Por Sergio Rodríguez Gelfenstein:
El pasado lunes 12 de marzo, la burda caricatura de Margaret
Thatcher y actual primera ministra de Reino Unido Theresa May afirmó en el
Parlamento británico que es "altamente probable" que Rusia esté
detrás del ataque contra el ex espía Sergei Skripal y su hija Julia. No
presentó ninguna prueba al respecto, sin embargo su discurso, desató una
histeria anti rusa por parte de Estados Unidos y sus adláteres, en primer
lugar, de los países subordinados de la OTAN, con honrosas excepciones y otros
Estados que hacen méritos para ser vistos con buenos ojos por la Casa Blanca.
Si la “alta probabilidad” sin pruebas hubiera sido esgrimida
como instrumento para la toma de decisiones, el sistema internacional actual
habría dejado de existir porque hubiera vivido en una continuada e
ininterrumpida guerra de varias décadas de duración. Esta nueva doctrina de la
“alta probabilidad sin pruebas”, debe ser considerada como una amenaza a la
convivencia pacífica de las naciones, un peligro para el funcionamiento
armonioso del sistema internacional y el peor atentado jamás sufrido por el
sistema multilateral que emergió tras la segunda guerra mundial, afectando en
primera instancia la necesidad de existencia y la credibilidad de la ONU. Si
esta doctrina se impone, bastará que cualquier país afirme que existe “alta
probabilidad “de que haya ocurrido una u otra cosa para que se desaten los
demonios de la guerra y el conflicto, cumpliendo así los deseos y objetivos de
la política exterior de Estados Unidos.
También hay que analizar el origen de esta nueva doctrina.
La tradición del llamado Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, se
remonta a una historia con “altas probabilidades” de mentiras, falsas verdades
y elementos que han permitido la dudosa construcción de un país dominado por
trogloditas que arrasaron el mundo a través de su práctica colonialista e
imperial.
Comenzando con la alta probabilidad del falso patriotismo de
una familia monárquica inglesa que en realidad es alemana, nacionalidad de la
cual pretendió diferenciarse solo porque en el momento de adoptar el apellido
Windsor en 1919, Inglaterra se encontraba en guerra con Alemania. Es altamente
probable que hayan adoptado ese nombre por oportunismo e interés de hacerse del
poder.
Antes, cuando la monarquía inglesa estaba en manos de la
familia Tudor, fue altamente probable que necesitado de un poder divino que
justificara sus satrapías, Enrique VIII, fundara su propia iglesia: la
anglicana, la cual a partir de ese momento ha justificado con creces su
creación, amparando todas las tropelías de su país por el mundo.
Así mismo, es altamente probable que el poderío y la riqueza
de este país se hayan logrado no a través del trabajo y el esfuerzo, sino del
apoyo a los piratas y corsarios que alentados y financiados por la monarquía se
dedicaron durante 200 años al robo, el saqueo, el chantaje, el asesinato y la
devastación. Incluso, algunos de ellos
como Drake, Raleigh y Morgan obtuvieron títulos nobiliarios dando así los pasos
iniciales para que la práctica del robo y el estupro fueran aceptadas como una
actividad económica que podría ser considerada la madre de la especulación
financiera actual.
Es altamente probable que las llamadas Guerra del Opio que
Gran Bretaña desatara contra China en (1839-1842) y (1856-1860) tuvieran como
objetivo el interés británico de introducir la droga en el país asiático para
intentar equilibrar su deficitaria balanza de pagos y compensarla de las
colosales cantidades de te chino que compraba. Es altamente probable que la
derrota de la decadente monarquía china, le significara la imposición del libre
comercio con Gran Bretaña (incluyendo del opio) y la cesión de Hong Kong por
150 años. Es altamente probable que estas guerras hayan inaugurado la
utilización del comercio de las drogas (conocido en la actualidad como
narcotráfico) como sustento fundamental de la economía capitalista, cuyos
recursos fluyen articulada y ordenadamente por el sistema financiero
occidental, bajo la protección de sus gobiernos, incluyendo por cierto, el
británico.
Es altamente probable que la determinante influencia
británica (dada su condición de primera potencia mundial) en el Congreso de
Berlín, realizado entre 1884 y 1885 y que significó la repartición de África
entre los poderes europeos, dieran origen al mayor genocidio de la historia en
el territorio de ese continente.
Es altamente probable que la injerencia británica en el
Medio Oriente que significó la creación de países, la secesión de otros y el
dominio de todos por el imperio colonial británico sea causa fundamental de los
graves conflictos que se viven en esa región del mundo. A un escocés: Arthur
Balfour, se le ocurrió darle alas al sionismo para que comenzar su apartheid
contra los palestinos. A un galés: Thomas Lawrence, (conocido como Lawrence de
Arabia), le cupo la brillante idea de inventar Arabia Saudita, un país salido
de la nada, pero que se transformaría en principal ariete de la política
británica para la región, para cumplir el acuerdo que un inglés: Mark Sykes,
había firmado con un francés: François Georges-Picot, para repartirse la región
ante la inminente derrota del imperio otomano.
