Por Emilio Marín:
Se cumple el primer aniversario de su fallecimiento
El 25 de noviembre de 2016 fue conmovedor para Cuba pero
también para buena parte del mundo. Fallecía Fidel Castro Ruz, su amado
comandante en jefe de la revolución o simplemente Fidel. Es de los que no se
fueron y ya están volviendo.
La expresión de aquellos que no se fueron y ya están
volviendo es bien tanguera, de “Nocturno a mi barrio”, de Aníbal “Pichuco”
Troilo: “Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio. ¿Cuándo, pero cuándo?
Si siempre estoy llegando”.
Ese sentido de pertenencia ilustrar lo que podría decir el
nacido en Birán, oriente de Cuba, un 13 de agosto de 1926, y fallecido en La
Habana el 25 de noviembre de 2016, cuando su humanidad cansada pero no vencida
había cumplido los 90 años.
Como al capo del bandoneón porteño, el abogado, revolucionario,
presidente, estadista y sobre todo gran dirigente político de formación
completa y full time para atender los asuntos de su pueblo y de pueblos
hermanos, es discutible si se fueron del barrio. Indiscutible que apenas
partió, si es que partió, ya estaba volviendo…
Para los enemigos de Cuba y de los valores de la humanidad
fue una pesadilla que ese hombre hubiera vivido tanto tiempo, sorteando 638
intentos de asesinato impulsados por la CIA norteamericana. Uno de esos
gusanos, con domicilio en Miami pero de nacionalidad argentina,
lamentablemente, pronosticó esa muerte política 23 años antes que se produjera
la muerte física. Andrés Oppenheimer, dizque periodista, que publica en El
Nuevo Herald y demás diarios afiliados a la Sociedad Interamericana de Prensa
(SIP), cloaca también de Miami, publicó el libro “La hora final de Castro”,
como expresión de anhelos, el 24 de marzo de 1993. Pasará a la historia como
uno de los fallidos más groseros, por más que reciba premios de la SIP y otros
oropeles para el periodismo a sueldo del imperio.
Uno de los mejores homenajes que recibirá Fidel en este
primer aniversario de su muerte es que mañana, domingo 26, todos los cubanos y
cubanas mayores de 16 años irán a las urnas para elegir a los delegados a las asambleas
municipales del Poder Popular.
Refutando todas las mentiras contra Cuba y su líder
histórico desde el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, allí hay un
poder revolucionario ganado contra la tiranía de Fulgencio Batista, y defendido
con éxito de invasiones organizadas por los mal vecinos norteamericanos, como
en Playa Girón en abril de 1961, pero también hay una amplia democracia y de
bases.
¿Que en la isla hay “un partido único”? Sí. Y no fue ninguna
invención del líder sino una tradición legada a su pueblo el Héroe Nacional de
Cuba, José Martí, quien fundó el Partido Revolucionario Cubano en 1892 y
enfatizó en la necesidad de la unidad de su gente como condición fundamental
para aspirar a la independencia, truncada nuevamente en 1898 y habiendo dado la
vida en Dos Ríos.
La isla tuvo muchas cosas para resistir a pie firme hasta
hoy los embates del imperio: agresiones militares, bloqueo económico con daños
por 130.178 millones de dólares, campañas de demonización, expulsiones de la
OEA en 1962 en reunión de Costa Rica, promoción de enfermedades, atentado
terrorista contra el avión de Cubana sobre Barbados en 1976 con 73 muertos,
etc.
Logros cubanos
Una de las mayores armas de la defensa cubana frente a
tantas agresiones del imperio con más capacidad destructiva de la historia, fue
la participación política de los cubanos.
Eso no fue magia. Fue ciencia política, pasión militante y
obstinación revolucionaria que Silvio Rodríguez calificó con ironía en “El
necio”. Yo me muero como viví, cantó el de la Nueva Trova. Y debe haber tomado
a la vida de Fidel como espejo donde inspirarse.
Una masiva elección del domingo será un tributo fidelista. Y
lo vienen haciendo siempre, porque la participación electoral supera el 95 por
ciento pese a que el voto no es obligatorio. A partir de la elección de
delegados a las asambleas municipales luego se eligen cargos similares a nivel
provincial y nacional. Y una vez constituida la Asamblea Nacional, ésta es la
encargada de elegir al Consejo de Estado y presidente, primer vicepresidente,
vicepresidentes y secretarios así como al Consejo de Gobierno.
Esa democracia tiene otra gran ventaja que los
latinoamericanos miran con sana envidia: es muy económica. Genera un gobierno
barato y obrero como proclamaron los obreros franceses que en la Comuna de 1871
lograron el primer gobierno obrero.
Allí no se gasta millonadas en publicidad, marketing y
adhesiones de empresas y bancos que luego se cobran con creces la inversión,
para que los electos hagan tantas cosas que no figuraban en el programa
original. En Cuba no hay propaganda paga. Sólo la foto y la biografía del
candidato pegada en los lugares públicos. Los conoce la gente porque fue quien
los mocionó en las asambleas de base.
