Hoy no es el día para construir talleres textiles, es el día
para construir talleres de armas y municiones, para crear el comunismo de
guerra y enraizarlo”
(Abdullah Öcalan, desde la isla-prisión de Imrali, sobre la
situación en Efrîn, principios de 2016)
Desde hace varios meses, el presidente turco Recep Tayyip
Erdogan viene anunciando lo que por estos días es una realidad: la invasión
militar del cantón de Efrîn, ubicado en el noroeste de Siria, un territorio
liberado por la Unidades de Protección del Pueblo (YPG/YPJ) luego de duros
enfrentamientos contra el Estado Islámico.
Efrîn, que forma parte del Kurdistán sirio (Rojava), es una
región rica en agricultura, con un desarrollo económico mayor que el cantón de
Kobanê y, con el paso del tiempo, se convirtió en el refugio de miles de
desplazados, tanto kurdos como árabes, expulsados de sus territorios por la
guerra interna que atraviesa el país desde hace seis años. Además, Efrîn es
parte fundamental de la Federación Democrática del Norte de Siria (FDNS),
creada hace tres años por los pueblos de esa región, luego de liberarla de los
grupos terroristas, y junto a Kobanê y Qamishlo son las ciudades más
importantes en el proyecto de Confederalismo Democrático, impulsado por el
Movimiento Kurdo de Liberación (MKL) en Siria.
En Efrîn también se puede observar, de forma clara y
contundente, las luchas internas y externas que se generaron cuando en 2012
estallaron las protestas contra el gobierno sirio y su posterior devenir, la
aparición del Estado Islámico, las intervenciones militares de Rusia, Siria e
Irán, y un panorama desgarrador donde los muertos civiles superan los 500 m
Volver al Imperio Otomano
La decisión del gobierno turco de invadir Efrîn, bajo la
operación “Rama de Olivo”, se venía gestando hace tiempo. Para Erdogan y sus
aliados políticos, la experiencia de la FDNS es una gran traba en su proyecto
de convertir a Turquía en un nuevo Imperio Otomano y, al mismo tiempo, es un
peligro para el Estado turco, que ve con creciente preocupación el proceso de
liberación del pueblo kurdo. Desde el inicio de la Revolución de Rojava, en
2012, Erdogan apuntó toda su artillería con el objetivo de destruir la
experiencia política y social de los kurdos de Siria. Para el mandatario, el
impulso del movimiento kurdo en Siria es un espaldarazo para los más de veinte
millones de kurdos que habitan el sureste de Turquía.
Consultado por este medio, Erol Polat, miembro del Congreso
Nacional del Kurdistán (KNK, por sus siglas originales), explica que
históricamente, “el Estado turco está en contra de la existencia de los kurdos,
en cualquier lado, como también contra otros pueblos y religiones. Así nació el
actual sistema que rige en Turquía”. A su vez, puntualiza que Turquía y otros
estados de la región, rechazan el Confederalismo Democrático, sistema político
y social aplicado en el norte de Siria e impulsado por el Movimiento Kurdo de
Liberación. “El Estado turco ataca en nombre de todas las naciones que están en
contra de este sistema. Esos estados saben que el Confederalismo Democrático es
la única solución para los pueblos de Medio Oriente”, asegura Polat.
Por su parte, el antropólogo kurdo Mehmet Dogan señala que
la invasión a Efrîn responde a una estrategia del gobierno turco que lleva
mucho tiempo, porque es “parte de su proyecto de recuperación de territorios de
la época del Imperio Otomano”. A esto se debe sumar que Erdogan, “utiliza que
la frontera no es segura, que los kurdos controlan la zona y avanzan hacia su
independencia”, explica Dogan. “Son solamente argumentos falsos para legitimar
su intervención y, al mismo tiempo, Erdogan está utilizando el conflicto entre
Rusia y Estados Unidos para ocupar Efrîn”.