Es altamente probable que posteriormente y en la lógica de
hacerse de las grandes reservas petrolíferas y gasíferas de Irán, las agencias
de inteligencia de Gran Bretaña en alianza con la CIA estadounidense diseñaran
y ejecutaran la Operación Ajax para dar un golpe de Estado y derrocar al
gobierno democráticamente electo del primer ministro Mohammed Mosaddeq que
había nacionalizado el petróleo. Así, reinstalaron la monarquía e inauguraron
el régimen más sanguinario de la historia de Irán, el del Sha Mohammed Reza
Pahlevi.
La impronta británica en América Latina no ha sido menor, es
altamente probable que el gobierno de Su Majestad haya estado tras las guerras
de la Triple Alianza (1864-1870) que enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay con
Paraguay. No contentos con haber inventado a Uruguay para controlar la
desembocadura del Río de la Plata, los británicos pretendían penetrar hasta las
profundidades del continente, para lo cual el gobierno nacionalista de
Francisco Solano López era un impedimento, por lo que Gran Bretaña conspiró con
la monarquía brasileña, el gobierno del general Venancio Flores, instalado en
el poder en Montevideo, por el ejército brasileño y con el presidente argentino
Bartolomé Mitre para declarar la guerra, derrotar a Paraguay y destruir su
exitoso modelo económico que era un ejemplo para toda la región.
Otro tanto ocurrió en la Guerra del Pacífico (1879-1883) que
enfrentó a Chile contra Perú y Bolivia y la Guerra del Chaco (1932-1935) entre
Paraguay y Bolivia, en las que fue altamente probable que los intereses
salitreros y petroleros británicos respectivamente condujeran a las acciones
bélicas entre pueblos hermanos, causando centenares de miles de muertos,
heridos y desaparecidos entre los latinoamericanos, mientras que el gran
ganador fue el capitalismo inglés que se hizo de la única reserva de salitre
natural del mundo en los territorios usurpados por Chile y la empresa
anglo-holandesa Royal Dutch Shell que a través del conflicto en el Chaco, logró
posicionarse en la región contra los intereses de la también trasnacional
Standard Oil (Esso).
Es altamente probable que actuando de manera artera y
traidora, Gran Bretaña (que no por casualidad es conocida como la “pérfida
Albión”) ocupó por la fuerza las Islas Malvinas, a pesar de no tener ningún
conflicto con Argentina en ese momento. Desde esa fecha, las ocupa ilegalmente,
desoyendo a la comunidad internacional que ha llamado a un arreglo pacífico de esa
controversia. Al contrario, ha llevado armamento, incluso de tipo nuclear a
este archipiélago perteneciente a un continente que ha sido declarado Zona de
Paz por sus gobiernos. Es altamente probable que tras esta agresión a América
Latina, la ambición de apoderarse de las gigantescas riquezas energéticas,
minerales y pesqueras de las islas y su estratégica ubicación geográfica.
Es altamente probable que cuando Gran Bretaña se vio
obligada a dar la independencia a Pakistán e India a mediados del siglo pasado,
decidiera dejar la provincia de mayoría musulmana de Cachemira bajo soberanía
india, para instalar de manera perpetua un trance entre dos grandes países de
religiones diferentes, sembrando con ello la semilla de la discordia y el
conflicto.
Es altamente probable que Gran Bretaña como parte de la OTAN
y país subordinado a Estados Unidos, haya aportado las pruebas falsas que
permitieron las invasiones de esa alianza guerrerista a Irak y Libia. En todo
caso, en estos dos asuntos dejó de ser altamente probable para ser cierto, tras
el propio reconocimiento del ex primer ministro Tony Blair de que había actuado
bajo premisas falsas: el único detalle es que ese “pequeño errorcito” ha
significado más de un millón de muertos y la inestabilidad de Irak. En Libia,
el montaje del falso escenario de una represión que no existía, justificó la
intervención militar de la OTAN, el desmembramiento y el conflicto que parece
no terminar nunca. Vale recordar que, casualmente ambos países son grandes
productores de petróleo.
Ante estos hechos de la historia, uno podría asegurar que es
altamente probable que la primera ministra Theresa May sea una mentirosa, no
tenga ninguna prueba de lo que afirma con respecto del doble agente ruso y todo
sea una cortina de humo para salvarse de su descrédito e incapacidad de
resolver el gran problema que ha significado para su país el Brexit y el
posicionamiento positivo de Rusia en cada vez más regiones del planeta, en
particular en Siria, Ucrania y la península coreana.
Como en la segunda guerra mundial, Gran Bretaña necesita
nuevamente ahora mostrar que están siendo atacados, para que Estados Unidos
acuda en su ayuda a salvarlos, al igual que en aquella ocasión cuando nunca
fueron el objetivo primordial de los nazis, pero lograron con subterfugios
demostrar esa situación para recabar recursos y preservarse bajo falsas
premisas. Aunque toda vida humana tiene el mismo valor, la cifra de 430 mil
británicos muertos y desaparecidos palidece ante los 32,5 millones de
soviéticos, 16.6 millones de chinos, 7 millones de alemanes, 3,6 millones de
polacos, 2 millones de japoneses y 1,6 millones de yugoeslavos.
Sin embargo, esta “pérfida Albión” con toda probabilidad
está apostando nuevamente por la mentira, la tensión, el conflicto y la guerra.
Tal actuación es inherente a su ADN, así surgió y así se ha comportado a través
de la historia.
sergioro07@hotmail.com
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