Por Rolando Prudencio Briancon:
Lo de último imperio no es porque sea una apocalíptica
profecía de los evangélicos, sino porque simplemente es el imperio que hoy aún
está vigente. Vale decir que históricamente es el imperio de nuestros tiempos.
Esa es la razón por la que la discusión por ahora no es si
el imperio está en caída libre o si sigue vigoroso y vigente; sino es porque
como todo imperio que se resiste a perder su hegemonía, ha optado por la
política de la antipolítica -si se pudiese contradictoriamente tipificarse así
las actitudes de su presidente- en su forma de gobernar.
Y es que siendo la política la continuación de la guerra por
otros medios, a decir de Clauszewitz, por toda la forma en la que arrogante y
agresivamente ha hecho alarde Trump en su amenazante accionar como
gobernante/emperador, es se puede llegar a la conclusión que está yendo en
contra esa máxima de que la política es la continuación de la guerra, pero por
otros medios; y más aún si parte de su política es la de “volver hacer grande
América”, que no es sino retroceder, ir a contracorriente de lo que
políticamente la humanidad ha avanzado para que la ley del más fuerte no vuelva
a imperar intolerantemente.
Pruebas de que esta “nueva” forma de comprender la política,
como un retorno a lo que fue antes de ser la política en sí misma -vale decir la
continuación de la guerra, pero por otros medios- es cuando son los actos del
gobierno de Trump los que dan testimonio de va en contra de la manera moderna
de hacer política, que no sea regresando a vieja forma de la violencia de las
guerras.
No en vano es que Trump ha mantenido una beligerancia verbal
contra todo aquel que vaya en contra de las políticas imperiales -estás conmigo
o estas en contra mía, a decir de su antecesor, el genocida George Bush- como
han sido los casos, ya sea contra Corea del Norte, Siria, Venezuela -de la cual
sugirió intervenirla- o la misma Rusia, y hasta la China contra quien ha
desatado un guerra comercial.
Ciertamente que todas estas acciones de la administración
Trump -como dice un viejo refrán- no ha hecho que la sangre llegue al río, pero
sí son el anuncio de los vientos de guerra, el cual no es sino la vuelta de los
tiempos de antipolítica, en un imperio que ya perdió hace mucho su hegemonía, y
que está desquiciadamente dispuesto hacer lo que sea por conservarla.
prudenprusiano@gmail.com
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