La frontera de la que habla Dogan son 900 kilómetros
impuestos hace un siglo, cuando Francia y Gran Bretaña acordaron la división de
Medio Oriente y al pueblo kurdo se le negó un Estado, quedando fragmentado
entre Turquía, Siria, Irak e Irán. Esa frontera todavía es, aunque en mucha
menor medida que hace dos años atrás, el camino que utiliza Turquía para traficar
armamento que llega a manos de grupos terroristas que operan en Siria. También
es un espacio de disputa permanente, ya que los pueblos del norte de Siria
buscan la unificación de toda la FDNS, pero Turquía lo impide ocupando las
zonas de Jarablus y Al Bab. A este panorama hay que sumar que las tropas turcas
ingresaron, con el beneplácito de Estados Unidos y Rusia, hasta Idlib,
territorio ubicado al sur de Rojava. La negociación para que el Ejército turco
llegara hasta esa zona tuvo como resolución pública el combate contra el
terrorismo, pero desde el movimiento kurdo denunciaron que el objetivo real era
rodear Efrîn para una futura invasión. Como último punto, el gobierno turco
aseguró que luego de tomar Efrin el siguiente paso es trasladarse a Manbij,
otra las ciudades que estaban en manos del Estados Islámico y fue liberada por
las FDS.
Otra razón que encuentra Polat para la actual invasión, es
que “el gobierno turco tiene muchos problemas internos y con el ataque a Efrîn
quiere mejorar su posición. El gobierno sabe que la mayoría del pueblo turco es
nacionalista y no le gusta los kurdos. Con el ataque a Efrîn, la mayoría de los
turcos apoyan al gobierno. Desde nacionalistas hasta algunos socialistas, como
los empresarios o sindicatos, todos declararon que apoyaban a su ejército”.
El pragmatismo de Moscú, Washington y Damasco
Mientras los bombardeos llueven sobre Efrîn, hasta ahora
costándole la vida a más de 20 civiles, el territorio kurdo de Siria –pero
también el país en su conjunto- es un tablero donde Rusia y Estados Unidos se
disputan de forma descarnada el control y el poder. Para estas dos naciones, la
“cuestión kurda” ha tomado relevancia no porque ambas potencias intenten que
los kurdos alcancen su liberación, sino porque la porción de territorio que
controlan en Siria, estimado en 35 por ciento, definirá la puja entre Rusia y
Washington con respecto a buena parte de Medio Oriente.
Las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), conformadas por las
YPG/YPJ y por otras milicias árabes, mantienen un acuerdo táctico con Estados
Unidos, como lo definen los propios kurdos. Hasta el momento, la Casa Blanca
envía armamento a las FDS y, de una manera tibia, negocia con Turquía para que
detenga el avance sobre el territorio. Cuando comenzaron los bombardeos sobre
Efrîn, el gobierno de Donald Trump se limitó a pedir “moderación” a Erdogan. La
portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, declaró que la
administración Trump urgía “a Turquía a ejercer contención y garantizar que sus
operaciones militares sean de alcance y duración limitados y escrupulosas para
evitar víctimas entre civiles”.
Aunque en el último tiempo las divergencias entre Washington
y Ankara parecen acrecentarse, la importancia de Turquía en Medio Oriente no es
ajena a Estados Unidos. Al ser el segundo ejército más poderoso dentro de la
OTAN, Turquía quiere forzar a la Casa Blanca para que bloquee su apoyo a las
FDS. El gobierno de Erdogan también tiene en claro que para Estados Unidos las
fuerzas de autodefensa kurdas asentadas en el sureste de Turquía son simples
“terroristas”, opinión compartida por Ankara. La alianza entre Turquía y
Estados Unidos se basa, como mínimo, en dos cuestiones: con diferentes
“estilos” y modalidades, ambas administraciones quieren que, de una vez por
todas, Bashar Al Assad sea derrocado; y tienen al Partido de los Trabajadores
del Kurdistán (PKK) como blanco a destruir. Es bueno recordar que desde su
conformación, las YPG/YPJ nunca realizaron un ataque fuera de la región que
controlan.
Por su parte, Rusia, que mantiene presencia militar en Efrîn
y controla su espacio aéreo, encabezó durante los últimos meses las
negociaciones diplomáticas con Turquía, Irán y Siria para que los kurdos
participen las reuniones en Astaná, Ginebra o Sochi, que buscan encontrar una
solución política a la profunda crisis siria.
Una semana antes de los bombardeos turcos, el comandante
general de YPG, Sipan Hemo, viajó a Moscú, donde se reunió con las autoridades
de ese país. Desde Rusia, Hemo afirmó que el gobierno de Vladimir Putin “considera
a los kurdos como parte fundamental de Siria y que no ve ninguna razón para una
crisis o problemas debido a la participación kurda” en las negociaciones de
paz. El comandante de las YPG también advirtió que “Turquía está intentando
sabotear” la participación kurda en las negociaciones y señaló que durante 2018
la guerra en Siria continuará más allá de los diálogos entre las partes.
