Por Daniela Saidman:
Desde la otra orilla
Asistimos de lejos a la tragedia, pero nunca se pudo estar
más próximo y sentirse tan prójimo. La noche del martes las zonas más afectadas
por el sismo hicieron silencio. México enmudeció. Así fue posible que la
inmensa marea humana encontrara bajo los escombros las voces que de otra manera
no hubiera nunca más pronunciado sus nombres.
Callando se escucha mejor. Por eso, cientos de gargantas
ahogaron el grito y el llanto, miles de manos se alzaron, en un puño cerrado,
trabajando juntas. México, el pueblo de México, nos enseñó una vez más de qué
está hecho. La solidaridad tiene en su gente una larga tradición que ha sabido
resistir los tragos amargos que le vienen desde hace centurias.
dsaidman@gmail.com
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