Esa democracia socialista fue perfeccionada con la
Constitución de 1975 y la ley electoral 72, del año 1992. Y se viene cumpliendo
con votaciones cuyas urnas no son custodiadas por soldados de las Fuerzas
Armadas sino por niños, los Pioneros. El fraude es una cosa que esos escolares
deberán estudiar como materia rara de otros países, o de Cuba de tiempos
batistianos y desde que nació la república burguesa apadrinada por Washington.
Sólo sufragaban hombres que fueran propietarios con un capital mayor a 250
pesos. El resto, convidado de piedra.
La educación
Fidel era martiano hasta la médula, sin perjuicio que
mientras cursaba abogacía leyó clásicos marxistas, comenzando por El Manifiesto
Comunista (Marx y Engels, 1848).
De esa adhesión a Martí debe haber surgido su preocupación
por la educación. “Ser cultos para ser libres” había opinado el Héroe Nacional
en sus “Cuadernos Ambulantes” y su discípulo tomó la posta y la llevó a la
victoria.
Luego de haber intentado tomar el Cuartel Moncada, en
Santiago de Cuba, durante la tiranía el 26 de julio de 1953, en el juicio al
que fue sometido planteó varios puntos de vista que explicaban la incursión
guerrillera. En un adelanto genial en la materia, en ese alegato “La historia
me absolverá”, planteó: “el alma de la enseñanza es el maestro y a los maestros
de Cuba se les paga miserablemente (…) debe concedérseles a todos, cada cinco
años por lo menos, un receso en sus tareas de seis meses con sueldo, para que
puedan asistir a cursos especiales en el país o en el extranjero, poniéndose al
día en los últimos conocimientos pedagógicos”.
El tribunal que lo juzgaba debe haber pensado que era un
marciano. No. Era Fidel. Y sus metas educaciones fueron cumplidas a cabalidad
con la Campaña de Alfabetización de 1961 que erradicó el analfabetismo.
Otro rasgo de su generosidad fue que no limitó los
beneficios de la educación a la isla y los maestros cubanos ayudaron afuera.
Con el programa “Yo sí puedo” lograron liberar
del analfabetismo a Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador.
La cosa no se limitó a la escuela. Cuba es una potencia
cultural, biomédica, en biotecnología, etc. En el libro “Un grano de maíz”, pág.
210, conversando con Tomás Borge,
consignó que hasta 1992 se habían creado 170 centros científicos.
Hay un abismo entre la Cuba revolucionaria que nació en
1959, y que en enero próximo cumplirá 59 años sin fecha de expiración, y la
semicolonia, el burdel, los casinos de la mafia y la base militar
norteamericana que era antes.
Dar el ejemplo
Como no hay dioses ni políticos perfectos, Fidel tuvo sus
errores puntuales. El cronista advierte tres: 1) haber asegurado que Cuba era
el mayor exportador de alimentos del mundo per cápita (pág. 64 libro citado de
Borge); 2) haber valorado que la perestroika y glasnot de Mijail Gorbachov eran
más socialismo; y 3) haber pronosticado en julio de 2010 que antes de jugarse
las semifinales del Mundial de Sudáfrica comenzaría la III Guerra Mundial.
Vista la perspectiva histórica de lo pensado y llevado a la
práctica, esas pifias no tienen demasiada entidad, sobre todo porque luego del
fallo trabajó arduo. Por caso, preservó el socialismo cubano luego que la
perestroika degenerara en implosión de la URSS y restauración del capitalismo.
Uno de sus quilates fue la coherencia entre palabra y
acción. Su familia era rica y tenía 800 hectáreas en Birán y 11.700 arrendadas
(“Guerrillero del Tiempo”, Katiuska Blanco, Tomo I, pág. 44). Y la reforma
agraria empezó por casa, cuando visitó a su madre el 24 de diciembre de 1958 y
la multitud empezó a arrancar naranjas ante los reclamos de su madre para que
no maltrataran a las plantas (misma autora, Tomo II, pág. 480).
Cuando un líder cumple con la reforma agraria, comenzando
por sus propias tierras, quiere decir
que esa revolución es verdadera.
Su amor a Cuba era infinito, pero también los padres de una
patria, como en una familia, pueden tener cierta debilidad con determinados hijos.
Fidel tenía devoción por Santiago de Cuba y el oriente revolucionario, desde
donde Carlos M. de Céspedes e Ignacio Agramonte comenzaron la lucha
independentista en 1868; donde José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo la
continuaron en 1895, y el Movimiento 26 de julio lo intentó en el Moncada y
Sierra Maestra.
Ese reconocimiento lo llevó a prometer a Santiago de Cuba,
en su discurso del 1 de enero de 1959, que sería la nueva capital. No pudo
cumplir esa promesa. Quizás por eso su última voluntad fue descansar de tanta
guerrilla, Girón, crisis de Octubre, lucha contra el bloqueo y batalla de Ideas
en el cementerio de Santa Ifigenia. Fue
como decir, ¿cuándo salí del barrio si
ya estoy volviendo?
ortizserg@gmail.com
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