Por Rolando Prudencio Briancon:
Cuando los poderosos pierden su poder -valga la redundancia-
pierden a la vez su honor, su palabra, su credibilidad; y es eso lo que hoy
también vemos que los EE.UU., va perdiendo, después que el nuevo secretario de
Estado Mike Pompeo, sin el menor rubor afirmara este viernes que su país y
México son: "vecinos, socios y amigos".
Desde luego la condición de vecinos es algo de lo que por la
fatalidad geográfica, no pueden escapar de esa fatalidad mexicanos y
norteamericanos. Lo de socios también es algo que obedece más al tipo de
relaciones que los gobiernos antecesores al del flamante, pero aún no
posesionado López Obrador mantienen y mantendrán hasta que el gobierno de López
obrador decida desmontar como parte de un nuevo modelo económico y social que a
su concepción ideológica. Pero lo que ya es una hipocresía es que sean de
amigos como Pompeo ha tratado diplomáticamente dorar la píldora después de las
despectivas con las que Trump trató a los mexicanos.
Ciertamente que nadie desea que la inquina se incube
indefinidamente entre yanquis y mexicanos, pero de que la opinión pública
mundial esperaba antes de las adulonas declaraciones de Pompeo, por lo menos
eran una disculpa pública; no de Pompeo sino de Trump que trató de la peor
manera a los mexicanos.
Trump está acostumbrándose a lanzar cualquier tipo de
epíteto sin que por ello recoja lo dicho. Así atacó a los mexicanos, después a
los africanos -a quienes calificó de países de mierda- y a todo aquel que es
víctima de su malhumor de magnate hecho a la mala.
Es cierto que López Obrador, recientemente electo con
mayoría absoluta, aún no ha sido posesionado, y ese motivo le impide hablar en
nombre de los mexicanos, pues deberá aguardar hasta diciembre para que una vez
posesionado represente; y haga respetar al pueblo mexicano, que esperemos lo
haga para entonces, pues me parece hasta de mal gusto que Trump transfiera a
Mike Pompeo lo que a él como calumniador que es le toca dar la cara.
La reciente elección de López Obrador ha despertado mucha
simpatía en todas parte; y no sólo porque se ha roto con aquella hegemonía
esculpida en el espíritu como una fatalidad democrática definida por el PRI, y
a la que a los mexicanos se le prohibía excederse ni exasperarse.
Claro que con este nuevo horizonte democrático que para
México parece traer López Obrador, deberán despejarse y aclararse el tipo de
relación que mantendrá con Trump; las mismas que no deberán pasar sólo por las
de respeto; sino porque el “emperador” yanqui comience pedir disculpas por sus
ofensas, en vez de mandar a Pompeo a que ponga la cara de suave hijo de puta.
prudenprusiano@gmail.com
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