Por Rolando Prudencio Briancon:
Es completamente comprensible la altiva y hasta arrogante
actitud del presidente venezolano Nicolás Maduro de advertir que llueve truene
o relampagueé que irá a Lima, pues aparte de ser una imperial advertencia el no
sólo haber ordenado que no se permita la presencia del presidente venezolano en
la 8va Cumbre de la Américas a realizarse en Lima; así como la servil
predisposición del gobierno peruano -y ya no hablo del perro faldero de
Kuszinsky que se fue con la cola entre las patas, antes de poder batirle la
cola a su amo del norte el próximo 13 y 14 de abril- de no permitir la
presencia del presidente venezolano; sino hasta por un mínimo de valor civil,
que es lógico que si en la Cumbre de la Américas se va abordar la situación
venezolana, que por lo menos esté quien representa al Estado Venezolano.
Así es como desde el departamento de Estado de los EE.UU.,
se ha fijado que: “La cumbre dará un espacio para que nuestros líderes aborden
los temas más urgentes del continente, y creemos que la crisis política,
económica y humanitaria en Venezuela es el tema más urgente del continente en
este momento”. Ni una palabra más ni una menos para entender que ésta Cumbre
abordará -entre otras-, como la corrupción en el Continente -después de la
renuncia ignominiosa de su perro faldero-,
mejorar las condiciones comerciales para los negocios estadounidenses
-promoviendo el cobarde proteccionismo por el miedo a la expansión del comercio
con China- que serán las grandes prioridades de la Cumbre.
Así mismo Trump colonialmente ha convocado a que: “se debe
hacer frente a la crisis humanitaria, quizá mediante nuevas respuestas
regionales, y para mejorar los apoyos para lograr más acciones en la OEA
(Organización de Estados Americanos). Tal como lo ha hecho a lo largo de la
historia, a través de su ministerio de colonias como diría el Che. Esa es la razón por la que Trump ha
instruido que se den “nuevas respuestas regionales”, como la de los lambiscones
del Grupo de Lima.
Vale decir que si Trump tienen un mínimo de coraje es que
“face to face”, cara a cara, le encare
al presidente Maduro sobre la situación de Venezuela, pues de otra forma, ¿cómo
se puede esperar que cualquier determinación pudiese merecer respeto?
Los EE.UU., ya no son merecedores de respeto alguno, pues no
sólo que están temblando ante el comercio del Continente con la China, sino que
no tiene el valor de tener al frente a quien los ha desafiado que le digan en
la cara lo que piensan, y por esa razón es cobardemente Trump quiere tratar la
situación de Venezuela sin que esté Maduro.
prudenprusiano@gmail.com
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