Por Leandro Albani:
Una caravana de camionetas artilladas de las Fuerzas
Populares, leales al presidente Bahsar Al Assad, arribaron el martes al cantón
kurdo de Afrin, en el norte de Siria. El arribo de la larga fila de Toyotas se
dio ante la mirada de los milicianos de las Unidades de las Protección del
Pueblo (YPG/YPJ), que desde hace más de un mes defienden la región de los
bombardeos lanzados por Turquía y de las incursiones de Al Qaeda y el Ejército
Libre Sirio (ELS).
Ondeando banderas de la República Árabe Siria y con
armamento pesado y fusiles Kalashnikov, los combatientes ingresaron por el
cruce de Al-Ziyara, al norte de la ciudad de Nubl. El mismo día, la agencia de
noticias estatal siria SANA informó que “la arterilla de las fuerzas turcas
bombardearon” a las Fuerzas Populares. El ataque turco fue confirmado por las
agencias kurdas ANF y Anha, que indicaron que el ataque se cobró la vida de dos
miembros de las Fuerzas Populares y otros tres resultaron heridos.
Nouri Mahmoud, portavoz de las YPG, confirmó la llegada de
los refuerzos y dijo que el gobierno “atendió el llamado” de enviar tropas.
Mahmodu también explicó que las unidades militares se concentrarán en la
frontera para defender la unidad territorial de Siria.
Quien se refirió al ataque contra las fuerzas sirias en
Afrin fue el propio presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. “Se vieron
alrededor de una docena de camionetas moviéndose hacia Afrin. Pero luego hubo
bombardeos y tuvieron que regresar”, declaró el mandatario, que unos días antes
había asegurado que si las tropas sirias ingresaban al cantón kurdo el ejército
turco no dudaría en atacarlas.
Desde hace varios días, las noticias sobre un acuerdo entre
las autoridades de la Federación Democrática del Norte de Siria (FDNS) y
Damasco recorren los medios de todo el mundo. Medios estatales sirios habían
anunciado el arribo inminente de un contingente a Afrin, luego de que las
milicias kurdas y de otras nacionalidades que solicitaran al Ejecutivo el envío
de tropa para contener los ataques de Turquía.
Con la llegada de las fuerzas leales a Damasco, el conflicto
sirio -que está por cumplir siete años- suma una nueva jugada en un tablero de
ajedrez sostenido por finas capas de hielo que se van resquebrajando con el
paso de los días.
Tres horas de tensión
Limar asperezas y rebajar las tensiones que vienen creciendo
desde hace meses a paso acelerado. Esa fue la misión del titular del
Departamento de Estado norteamericano, Rex Tillerson, durante su visita oficial
a Turquía los días 15 y 16 de febrero. Durante tres horas, Tillerson se reunió
con el presidente Recep Tayyip Erdogan, quien estuvo acompañado por el
canciller turco, Mevlüt Çavuşoğlu, único testigo de una conversación que, entre
varios temas, tuvo como punto de preocupación la situación en Afrin. Y no es
para menos. El gobierno turco acusa a Washington de respaldar a las YPG/YPJ,
calificadas por Ankara como “terroristas”. Mientras tanto, la Casa Blanca sigue
respaldando a este grupo, que es el principal componente dentro de las Fuerzas
Democráticas de Siria (FDS), el grupo de autodefensa de la FDNS.
Aportando al segundo ejército más poderoso dentro de la
OTAN, Turquía sabe que su autoridad no es menor en el plano militar. Por eso,
las duras declaraciones de Erdogan contra la administración de Donald Trump
llevaron a Tillerson a viajar a Ankara e intentar bajar los decibeles entre
ambos países.
En la actualidad, las tropas enviadas por Washington se
encuentran apostadas en la ciudad de Manbij, liberada por las FDS en abril del
año pasado, luego de que la población local solicitara su intervención. Durante
tres años, el Estado Islámico (ISIS) gobernó Manbij, de mayoría árabe, con mano
de hierro. La derrota de ISIS después de 73 días de combate contra las FDS fue
uno de los últimos golpes de gracia recibidos por la organización del
misterioso Abu Bakr Al Baghdadi.
Un día antes del arribo de Tillerson a Turquía, el gobierno
de Erdogan propuso a Estados Unidos una acción militar conjunta para liberar
esa localidad de los “terroristas”. En el lenguaje de Erdogan, esta iniciativa
es barrer, a sangre y fuego, con la propuesta de autogobierno que los kurdos
sostienen en el norte de Siria.
