Por Pablo Salvat Bologna
Columna de opinión
La recolonización de
Latinoamérica al parecer está de vuelta. Cuando muchos politólogos y
especialistas en relaciones internacionales cantaban loas a un supuestamente “nuevo” orden mundial, surgido tras la desaparición del campo socialista, resulta que los noventa
y lo que va del siglo XXI, están mostrando lo contrario. Hoy más que nunca
estamos en guerras diversas, pero ahora, con los motivos a la vista estimado
lector y lectora: interés geopolítico y económico. Claro motivos siempre
disfrazados de grandilocuentes y hermosas palabras: democracia, derechos
humanos, libertad. Una pena como se mancilla
el honor de esos términos tan duramente conquistados desde las mayorías en la
historia de la humanidad.
Pero qué se puede pedir ya de unos medios de “comunicación”
directamente comprometidos con los sectores conservadores y/o neoliberales?
Comprometidos con sus dueños y sus intereses. Hoy mismo, al día siguiente de la
histórica votación por la asamblea
nacional constituyente en Venezuela, La Tercera, titula mañosamente: “el
caos se apoderó de Venezuela…”. Había olvidado que la profecía auto cumplida
del “caos” es una de las armas favoritas del poder del imperio y sus aliados
para hacer fracasar procesos de cambios en el continente. Estrategia que, por
supuesto, fue aplicada también en Chile, para terminar de adelantar el golpe de
Estado en el año 73.
Un caos producido por esos mismos sectores dominantes, que
lo contratan y lo administran, para después adjudicárselo al gobierno de turno
y según necesidad. La verdad, es que por
lo que se sabe solo hubo incidentes en lugares aislados en las elecciones,
casualmente, cerca de la frontera con Colombia. Sin embargo estos “objetivos”
medios se dedican a invisibilidad los millones que sí salieron a votar, y de
paso, echar más leña al fuego a ver si se produce algún tipo de intervención o
guerra interna. La guerra
encubierta ya comenzó hace bastantes
años. Y es una guerra por el dominio geopolítico y, al mismo tiempo, el
poder y control de los principales
recursos energéticos que le permiten, a las grandes potencias, mantenerse en la
primera línea de la competencia mundial (agua, biodiversidad, petróleo, gas
natural, entre otros). Pero esto, claro,
no lo dicen, ni los gobernantes de nuestros países, ni sus intelectuales, ni
sus medios de comunicación.
No pues, hay que ser serios y saber desinformar bien.
América Latina vivió si se quiere un tiempo de autonomía relativa entre los 90 e inicios del siglo XXI, cuando
el norte imperial-para el cual somos “su
patio trasero”-, miró más hacia el este, Asia y Europa. En ese entretiempo es que fueron surgiendo en
el continente una serie de gobiernos que podríamos calificar de tendencia
nacional y popular, críticos del neoliberalismo:
Bolivia, Honduras, Brasil, Argentina, Paraguay, Venezuela.
Gobiernos que sin romper con el nuevo orden,
intentaron promover una mayor unidad latinoamericana basada en su
capacidad de decisión autónoma en base a su propia historia y necesidades. No
mucho más que eso. Sin embargo, ha
bastado su orientación, al menos discursivamente anti-neoliberal, así como su pretensión de insertarse de
manera autónoma en la globalización, e
intentar políticas que favorecieran a las grandes mayorías, basto eso digo
(además, claro, de abrirse a otra relación con la isla de Cuba, castigada y
marginada de la unidad latinoamericana por órdenes del Norte en la OEA), para que fueran puestos en la mira de
los grandes poderes mundiales y sus expresiones políticas derechistas o
social-liberales, sea en los USA, en Europa o aquí mismo, en el continente (ahí
está-para probarlo- la estrategia de los
golpes “blandos” aplicada a Honduras, Paraguay o Brasil).
La globalización financiero-mercantil –nueva fase del
capitalismo- , así como su expresión mediático-tecnológica, no admiten
alternativas, solo alternancias; tampoco
otro paradigma, sino su doctrina del “pensamiento único”. Pues bien, ¿por qué
hago esta entrada mi estimado lector y
lectora? Pues para hablar de lo
impresentable que resulta el último dictado imperial del poder norteamericano
contra el pueblo venezolano y su gobierno, para intentar impedir la constituyente. Ya antes, el expresidente
Obama había dictado otro decretillo declarando a Venezuela “una amenaza
extraordinaria e inusual” contra la seguridad estadounidense (sic).
¿Usted lo puede creer? Usted sabe, lector/lectora, que los
USA tienen unas 800 bases militares (200.000 soldados desplegados en cien
países) apostadas alrededor del mundo y que es el país con el mayor presupuesto
militar del planeta? Y que, al menos siete de esas bases están apostadas casualmente en Colombia? Qué raro no. Justo
en la frontera con un estado independiente, como Venezuela. ¿En qué siglo estamos, me quiere decir? No se
había terminado con el neocolonialismo y reconocida la autodeterminación de los
pueblos y sus gobiernos, incluso desde Naciones Unidas?
