viernes, 3 de agosto de 2018

La agonía de la derrota


Por Moisés Absalón Pastora:

La desesperación de todas las consejeras es la peor, más aún cuando las frustraciones se comparten entre tumbas abiertas que expiden todo tipo de hedores, en éste caso aquellos que reflejan sentimientos de derrota entre quienes llegaron a comerse la carne sin haber tirado el venado. En los últimos días las siglas y personas, qué como sirvientes nacionales del imperio, pretendieron ejecutar el golpe de estado contra el gobierno constitucional de Nicaragua se han estado reuniendo, cada quién desde sus respectivos rincones, para ver qué hacen y cómo responden al inocultable fracaso de lo que a sangre y fuego pretendieron para asaltar el poder sin otro propósito que el poder mismo.



Por separado, como para echarse cada quien la culpa, el MRS, el COSEP, AMCHAN, los llamados estudiantes y los más viscerales obispos de la Conferencia Episcopal, cada quien a cuál más cara destemplada, halando todos por su lado, buscan una respuesta “razonable” para aminorar el enfado imperial que fue el más expuesto como patrocinador y financista de todo este enorme complot.

Al margen y desde otro frente no han quedado las plataformas mediáticas que, a través de sus más conspicuos altoparlantes, televisivos, escritos, radiales y digitales, apostaron que a que la noticia falsa pronto bajaría del poder a un Daniel Ortega que encontró en la paciencia su arma más poderosa y dejar que sus enemigos oposicionistas se intoxicaran en su propio veneno al extremo de cometer un suicidio masivo contra sus propias pretensiones.

Los que llegaron a plantear una junta de gobierno, a nombrar ministros, magistrados, contralores y hasta el cambio total de nuestro servicio diplomático, aunque hasta el momento no sepamos de una sola propuesta social en beneficio del pueblo, han visto pasar sobre sus manos cualquier cantidad de plata y todo ese dinero maldito que sirvió para pagar a los tranqueros y a los sicarios mareros que cobraron la vida inocente de muchos nicaragüenses, fue en realidad la semilla que los comenzó a dividir, a distanciar, a desenfocar y a desesperarlos y de ahí que públicamente los unos contra los otros se lanzaran a matar entre sí y la prueba la vimos recientemente en un programa televisivo de origen cablero.

Frustrados porque no pudieron seguir engañando a los que en algún momento pensaron que había algo de justo en las protestas, porque se sienten marcados por sus propios actos, porque les da vergüenza exponerse en público y que les hagan lo mismo que ellos le hicieran a otros por pensar distinto, porque saben que sin proponérselo hicieron del partido sandinista que estaba dormido una familia graníticamente unida, porque llevaron al desprestigio a la propia iglesia católica, hoy tienen miedo y sienten que la justicia los puede alcanzar y tienen razón porque igual mata aquel que hala el gatillo, que aquel que planifica intelectualmente el asesinato.

La semana pasada se ufanaban de conmemorar los cien días, dicen, de la lucha que iniciaron el 18 de abril, pero qué celebraron, que victoria puede ser aquella manchada de sangre, que triunfo se puede fundamentar en el odio, qué empatía puede generar la destrucción de un país, qué merito tienen haber propiciado tantas muertes sin que ninguno de esos falsos “líderes” hubiera estado aunque sea un segundo en un tranque aunque sea para tostarse por el sol porque todo el tiempo se la pasaron en aire acondicionado.

El único fin que ha tenido toda esta barbarie es la renuncia del Presidente Ortega, es el adelanto de las elecciones y la sustitución de todos los funcionarios en que descansan los poderes del estado porque la idea no es la democratización del país, sino la instalación de una verdadera dictadura por individuos que no saben ni como se llaman y a los que el imperio, el amo, les ha conferido la misión de exterminar al sandinismo y francamente después de ver las multitudinarias marchas roja  y negras, en todos los departamentos y municipios del país me preguntó, cómo será eso, porque mientras el golpismo se reduce y fragmenta en sus propias contradicciones,  el sandinismo se multiplica y une para enfrentar una amenaza, que va ciertamente de retro, pero a la que no hay que descuidar porque oficial y extra oficialmente, es un paciente, que aunque agónico, aun toma sopita desde la cucharita financiera de los Estados Unidos.

El que se quiere engañar lo hace solo y para sus efectos están apareciendo encuestas hechas por ellos mismos en las que ponen al FSLN derrotado en todos los campos consultados, pero ya quisieran ellos, tener juntos y orgánicamente contados, al menos el 5% de las multitudes sandinistas que vemos en las calles.

El oposicionismo no parece hablar español y a lo mejor como el Presidente Ortega no habla inglés ellos no entienden. Sin embargo, el mensaje es claro no hay adelanto de elecciones porque la responsabilidad indica que hacerlo sería imponer el caos y la anarquía y porque la constitución nicaragüense, que es nuestro gran pacto social y político, indica que estas se realizarán en noviembre del 2021 y no cuando a los Estados Unidos ni a sus sirvientes nacionales se les ocurra o quieran.

Sin vergüenza aquel suspirante a presidente que sin el menor esfuerzo obtenga el poder, como en tiempos del siglo pasado, en que el imperio se lo servía en bandeja de plata a cambio de la entrega de la soberanía nacional. Esos tiempos se fueron con Enrique Bolaños y si quieren la presidencia que se organicen, que busquen la hazaña de la unidad, que depongan los odios con los que se descalifican entre sí y dejen de estar llamando a la abstención en cada elección para justificar sus fracasos ante un sandinismo que si antes los venció cuando era un partido ahora repetirá la medicina como una familia que nacionalistamente no necesitará mucho para demostrar que la Nicaragua que teníamos antes del 18 de abril era la mejor.

alemur47@yahoo.com.ar

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