Por Manuel Humberto Restrepo Domínguez
La corrupción
política es la acción de corromper, de descomponer, dañar, utilizar mal y en
beneficio propio lo que es común, razón por la cual la Asamblea General de la
Organización de Naciones Unidas, mediante resolución 58/4 del 31 de oct de 2003
aprobó la Convención contra la corrupción, tras reconocer que esta es “una
plaga insidiosa que tiene un amplio espectro de consecuencias corrosivas para
la sociedad. Socava la democracia y el estado de derecho, da pie a violaciones
de los derechos humanos, distorsiona los mercados, menoscaba la calidad de vida
y permite el florecimiento de la delincuencia organizada, el terrorismo y otras
amenazas a la seguridad humana.” Es un fenómeno maligno, que invalida los
resultados económicos, debilita las instituciones democráticas “perturba el
orden social y destruye la confianza pública, permitiendo que prosperen la
delincuencia organizada, el terrorismo y otras amenazas para la seguridad
humana” (Koffi Annah). El corruptos es
el individuo que corrompe, destruye y descompone lo que es saludable en
perjuicio del beneficio público, es el que sustrae los bienes materiales y
carece de respeto por el bien común.
La corrupción es más perjudicial para quienes padecen los
efectos nocivos de la desigualdad material, impide la realización de los
derechos humanos, afecta la vida cotidiana de muchas maneras diferentes,
permite que las mafias se incrusten en las instituciones y mata de manera
silenciosa. Hace doscientos años hubo un primer hecho relevante: Colombia fue
el primer país de América en contraer un empréstito con Londres y envió a un
funcionario a traer el dinero pero este dispuso de buena parte para su uso
personal, provocando un faltante que sirvió de excusa para trabajadores, campesinos,
esclavos del campo y de la ciudad fueran reclutados para una guerra en la que
se perdieron las vidas que servían para el trabajo (Bonilla, H. U.N. Colombia:
200 años de deuda externa). Vivir de la corrupción se convirtió en un fenómeno
endémico, que se reproduce a diario. Con corrupción cercenaron al país y
vendieron a Panamá y con parte del pago construyeron ferrocarriles que después
también vendieron.
El país se acostumbró a oír de préstamos y cuentas secretas,
doble contabilidad, sobrecostos, lobby, compra venta de decisiones,
concesiones, crímenes. Se robaron los puertos, la flota mercante, la energía,
las vías 4G, las elecciones. Con corrupción han impedido el acceso a alimentos,
medicamentos y tratamientos sanitarios, mutilado oportunidades de empleo,
cerrado las puertas de universidades a jóvenes que terminan raptados por el
crimen. Con visos de corrupción a diario se emiten noticias manipuladas que
anuncian crímenes contra líderes sociales, opositores políticos y defensores de
derechos humanos, de los que en algún párrafo se puede leer que también
luchaban contra la corrupción y denunciaban corruptus.
La corrupción aparece como algo cercano, el fraude es común
y vive cerca. Se sabe de pagos por: un turno para obtener una cita médica,
suplantar una identidad, evitar un comparendo de tránsito, apadrinar a otro
para un empleo, favorecer en un concurso, imponer una reina de belleza, ocultar
otro fraude, modificar actas, usar en beneficio propio información
privilegiada, decidir en un juicio, tapar una falta, modificar resultados,
falsificar recibos, dar un voto, desvirtuar una noticia, cambiar una hipótesis
de investigación judicial, entregar un diploma falso, falsear datos en una hoja
de vida, testificar en falso, fabricar miedos y mentiras.
También se sabe de: entregar contratos sin requisitos,
nepotismo, contratos a familiares, cobro sexual de favores políticos, maquillar
informes de gestión, alterar la verdad, hacer publicidad engañosa, abusar del
poder para humillar y silenciar, mandar matar. Y se reconoce más fácilmente por
grandes fraudes, desfalcos, robos continuados al erario, desvió de capitales
públicos al sector privado, manejo de cargos y contratos, compra de votos para
elecciones, pago de “bonificaciones” de empresas por facilitar el despojo libre
de obstáculos (derechos).
La esfera pública y la privada se han vuelto difícilmente
separables, las instituciones públicas fueron penetradas por sistemas de
gestión, control y administración que por responder a indicadores crean climas
propicios al engaño, al fraude. La corrupción es un hecho de la vida real y las
elites gobernantes son las indiscutibles responsables históricas que volvieron
tradición apropiarse de los bienes públicos y ofrecerse impunidades. Como
ocurrió en el Perú de Fujimori, en cabeza del exjefe de inteligencia
Montesinos, en Colombia hay cientos de grabaciones telefónicas y de video de
hechos de corrupción que involucran a miembros de cada rama del gobierno,
congresistas, ministros, empresarios, periodistas, directivos, militares y
otros, con la intención de preservar pruebas que luego puedan ser utilizadas
para exigir cooperación y sostener la impunidad, como parece ocurrir respecto
al régimen de la seguridad democrática.
Si estas “pruebas” cayeran en manos de autoridades éticas,
correctas, con responsabilidad democrática e independientes, podrían
proporcionar detalles contundentes sobre cómo funcionan las redes políticas,
judiciales y administrativas de corrupción y permitir que sea de dominio
público el conocimiento sobre cómo se controla y manipula a la sociedad
mediante la tradición de la corrupción y entonces sería fácil eliminarla de
raíz.
mrestrepo33@hotmail.com
0 comentarios:
Publicar un comentario