No se había terminado con la idea de “guerra fría” promovida
desde Occidente contra pretensiones de cambio revolucionario en el mundo? Acaso
no se disolvió el Pacto de Varsovia y la Otan no cumplió su palabra dada a
Gorbachov de realizar el mismo gesto; porque para que querríamos Otan si ya no
hay peligro ni amenaza desde el Este?
Lo impresentable
también, es el acompañamiento que hacen a esta amenaza desde el poder
imperial, una serie de gobiernos latinoamericanos. Uno esperaría un poco más
de dignidad en los gobernantes, ¿no? Porque no se trata en esto de estar o no
de acuerdo con la filosofía bolivariana, sino de algo muy serio: tenemos –como
pueblos, posibilidad de ensayar modelos alternativos, de auto
determinarnos- o aquí, en este “patio”
del sur, la tan manoseada “democracia”, se remite y restringe a opcional solo
aquello que gusta al poder del norte, de las grandes transnacionales, de los
bancos, de la Otan o el FMI y sus medios de prensa? Pues bien, si este dictado del gobierno de
los USA es impresentable es, al mismo tiempo, irresponsable, por las
consecuencias que puede entrañar. Esta irresponsabilidad la comparte con la
dirigencia de la oposición venezolana, que ha sido incapaz y no ha querido jugar el juego político-democrático todos
estos años (desde el mismo año 99) , y que ha apostado por la fuerza, la
mentira, la manipulación y los golpes de
mano para desalojar al gobierno bolivariano (¿se nos olvidó ya el golpe de
Estado contra Chávez el 2002, apoyado también desde el gobierno chileno de la
época?) .
Esta derecha opositora y sus medios trabajan el dicho goobeliano: una o varias
mentiras repetidas mil veces se convierten en verdades. Allí tiene usted los
objetivos noticiarios e informaciones
para comprobarlo todos los días. Sólo un ejemplo: van más de diez
personas quemadas vivas por los adalides
de la oposición en sus manifestaciones barriales. ¿Pecado? Pues ser muy moreno
y parecer “chavista”. Dígame, ¿qué ha sabido usted al respecto por nuestros
medios? ¿Cuándo se ha intentado dar y
decir la verdad respecto a las “guarimbas” y los muertos permanentes, los
incendios a edificios públicos, incluidos hospitales infantiles? Por favor,
nada de esto es furia espontánea. No señor.
Está todo organizado y planeado (como también lo estuvieron
las acciones pro-golpe antes del año 73, aquí mismo pues). Ahora han dado un
paso hacia la irresponsabilidad completa: pretender formar un Estado paralelo
al existente. ¡Cómo es posible que gobiernos latinoamericanos avalen esa
locura? ¿Sabe usted cual es el modelo? Véalo y estúdielo pues: Ucrania, Siria,
Irak, Libia. ¿Y cómo han terminado esos países? Se ha preocupado por indagarlo,
ayudado por nuestra objetiva televisión y medios de prensa?
El caso de Libia es paradigmático. Después de la salvaje
muerte del líder Gadafi a manos de mercenarios, nunca más se habló de Libia en
los medios. ¿No le parece algo raro
esto? Y hoy Libia está dividida y destruida. Tiene al menos dos gobiernos con
sus milicias paralelas y es pasto de los terroristas en esa zona. Pero no
importa: allí hay importantes reservas de gas natural y petróleo. Pretender tener dos ejecutivos con todo lo
que eso significa es ir directo a la destrucción del Estado-Nación (territorio,
tradiciones, poder, población) y al caos. A la muerte del país, de sus fronteras
y de sus recurso naturales.
No se puede realizar un debate sobre este tema en los
medios. Ellos y las élites están
a-priori abanderados con el golpe de
estado (disfrazado de palabras grandilocuentes: democracia, derechos humanos,
acuerdos.). Como usted ve es un tema
complejo y que daría para varias páginas. La finalidad de estas líneas no es
entrar a defender a rajatabla todo lo obrado por los líderes bolivarianos en
estos años, sino denunciar la hipocresía, el cinismo y la pos verdad que predomina
en la clase política tradicional en nuestros países. Los mismos que muchas
veces censuraron discursos por
unilaterales y homogenizante, apoyan de
manera ciega todo lo que hace allí esa oposición, sin interrogarse por su
legitimidad, o por sus orientaciones
ideológicas e intereses clasistas. Una oposición, que tiene entre sus
componentes a ultraderechistas, para los cuales, como dice Jesús González
Pazos, “la democracia no importó nunca salvo que sirviera a sus intereses de
clase”.
Discúlpeme, por último, se nos quedaba en el tintero quizá
lo más importante de todo esto: resulta que
Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo a nivel mundial; y
además, oro, diamantes, coltán, y una serie de minerales raros muy importantes
para la industria de armamentos y las nuevas tecnologías. ¿Tendrá esto algo que
ver con lo que está pasando, o lo único que hay
en todos estos “reclamos” son
puras y desinteresadas buenas intenciones?. Disculpe lector/lectora que me haya
extendido, pero la verdad es que el desequilibrio informativo es aplastante, y
por eso me he permitido escribir algunas líneas más y disentir de los discursos
dominantes. Espero no haberlo
importunado demasiado en sus certezas.
psalvat@uahurtado.cl
0 comentarios:
Publicar un comentario