En un mapa de alianzas volátiles, y marchas y contramarchas
continuas, los kurdos consideran que Estados Unidos necesita estabilizar su
relación con Turquía, para de esa forma tener un punto de apoyo en un futuro
ataque contra Irán. Pero al mismo tiempo, Washington desconfía de Ankara y sus
reflotados acuerdos militares y comerciales con Rusia, el gran jugador dentro
de Siria. Lo que los kurdos saben con certeza es que si Afrin cae ante el
ejército turco, Estados Unidos no vacilará en entregar Manbij a Erdogan, un
posibilidad que no estaría mal vista por Rusia. Desde hace bastante tiempo, las
fuerzas turcas, en alianza con remanentes de ISIS, mantienen el control de la
fronteriza Jarablus y de la ciudad de Al Bab, cercanas a Manbij y a Alepo. Si
Afrin y Manbij son conquistadas por Turquía, la FDNS recibiría un fuerte golpe
a sus aspiraciones políticas y sociales –basadas en la democracia, el respeto a
todas las etnias y religiones, y con una participación activa de las mujeres-
que, pese a la guerra, viene desarrollando desde su creación hace dos años.
Además, se alejaría todavía más la posibilidad de unir los tres cantones kurdos.
Si bien el viceprimer ministro y portavoz del gobierno
turco, Bekir Bozdag, descartó una operación contra Manbij, nadie puede asegurar
que esto se cumpla. Hay que recordar que, hasta el día de hoy, Erdogan afirma
que su lucha es contra ISIS, aunque sus fronteras siempre estuvieron abiertas
para el tráfico ilegal de petróleo que el Califato robaba en Siria.
A las calles
Miles de personas movilizadas. Las imágenes conmueven. Son
hombres, mujeres, niños y ancianos de Afrin, que desde sus aldeas marchan casi
todos los días para repudiar los ataques de Turquía. Pero no son sólo ellos.
Otros miles de pobladores de Alepo, la segunda ciudad en importancia en Siria,
comenzaron el lunes una larga marcha hacia el cantón kurdo, para demostrar su
respaldo a los habitantes de la región.
“Creación fructífera” o “bendición”, ese es el significado
de Afrin en kurdo. No es para menos. Sus valles y ríos permiten que en esa
tierra se puedan sembrar frutas y verduras. Los olivares, que Turquía se empeña
en bombardear, son la principal producción del cantón, habitado por un millón y
medio de personas, y conformado por más de 300 aldeas. En Afrin, vivir en
comunidad, un anhelo que los kurdos llevan marcado en la piel, no es tan
extraño como en otras zonas de Medio Oriente.
Cuando Siria llegaba a su implosión en 2011, con las
revueltas que ponían en vilo al país y su posterior correlato de crisis
permanente, en el norte sirio (Rojava, en kurdo) ya se gestaba un cambio
sistémico que los kurdos planeaban hacía años. Y cuando el ejército sirio se
retiró de Rojava y se abrieron paso los grupos terroristas –primero Al Qaeda y
después ISIS-, los kurdos no dudaron en liberar la región -que comparte una
frontera de 900 kilómetros con el Kurdistán turco (Bakur)- e iniciar la
construcción de sus propias instituciones gubernamentales y sus milicias de
autodefensa.
Afrin es una región de suma importancia. Por un lado, palió
las necesidades alimenticias de los cantones de Kobane y Jazira cuando eran
asediados por los terroristas, pero también permitió el ingreso de 500 mil
refugiados que huían de todas partes de Siria.
El 20 de enero pasado, el presidente Erdogan aseguró que en
tres días Afrin estaría bajo su control. Pasó más de un mes y las tropas
turcas, junto al ELS y Al Qaeda, apenas sobrepasaron cinco kilómetros de la
frontera. El estancamiento del ejército no es un inconveniente para Erdogan,
quien hace gala de su incursión en el arte de la mentira: hace unos días afirmó
que las tropas turcas controlaba 300 kilómetros cuadrados de Afrin.
Los informes periódicos de las Fuerzas Democráticas de Siria
demuestran que las fuerzas de Ankara reciben golpes certeros sobre el terreno.
Esta semana, al menos 70 soldados fueron abatidos y se calcula que 100
integrantes de grupos terroristas cayeron en los combates contra las FDS.
Hasta el cierre de esta edición, el Centro de Salud de Afrin
había contabilizado 170 civiles muertos por los bombardeos y 470 heridos por
las incursiones turcas.
La denuncia más preocupante difundida por las autoridades de
Afrin tiene que ver con ataques que se podrían haber llevado a cabo con gases
químicos. El Consejo de Salud de Afrin alertó de la existencia de huellas de
ataques con gas cloro en la aldea de Erende, según relató en conferencia de
prensa el doctor Xelil Sabri, directivo del hospital Avrin. “Como resultado de
la inhalación de gases químicos tóxicos, los heridos fueron sofocados, además
de los síntomas de arañazos e irritación en la piel”, explicó Sabri.
“Haremos de Afrin el segundo Vietnam para el segundo ejército
más grande de la OTAN”, declaró el 12 de febrero el comandante de las YPG, Manî
Egîd. Y hacia ese final parece embarcado Erdogan.
leandroalbani@gmail.com
dentro de cuantos anhos el gobierno turco negara que invadieron Siria y masacraron los habitantes,como ahora niegan que masacraron los Armenios
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