Por Maribel Rodrigo:
La otra cara de la moneda
El ex presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, ha asegurado
que la nueva recesión “podría llegar antes de los que muchos creen”. A su modo
de ver, la deuda pública y privada -con relación al producto interior bruto
(PIB) que fue una de las causas de la anterior crisis, sigue aumentando y
resulta hoy más alarmante incluso que en 2007. Hay que ponerle freno, si no
queremos que el tsunami se repita, incluso con olas más virulentas.
Trichet dirigió la política monetaria de la Eurozona en los
primeros años de la crisis y terminó su mandato en 2011. Precisamente después
aplicar una subida de tipos de interés del 1,5% por ‘riesgos inflacionistas’
que le valió las críticas de algunos y un premio del Financia Times por su
arrojo.
Y aunque ya no tenga responsabilidades al frente de las
instituciones europeas, su pertenencia a varios think tanks de postín y la
presidencia de la influyente Comisión Trilateral le mantienen en primera línea.
Sobre todo cuando asegura sin temblarle la voz que la recesión llegará más
pronto que tarde, que empezará por Estados Unidos y se extenderá después a
Europa, y que resultará muy difícil de parar porque los márgenes de maniobra
serán tremendamente limitados.
En un encuentro con periodistas, Trichet ha llamado la
atención sobre los “alarmantes niveles de endeudamiento”. En 2000 el
endeudamiento global (público y privado) era del 250% del PIB mundial, en 2008
subió hasta el 275% y hoy se ha disparado, contra todo pronóstico, a más del
300%. Por eso, el ex-jefe de las finanzas europeas concluye que ahora somos más
vulnerables que en 2008.
Eric Piermont
La deuda es la enorme espada de Damocles que amenaza la
economía mundial y España tiene que tomar nota. En 2014, éramos el segundo país
del mundo (después de Estados Unidos) con mayor volumen de deuda dependiente
con acreedores exteriores. Las cifras clave: 5,5 billones de dólares frente a
1,4 billones. Con la diferencia de que los créditos exteriores suponían el 34%
del PIB para EEUU, pero en España eran el 103% del valor de la economía.
Japón es el país más endeudado del mundo (con un con un
237,97% de deuda sobre el PIB), seguido de Grecia, Italia, Portugal, Bélgica,
Estados Unidos (105,6%) y España (99,4%), con datos a septiembre de 2017. El
Top 10 se cierra con Francia, Canadá y Reino Unido. Pero la deuda también tiene
matices: cuando la financiación externa es una oportunidad para crecer, resulta
más llevadera que si, como en el caso de España, la deuda impide medidas
expansionistas como aumentar el gasto público o incentivar el consumo.
Si la deuda de una país sube demasiado con relación al valor
de su economía, se arriesga a un crecimiento económico más lento. Expertos de
la Universidad de Massachusetts apuntaban en términos prácticos que, cuando la
deuda bruta de un país supera el 90% del PIB, las tasas medias de crecimiento
caen en 1%, y el crecimiento medio cae mucho más.
Las palabras de Trichet son un jarro de agua fría en el
actual panorama económico mundial, donde reina el optimismo. En el Foro
Económico de Davos, celebrado la semana pasada, se han dado aparentemente
algunas razones para ello: 2017 ha sido el primer año en el que las grandes
economías mundiales han dado muestras claras de recuperación de forma
sincronizada, la economía evoluciona favorablemente y todo apunta a un
crecimiento del PIB global en un 3,9% para este año.
Trichet ha pedido una Europa más generosa, un Banco Central
Europeo capaz de tomar decisiones que tengan en cuenta a los 19 países de la
zona euro y que sean buenas para todos en conjunto, y con un mayor compromiso
de gobiernos, parlamentos y agentes sociales para acometer las reformas
estructurales pendientes. Veamos quién da el primer paso y dónde nos lleva.
alemur47@yahoo.com.ar
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