Por Alcides Alejandro
Murua:
En un planeta empujado por Washington y sus aliados
israelíes y europeos hacia lo que podría convertirse en un conflicto bélico de
pronóstico reservado, inicia mañana el segmento de jefes de Estado y gobierno
de la Cumbre de las Américas (CA). Las mentiras de las últimas semanas, primero
de la premier británica Theresa May, sobre el caso Skripal y, más
recientemente, del presidente Donald Trump sobre el nunca confirmado ataque
químico en Duma, Siria, recuerdan las inexistentes armas de destrucción masiva
en Irak, pretexto para acometer un baño de sangre y la destrucción del Estado
nacional y el patrimonio cultural en el país árabe. Curiosamente, este montaje
ocurre en el momento en que el ejército sirio culmina, con sólido apoyo ruso,
una arrolladora ofensiva y ha liberado al país de terroristas.
Precisamente, Trump atribuyó la cancelación a última hora de
su participación en la CA a la necesidad de ocuparse de la situación en Siria y
“monitorear” los acontecimientos en el mundo. En realidad, el magnate no tenía
ningún deseo de visitar una región de la que quiere aislarse con un muro, a la
que desprecia y para la que reserva solo ataques y amenazas, ensañado con los
migrantes, su población más desvalida y vulnerable. Los medios de difusión
estadounidenses esta vez parecen decir la verdad cuando atribuyen la
cancelación de su viaje a la tormenta de conflictos personales y políticos,
internos y externos, que lo agobia. De
la misma manera, ceder a la tentación de distraer en este momento la mirada de
Estados Unidos y el planeta hacia una aventura bélica podría ser visto por el
atribulado emperador como la tabla de salvación que lo exorcice de esos
demonios.
Pero mientras tanto, en Lima sesiona del 10 al 14 de abril
la Cumbre de los Pueblos, paralela a la cumbre oficial, que se ha hecho eco de
las numerosas luchas de nuestra América contra el neoliberalismo plus. En el
centro de su atención han estado la organización de la resistencia contra los
megaproyectos capitalistas que arrasan comunidades indígenas, afrodescendientes
y mestizas, despojan a nuestros pueblos de sus recursos naturales, estimulan el
cambio climático y contaminan gravemente lagos, ríos, mares y suelos.
Igualmente, en primer plano, desde la inauguración en el
teatro de la Derrama Magisterial en Lima ha sido muy combativa la solidaridad
con Venezuela –excluida ilegal y arbitrariamente de la CA-, Cuba –con Fidel
presente siempre-, Bolivia; y con ese símbolo de la dignidad de la Patria
Grande que es el compañero Lula. Como bien dijo él a sus partidarios antes de
dirigirse a la cárcel: a partir de ahora soy una idea y las ideas no se
encarcelan.
Están sesionando también un foro de la sociedad civil y uno
juvenil, en cuya organización intervienen la OEA y en el segundo, además, la
Young American Bussines Trust, que han aplicado evidentes métodos excluyentes y
antidemocráticos. Manifestados en la sesgada selección de participantes como en
la composición de las mesas, cuya convocatoria ha sido un fracaso. Se dio el
caso escandaloso de la exclusión de varias importantes organizaciones indígenas
peruanas del foro sobre pueblos originarios y de los delegados cubanos del
diálogo de los jóvenes con representantes de los gobiernos. Es elocuente el
material audiovisual que muestra grandes salones casi vacíos donde se ven más
meseros y personal de seguridad que delegados.
Encima, la admisión de contrarrevolucionarios, cabecillas de
siglas que no convocan a nadie en Cuba y son totalmente ajenos a las luchas de
su pueblo por la independencia, la democracia y la soberanía. Detrás de esta
manipulación política para impedir que se expresen las causas sociales no es
difícil adivinar la mano de los indeseables Luis Almagro, secretario general de
la pestilente OEA, y Marco Rubio, rabioso senador de origen cubano al que Trump
ha entregado el manejo de la política hacia Cuba y Venezuela. El último, con
desesperados intentos de robar reflectores desde que se enteró que no asistiría
el magnate.
En la recta final de la CA con la ausencia del presidente
Nicolás Maduro, de la ejemplar Venezuela en resistencia, y por primera vez del
presidente de Estados Unidos. Pero en la voz del presidente Raúl Castro se
escucharán las verdades de los pueblos, esas que Trump nunca hubiera querido
oír, como en las de su homólogo boliviano Evo Morales. Creadas por Washington, estas
cumbres pugnan contra la unidad latinoamericana y caribeña aunque pueden servir
de tribuna a los gobiernos dignos.
alemur47@yahoo.com.ar
0 comentarios:
Publicar un comentario