Por Moisés Absalón Pastora:
La desesperación de todas las consejeras es la peor, más aún
cuando las frustraciones se comparten entre tumbas abiertas que expiden todo
tipo de hedores, en éste caso aquellos que reflejan sentimientos de derrota
entre quienes llegaron a comerse la carne sin haber tirado el venado. En los
últimos días las siglas y personas, qué como sirvientes nacionales del imperio,
pretendieron ejecutar el golpe de estado contra el gobierno constitucional de
Nicaragua se han estado reuniendo, cada quién desde sus respectivos rincones,
para ver qué hacen y cómo responden al inocultable fracaso de lo que a sangre y
fuego pretendieron para asaltar el poder sin otro propósito que el poder mismo.
Por separado, como para echarse cada quien la culpa, el MRS,
el COSEP, AMCHAN, los llamados estudiantes y los más viscerales obispos de la
Conferencia Episcopal, cada quien a cuál más cara destemplada, halando todos
por su lado, buscan una respuesta “razonable” para aminorar el enfado imperial
que fue el más expuesto como patrocinador y financista de todo este enorme
complot.
Al margen y desde otro frente no han quedado las plataformas
mediáticas que, a través de sus más conspicuos altoparlantes, televisivos,
escritos, radiales y digitales, apostaron que a que la noticia falsa pronto
bajaría del poder a un Daniel Ortega que encontró en la paciencia su arma más
poderosa y dejar que sus enemigos oposicionistas se intoxicaran en su propio
veneno al extremo de cometer un suicidio masivo contra sus propias
pretensiones.
Los que llegaron a plantear una junta de gobierno, a nombrar
ministros, magistrados, contralores y hasta el cambio total de nuestro servicio
diplomático, aunque hasta el momento no sepamos de una sola propuesta social en
beneficio del pueblo, han visto pasar sobre sus manos cualquier cantidad de
plata y todo ese dinero maldito que sirvió para pagar a los tranqueros y a los
sicarios mareros que cobraron la vida inocente de muchos nicaragüenses, fue en
realidad la semilla que los comenzó a dividir, a distanciar, a desenfocar y a
desesperarlos y de ahí que públicamente los unos contra los otros se lanzaran a
matar entre sí y la prueba la vimos recientemente en un programa televisivo de
origen cablero.
Frustrados porque no pudieron seguir engañando a los que en
algún momento pensaron que había algo de justo en las protestas, porque se
sienten marcados por sus propios actos, porque les da vergüenza exponerse en
público y que les hagan lo mismo que ellos le hicieran a otros por pensar
distinto, porque saben que sin proponérselo hicieron del partido sandinista que
estaba dormido una familia graníticamente unida, porque llevaron al
desprestigio a la propia iglesia católica, hoy tienen miedo y sienten que la
justicia los puede alcanzar y tienen razón porque igual mata aquel que hala el
gatillo, que aquel que planifica intelectualmente el asesinato.
La semana pasada se ufanaban de conmemorar los cien días,
dicen, de la lucha que iniciaron el 18 de abril, pero qué celebraron, que
victoria puede ser aquella manchada de sangre, que triunfo se puede fundamentar
en el odio, qué empatía puede generar la destrucción de un país, qué merito
tienen haber propiciado tantas muertes sin que ninguno de esos falsos “líderes”
hubiera estado aunque sea un segundo en un tranque aunque sea para tostarse por
el sol porque todo el tiempo se la pasaron en aire acondicionado.
El único fin que ha tenido toda esta barbarie es la renuncia
del Presidente Ortega, es el adelanto de las elecciones y la sustitución de
todos los funcionarios en que descansan los poderes del estado porque la idea
no es la democratización del país, sino la instalación de una verdadera
dictadura por individuos que no saben ni como se llaman y a los que el imperio,
el amo, les ha conferido la misión de exterminar al sandinismo y francamente
después de ver las multitudinarias marchas roja
y negras, en todos los departamentos y municipios del país me preguntó,
cómo será eso, porque mientras el golpismo se reduce y fragmenta en sus propias
contradicciones, el sandinismo se
multiplica y une para enfrentar una amenaza, que va ciertamente de retro, pero
a la que no hay que descuidar porque oficial y extra oficialmente, es un
paciente, que aunque agónico, aun toma sopita desde la cucharita financiera de
los Estados Unidos.
El que se quiere engañar lo hace solo y para sus efectos
están apareciendo encuestas hechas por ellos mismos en las que ponen al FSLN
derrotado en todos los campos consultados, pero ya quisieran ellos, tener
juntos y orgánicamente contados, al menos el 5% de las multitudes sandinistas
que vemos en las calles.
El oposicionismo no parece hablar español y a lo mejor como
el Presidente Ortega no habla inglés ellos no entienden. Sin embargo, el
mensaje es claro no hay adelanto de elecciones porque la responsabilidad indica
que hacerlo sería imponer el caos y la anarquía y porque la constitución nicaragüense,
que es nuestro gran pacto social y político, indica que estas se realizarán en
noviembre del 2021 y no cuando a los Estados Unidos ni a sus sirvientes
nacionales se les ocurra o quieran.
Sin vergüenza aquel suspirante a presidente que sin el menor
esfuerzo obtenga el poder, como en tiempos del siglo pasado, en que el imperio
se lo servía en bandeja de plata a cambio de la entrega de la soberanía
nacional. Esos tiempos se fueron con Enrique Bolaños y si quieren la
presidencia que se organicen, que busquen la hazaña de la unidad, que depongan
los odios con los que se descalifican entre sí y dejen de estar llamando a la
abstención en cada elección para justificar sus fracasos ante un sandinismo que
si antes los venció cuando era un partido ahora repetirá la medicina como una
familia que nacionalistamente no necesitará mucho para demostrar que la
Nicaragua que teníamos antes del 18 de abril era la mejor.
alemur47@yahoo.com.ar
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