Por Tony López R. (*):
Colombia
En la noche del pasado viernes 24 de noviembre, se celebró
en el Teatro Colón, el primer año de la firma de los Acuerdos de Paz,
negociados en La Habana, entre la delegación del Gobierno presidido por Juan
Manuel Santos Calderón, y las Fuerzas Armadas Revolucionaria de
Colombia –Ejército del Pueblo (FARC-EP) comandadas por Rodrigo Londoño
Echeverry, quienes volvieron a encontrarse
y motivó las excusas del primero por los
incumplimientos a la implementación de los Acuerdos de Paz y los firmes
reclamos del segundo, por el engaño del que han sido objeto, no solo la fuerza guerrillera, sino también la sociedad colombiana y la comunidad
internacional, que clama y exige el cumplimiento de los Acuerdos, que permita
una paz estable y duradera.
El presidente Santos Calderón, asumió públicamente la
responsabilidad de los incumplimientos y admitió errores en la implementación de los acuerdos
y se comprometió a que trabajarían día y noche para solventar la crisis
provocada por esos desatinos. Londoño Echeverry por su parte hizo una fuerte
denuncia contra los poderes Judiciales y Legislativos, especialmente contra la
Fiscalía, la Corte Constitucional y el Congreso.
La Fiscalía ha introducido
modificaciones al acuerdo aprobado sobre la Justicia Transicional, que establece
los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición que incluía el juzgamiento de todos los
agentes del Estado, civiles que hayan
financiado y/o cómplices del
paramilitarismo y guerrilleros.
Estas
modificaciones presentadas al Congreso,
fueron ajustadas a los intereses del
sistema y lo aprobado el pasado miércoles 15 por el
parlamento y sancionado la misma noche por la Corte Constitucional, solo serán juzgados los guerrilleros.
Quedaron eximidos de toda culpa los militares, otros agentes del Estado,
civiles cómplices del financiamiento al paramilitarismo y al sicariato. Un ejercicio parlamentario para dejar en la
impunidad los crímenes de guerra cometido contra la población civil y jóvenes
inocentes como la muy documentada participación de la fuerza pública en los llamados, “falsos-positivos.”
Lo más grave de todo este despropósito estriba en lo
sancionado por la Corte Constitucional, la que meses antes había, aprobado el
absoluto blindaje de los Acuerdos de Paz de La Habana y que luego de los
cambios en dicha institución, por nuevos magistrados, hayan procedido a
modificar lo ya acordado. Es evidente la motivación política e ideológica que
ha llevado a tal aberración, jurídica y política, donde lógicamente existe un
componente de complicidad del Gobierno, aunque el mismo Jefe de Estado, aduzca
que hay errores y desatinos en los incumplimientos y errores.
Las pláticas iniciales entre el Gobierno colombiano y las
FARC-EP comenzaron en La Habana en febrero del 2012, por petición de las partes
al Gobierno cubano, cuyo objetivo era
establecer los principios, normas y las base políticas para comenzar los
diálogos, así como las condiciones
prácticas, que permitieran establecer la Mesa
de Dialogo.
El 19 de octubre de 2012 fue instalada en Oslo, Noruega, la Mesa de Diálogo de Paz,
entre el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos Calderón y las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejercito del Pueblo. (FARC-EP) Con la presencia de las delegaciones
gubernamentales de Cuba y Noruega como garantes y de los países acompañantes
Venezuela y Chile, se dio inicio a
este proceso de diálogo,
formalizándolo oficialmente y ante la opinión pública mundial, toda vez que en
las conversaciones preliminares que se venían desarrollando en La Habana, se
había logrado llegar a el “Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y
la Construcción de una Paz Estable y Duradera”.
Pero tomando en cuenta lo que ha venido sucediendo en
Colombia, al parecer, el Acuerdo General
para darle fin al conflicto y lograr la paz estable y duradera está seriamente obstaculizado por una poderosa
oligarquía y sectores de derecha que
niega a su pueblo paz, justicia y
un orden social justo.
A un año de firmado los Acuerdos que fueron refrendados en noviembre del pasado año por el Congreso de la Nación,
la situación es crítica y tiende a complicarse porque, el próximo 30 de
noviembre termina el método del Fast Tras que se utiliza en el parlamento para
agilizar la aprobación de los Acuerdos.
Dentro de los incumplimientos por parte del Gobierno y de la
Justicia está el hecho de que antes de
finalizar la entrega de armas, tenían
que haber excarcelado a todos los miembros de las FARC en prisión, hoy
quedan sin ese beneficio 1000 guerrilleros presos. En este periodo más de 140 líderes campesinos, sociales y
comunitarios y cerca de 40
ex guerrilleros y familiares han sido asesinados por parte de la fuerza
pública y los paramilitares.
La erradicación del paramilitarismo y su procedimiento
jurídico y penal, fue uno de los Acuerdos, este lejos de cumplirse, el
paramilitarismo ha ocupado las zonas donde antes operaba la guerrilla de las
FARC, asesinan y destierran quienes ellos consideraban colaboradores de
la insurgencia. Tema sensible, porque sin la eliminación del paramilitarismo,
será muy complicado el accionar político del nuevo Partido, cuyos miembros son
antiguos guerrilleros.
Una de las causas que originó el conflicto armado en
Colombia fue el tema de la tierra y uno
de los Acuerdos firmados dejaba claramente establecido que el Estado pondría a
disposición 10 millones de
hectáreas y a estas alturas, no hay una
sola norma aprobada para garantizar, este que fue el primer Punto de la Agenda
discutida en La Habana y mucho menos las tierras destinadas a la sustitución de
cultivos ilícito (coca y amapola).
Sí tomamos nota, solo de algunos del más importante
incumplimiento de los Acuerdos de Paz de La Habana, bien cabe la interrogante de: ¿Cuáles Acuerdos?.
Pero como bien me comentó un importante luchador por la paz
en Colombia, y cito “Sin duda entre bambalinas se moverán acuerdos, arreglos o
pactos secretos inter-oligárquicos y entre estas oligárquicas y el imperio, con
la pretensión de impedir la posibilidad de cumplir lo pactado en la Habana, pero
estos finalmente no podrán evitar que se desencadene un desajuste profundo
dentro del sistema, empujado, claro está
por el desarrollo político de los variables procesos sociales
contestatarios del país, que creo también van a enmarcarse dentro de la generación
e impulso de un proceso constituyente popular”.
Es exactamente lo que se requiere en Colombia, una Asamblea
Nacional Constituyente Corporativa y que los Acuerdos de La Habana sean
sometido a ella, de ese modo se convertirá en una política de Estado, porque
los Acuerdos firmados el pasado 24 de noviembre del 2016 solo responden a un
acuerdo del actual Gobierno, que puede ser modificado o no reconocido por el
nuevo gobierno que asuma la conducción del país el 7 de agosto del 2018.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
jorgarcia726@gmail.com
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