Turquía y Rusia mantienen relaciones comerciales y militares
profundas, y la alianza entre ambas naciones sobrevivió, debido a sus intereses
compartidos, pese a posturas diferentes con respecto a Siria.
Con la invasión turca en pleno desarrollo, Sipan Hemo fue
categórico en aseverar que Rusia “traicionó” a las fuerzas del norte de Siria.
En declaraciones a la agencia ANF, el comandante de las YPG explicó que
“durante dos años, las fuerzas rusas han estado en Efrîn y han afirmado que
resolverán ciertos problemas trabajando juntos con los kurdos. Constantemente
dijeron que una solución sin los kurdos no es posible”. Hemo señaló que
“tuvimos ciertos arreglos con Rusia, pero Rusia de repente ignoró estos acuerdos
y nos traicionó. Nos han vendido claramente”. La máxima autoridad militar del
norte de Siria expresó que “con las YPG/YPJ y las FDS, una nueva historia está
siendo escrita en la lucha de nuestra gente. Llegará un día en que Rusia se
disculpará con los kurdos por esta falta de principios”.
Según Erol Polat, Rusia y Estados Unidos son “dos actores en
Medio Oriente que tampoco quieren que los kurdos planteen el Confederalismo
Democrático, porque va en contra de sus sistemas. Estas dos fuerzas y Europa
tienen sus inversiones en Turquía y las quieren perder, por eso dejan hacer al
gobierno de Erdogan, al mismo tiempo que quieren controlar a los kurdos”. “Los
kurdos tienen que buscar trabajar con estas dos fuerzas, porque así se puede
resolver la crisis en Medio Oriente”, asevera el miembro del KNK.
Por su parte, Mehmet Dogan no comparte la postura de una
“alianza táctica” con Washington, ya que “como vemos en la intervención de
Turquía contra Efrîn, Estados Unidos dijo que tenían razón (de la
intervención), que tenían que avanzar rápido y no mucho más. La única solución
es encontrar un acuerdo con el gobierno de Siria sin contar con las potencias
extranjeras”.
Sin bien el gobierno de Assad rechazó la invasión turca,
hasta ahora no intervino de forma concreta para detener los ataques. Aunque los
kurdos y la administración siria mantienen algunos acuerdos territoriales, las
diferencias de posturas por momentos parecen irreconciliables.
Dogan no ve probable que el gobierno de Assad intervenga en
Efrîn para detener a Turquía y agrega que “cuando los turcos entraron en
Jarablus, el gobierno sirio cometió un error estratégico”. “Pero Siria puede
aprovechar de esta situación para atacar Idlib –explica el antropólogo-. Si
Siria ataca Efrîn o utiliza sus Fuerzas Armadas en Efrîn o en alguna zona kurda
de Rojava, creo que un acuerdo entre los kurdos y Bashar Al Assad sería
importante. Sin un acuerdo entre el gobierno sirio y los kurdos, con las
reivindicaciones de los kurdos de modificar la Constitución, transformar a Siria
en un Estado confederal y democrático, en este caso Siria podría intervenir”.
Par Dogan, “los kurdos deben negociar con Assad para que acepte sus
reivindicaciones. Podemos vivir unas negociaciones entre Siria y los kurdos y
que lleguen a un acuerdo. Creo que eso sería la solución en beneficio de todos
los pueblos de Siria. Sin un acuerdo con el gobierno sirio, los kurdos solos
van a seguir estando como un elemento entre potencias mundiales”.
Según Polat, “el Estado sirio da un mensaje y dice que va a
apoyar a los kurdos, pero el gobierno de Assad tampoco quiere que los kurdos
desarrollen un sistema propio. El gobierno está más fuerte que antes, después
de la derrota del Estado Islámico, entonces dice que los kurdos no pueden vivir
sin el control del Estado sirio”.
Por estos días, en las cuatro regiones de Kurdistán, pero
también en América Latina, Europa y Estados Unidos, las movilizaciones en
contra de los bombardeos a Efrin se multiplican. Desde el Movimiento Kurdo de
Liberación la respuesta a los ataques es la resistencia, no sólo desde el plano
militar, sino que, en el caso del norte de Siria, también es en sostener la
continuidad de un proyecto político y económico novedoso, en el cual las
mujeres son el sujeto revolucionario y de cambio social, las comunas la
principal forma de organización y las cooperativas el motor que lentamente
comienza a funcionar en medio de una guerra que parece no tener fin.
leandroalbani@gmail.com
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