hoy es la tercera
fuerza política con diferencia mínima con la segunda.
Ese mayor desarrollo se explica en buena medida por la pérdida
de derechos de la población debido al ajuste y la crisis, y que SD atribuye en
exclusividad a la llegada de inmigrantes.
La relación entre ajuste económico-aumento de la xenofobia,
y giro a la ultraderecha, está bastante estudiada. Junto al descarte de los
partidos implicados o vistos como responsables de ese achique se cuela la
crítica general a la política (el famoso “son todos chorros”) y allí está la
oportunidad para los neonazis. Estos también son políticos, pero aparentan caer
como vírgenes del cielo. La crisis es el tibio y espeso caldo de cultivo...
Lo que no se conocía tanto es que las redes, en especial
Facebook, es una herramienta excelente para el auge de los neonazis de
Alemania. Investigadores de la Universidad de Warwick detectaron que las
ciudades de ese país con mayores ataques xenófobos también tenían un uso más
alto de la plataforma. Con trolls o sin ellos, remachar un millón de veces que
la culpa de los recortes es de los inmigrantes, dicho por tanto ignorante
ajustado e indignado, ha sido una red excelente para la pesca de AfD. ¡Qué
importa que a principios de mes murieran 100 migrantes al cruzar el
Mediterráneo! ¡Se hubieran quedado a morir de hambre en África en vez de venir
a robar el pan en Sajonia!
ortizserg@gmail.com
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