Por Néstor García Iturbe:
En las últimas semanas nuestro pueblo ha estado enfrascado
en debatir la propuesta de nueva Constitución que se le ha presentado. Las
modificaciones a la Constitución vigente son unas cuantas, pudiéramos decir más
de cien, que unidas a las propuestas que se están realizando durante la
discusión y análisis de la misma pudieran llegar al doble.
Yo me pregunto ¿Estamos apurados por algo?
Un instrumento como la Constitución, la Ley de Leyes,
debemos analizarlo y modificarlo a esta velocidad. ¿Es que la Constitución
vigente, que nuestro pueblo aprobó hace pocos años, está tan divorciada de la
realidad que, o la modificamos o perecemos?
¿No sería más racional tomar los cuatro o cinco problemas
más cruciales de nuestra nación y que sean esos los que se sometan a
referéndum? Sin prisa, pero sin pausa,
como ha dicho varias veces el compañero Raúl. ¿Por qué tanta prisa?
El enemigo se aprovecha de todo aquello que tienda a
dividirnos. No considero provechoso para
la Revolución hacer propuestas donde la opinión del pueblo se encuentre
dividida, donde nos enfrentemos unos a otros, donde un grupo de personas venza
porque tiene más votos que el otro. Esos
problemas deben tener otro tratamiento y postergarse hasta que la solución de
los mismos la ofrezca la propia vida.
Por ejemplo, el problema de la doble ciudadanía fue
creciendo en la medida que ciudadanos cubanos, muchos de ellos residentes en
Cuba, obtenían la ciudadanía de otros países. Ya nadie se asusta por eso y el
permitir que ese fenómeno forme parte de nuestra sociedad, siendo la ciudadanía
cubana la vigente cuando la persona esté
en Cuba, es fácilmente aceptarla.
La ley que se promulgue deberá establecer la forma en que
obtendrán los beneficios sociales, los derechos de propiedad y otros, para
aquellos que residan en otros países y no contribuyen al presupuesto nacional
ni hacen su vida normal en Cuba.
Debemos pensar además que en la mayoría de las
modificaciones que se plantean deberá confeccionarse una Ley o modificar la
existente, lo que implicará un proceso legislativo que puede tomarse años, todo
eso si lo hacemos “sin prisa”.
Aquí recordamos la
frase del Generalísimo Máximo Gómez, cuando dijo que los cubanos o no
llegábamos o nos pasábamos. Este caso
considero que la “prisa” nos ha hecho pasarnos.
Sobre todo, nuevamente repito, que todo lo que afecte la
unidad de nuestro pueblo no debe entrar en el debate público ni en el
referéndum constitucional. La unidad ha sido la premisa principal para la lucha
contra el imperio y lo seguirá siendo por mucho tiempo.
El monstruo que Martí conoció nos sigue amenazando y ahora
tiene métodos más sofisticados y un poder militar mayor. Para luchar contra esa
amenaza la unidad es imprescindible.
sarahnes@cubarte.cult.cu
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