Por Rolando Prudencio Briancon:
Nunca a la izquierda se le ha regalado nada, pues va contra
su misma épica esencia, que no es sino -en el sentido puro de ser de un
izquierdista auténtico- darse, entregarse a los demás, como lo hizo un
verdadero izquierdista y revolucionario como el Che Guevara. Es en ese severo,
y hasta religioso sentido que la mística misión de un izquierdista, no sólo es
darse a los demás sin esperar recompensa alguna, pues la lucha por el ideal de
mayor igualdad dentro la sociedad, no espera recompensa alguna por ello. Pero
algo más que caracteriza radicalmente a un auténtico izquierdista, es rehacerse
de sus fracasos en la adversidad. Así que si un izquierdista no comprende esta
verdad, no se entiende así mismo, no entiende cuál es su esencia, por lo que no
se podría asumir como izquierdista.
Eso fue lo que ocurrió en la década de los 90, cuando a
partir del triunfalista y altanero anuncio de Fukuyama -y toda la corriente de
entusiastas defensores del libre mercado- del “Fin de la Historia”, la derecha
pensó que se había arrasado con todo vestigio -excepto Cuba: la indómita- que
pudiesen representar los ideales de izquierda, y que al paso triunfal de los
gobiernos de derecha, había que tenderle alfombra roja. Sí tan roja como el
color de los ideales de izquierdas, que había que pasar y repasar por encima de
ellos para que los “izquierdosos” no levanten cabeza nunca.
Pero la izquierda está hecha no sólo para resistir en la
adversidad; sino para hacerse del poder, como ocurrió en este nuevo siglo con
gobiernos de izquierda -progresistas con prejuicios le dicen- como son los
casos de: Chávez, Evo Morales, Correa, Cristina, Dilma, Lula, Mujica. Es en ese
sentido que hoy que en el Continente las corrientes reaccionarias se han hecho
del poder, en alguno casos por la vía democrática -Macri en la Argentina- o a
través de acciones desleales, como el caso de Lenin Moreno en el Ecuador o
Michael Temer en el Brasil, quienes valiéndose de figuras jurídicas forzadas se
ha hecho del poder; pero además para implementar políticas reaccionarias al
ideario de izquierda, obedeciendo las ordenes de Washington.
Ciertamente que hay una sensación -nada más que eso- de
frustración en algunos izquierdistas intimidados por sus propios temores por lo
que está pasando en la región por la regresión política que se ha producido a
partir de que las fuerzas de derecha han ganado terreno en el campo político
-que es un escenario en permanente disputa- que ha cundido un temor de que la
derecha vuelva campear; pero no por esos izquierdistas que no forjaron su
espíritu en la lucha, debemos ser derrotistas, porque de ser así estaríamos
traicionando lo que nos distingue, que no es sino rehacernos en la adversidad.
prudenprusiano@gmail.com
Me prece muy acertado.La lucha por la justicia social ,la libertad irrestricta y el entendimiento con el projimo,tiene raices historicas muy añejasy retorna una y otra vez,y alguna vez cristalizara para el bien de las grandes mayorias
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