Por: Iván Oliver Rugeles
Venezuela
Produce inmensa rabia y más aún vergüenza que en nuestro
país esté rebrotando el fascismo con toda su carga de odio y atrocidades, al
igual de como sucedió en la Europa de las décadas de los años 30 y 40 del siglo
XX con los seres humanos de ascendencia judía, o con militantes o simpatizantes
comunistas o socialistas, o con seguidores de los Testigos de Jehová, o con los
gitanos, o con los discapacitados y hasta con los homosexuales, cuyo repulsión
y odio hacia ellos se manifestó en sus inicios tal cual le ocurrió a la Rectora
del Consejo Nacional Electoral, la doctora Socorro Hernández, en un
supermercado de la ciudad de Caracas, el pasado domingo 6 de agosto en curso,
cuando fue agredida verbal y airadamente por un grupo de damas de nuestra
"sociedad civil", sin que acudiera en su protección el personal de la
seguridad del establecimiento comercial.
Suceso este aborrecible y condenable desde todo punto de
vista, que no ha sido el único, pues ya han ocurrido numerosos casos
equivalentes aquí mismo en el país y en el exterior, con muchos venezolanos a
quienes se los identifican como chavistas o que se parecen a un chavista por su
color trigueño o amulatado, de esos que aborrece Ramos Allup
…
En la Europa de los años indicados, ese odio fue in
creciendo para terminar, ya a finales de los años 30, hasta -inclusive- muchos
meses después de concluida la II Guerra Mundial, con el asesinato de millones
de ellos, tanto en las mismas calles de manos de quienes habían sido sus
propios vecinos, como fue público y notorio en los campos de concentración
diseminados por toda Alemania y los territorios ocupados por el
nacionalsocialismo, entonces bajo la égida de Adolfo Hitler, tendencia política
que aún sigue muy viva y al acecho de la mano del gran capital transnacional,
bajo el silencio sepulcral de nuestro mundo "occidental y cristiano",
acerca de lo cual es mucho lo que pudiéramos narrar, dada la abundante
bibliografía que existe sobre el tema.
Aplaudimos y damos todo nuestro apoyo a la orden del
Presidente Nicolás Maduro de darle cacería y con carácter de urgencia, a ese
grupo de damas (desconocemos si allí participaron personas del sexo masculino),
con la finalidad de que sean llevados sus integrantes a la justicia y
castigados con todo el peso de la Ley, pues se trata de una decisión que debe
ser acatada en el término de la distancia.
Es una obligación indeclinable del Estado impedir que este
brote de odio nos lleve a repetir no solamente el horror de la vieja Europa del
nazi fascismo, sino el de las otras atrocidades que se vivieron, por ejemplo en
Indonesia en 1964, donde fueron asesinados en pocos meses más de un millón y
medio de militantes y/o simpatizantes del partido comunista de ese país asiático,
o en Ruanda, donde en 1994, en menos de cien días fueron bestialmente
asesinadas casi un millón de personas de la etnia Tutsis por parte de sus
hermanos de la etnia Hutus, por razones políticas y más aún religiosas y para
no extendernos demasiado, pues esos crímenes de odio, por razones raciales se
siguen cometiendo en los Estados Unidos y hasta no solamente por parte de
agrupaciones civiles, como ocurre con el Ku Klux Klan, sino por las propias
policías en la casi totalidad de las policías estatales contra los
afrodescendientes y latinos, en particular si éstos son mexicanos.
En tanto no haya justicia, repetimos esta verdad del tamaño
del universo, no habrá paz y esos crímenes de odio no cesarán, por ello es
inaplazable que todos estos atropellos reprochables y totalmente condenables
que los venezolanos hemos tenido que vivirlos y padecerlos con horror en este
último tiempo, tienen que ser castigados con las penas más severas que
contemplan nuestras leyes.
No olvidar jamás que de los gritos exasperantes abusivos de
irrespeto, sin límite alguno, a una agresión física y hasta el asesinato, hay
sólo una distancia demasiado pequeñita…
rioliverr@gmail.com
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