Así es pues, estimado lector y lectora. Vivimos tiempos peligrosos y amenazantes, a
nivel mundial, pero también entre nosotros. Los que manejan el poder del impero
hoy en el norte, y sus ocasionales aliados de las elites de poder gobernantes
acá, no cejan en su trabajo de cercar, asediar, intervenir, en la política
cotidiana de un país hermano y soberano. Usted sabe a qué país, Estado y
gobierno me estoy refiriendo. También sabe, o debería saber, qué gobiernos firmaron la llamada Declaración
de Lima contra el gobierno venezolano, promovida ciertamente por el gobierno
norteamericano, el cual, por estrategia de conveniencia, se ausentó de
Lima.
No deja de ser paradojal: buena parte de los gobiernos de esos países, aliados en esta campaña a los EEUU, exhiben enormes problemas y
deudas en sus propios países, desde
México, hasta el Cono Sur. Pero lo importante es mostrarse como “buenos
amigos” del señor del imperio y sumarse a su campaña y directrices con bombos y
platillos, sin atender por las consecuencias de sus actos. No son precisamente los pueblos los que promueven castigos e
intervenciones militares, eso hay que tenerlo claro de antemano. Como sabemos, la imposición de la
globalización neoliberal, desde mediados de los setenta y comienzos de los
ochenta (sea manu militari o en procesos electorales), ha traído como uno de
sus ingredientes constitutivos, el
debilitamiento ex profeso de la soberanía popular y de sus Estados.
Todo ello bajo la imposición de la doctrina que aplaude como
bueno per se el proceso de globalización y sus consecuencias para todos los
pueblos del mundo: en el plano económico, pregonan, no debe intentarse ir más
allá de la economía de mercado desregulada
o capitalista, aunque esté en
crisis y tenga efectos muy perjudiciales tanto para las mayorías, como para el
medio ambiente. En el plano sociopolítico, no puede plantearse tampoco nada
distinto a la democracia representativa
liberal, tal como la entienden liberales y neoliberales obviamente (y está
además estipulado en la misma OEA). Cualquier
pretensión de construir un proyecto de sociedad justa y de política
democrática participativa y republicana, resulta en esa supuesta doctrina única
expresión de.. Totalitarismo.
Fíjese, así de increíble. Como decía el señor Hayek: o usted
es liberal, o usted es totalitario ¡Bueno, por eso algunos apurados empleados
del Departamento de Estado de los USA, sostuvieron que, terminados los
socialismos históricos del Este, comenzaba un largo tiempo circular, llamado el
fin de la historia. Es decir, casi como el eterno retorno de lo mismo:
capitalismo + liberalismo ¡En el plano jurídico, esta globalización no tiene
muchos aportes, salvo la que se impone desde el poder que tienen algunos gobiernos : aquellos
países y gobiernos que se salen del marco neoliberal son pasibles de ser
amenazados, intervenidos y destruidos,
económica y militarmente.
Con esto, el así llamado derecho internacional queda, de
hecho, jubilado (Naciones Unidas
incluida). El país más poderoso en lo
económico- militar puede por “derecho” propio invadir y agredir, aunque
el poder hacerlo no esté consagrado en
ninguna parte. Este tinglado de
ideas o meras ideítas mejor dicho, ha fungido hasta ahora como una suerte de
pensamiento único, con sus cuotas de cinismo, engaños y mentiras y los
sufrimientos que engendra para muchos
pueblos.
Por cierto, este trabajo no lo hacen solos, esos poderes y
gobiernos. Se suman importantemente sus agencias de información y noticias.
Usted se dirá, pero dónde se ha dado esto? Lo invito a releer la historia latinoamericana. A revisar allí cómo
la presencia norteamericana ha influido de manera determinante, en las
posibilidades y decisiones que se pretenden tomar en nuestra América, en
cuantas naciones pretendidamente “soberanas”. Lo invito a revisar los golpes de
Estado, sea vía militar o a través
de espurias alianzas político-judiciales (llamados golpes “blandos”); los cercos
económicos, el aislamiento, los embargos, orientados a ahogar gobiernos y políticas que ese
imperio, y sus aliados locales (no puedo llamarles nacionales; ellos no tienen
patria) evalúan como nocivas.
Y esto, aunque esas políticas cuenten con suficientes
mayorías sociales y electorales. Allí
tiene usted –por si aún no se entera- el embargo contra la pequeña isla de
Cuba, por más de 50 años ¡Una isla que no es amenaza para nadie y que sufre las consecuencias del
ejercicio de su soberanía. Un embargo
que solo recibe el apoyo de los USA y de Israel ¡Pero, qué importa lo que digan los demás. Así pues, la soberanía que se supone reside
en los pueblos se ha visto crecientemente
desdibujada, limitada y subordinada –en la realidad- a los intereses de aquellos que comandan esta
globalización (Consejo de Seguridad ONU,
Banco Mundial, Unión Europea, FMI, OTAN,
OEA,TIAR,BID transnacionales ).
Se conforma así, lo
que se ha dado en llamar un “soberano privado supraestatal”, que se mueve por
la ley del más fuerte, en función de sus intereses de poder y de recursos. Este
nuevo soberano y los Estados que subsume
no admiten disidencias a su pensamiento único, así como tampoco
alternativas en la práctica política. Para ellos, el ideal democrático o los
derechos humanos, son, a final de cuentas, referencias retoricas a utilizar
según conveniencia.
Sería bueno que pudiéramos intentar pensar lo que pasa en el
continente (en particular hoy con
Venezuela), con nuestras propias cabezas y desde nuestra propia
historia, “(…) hay que hacerlo –como nos lo dice Samuel Ramos, mexicano, citado
por el historiador chileno, Luis Corvalán M.-,
porque con frecuencia pensamos como si fuéramos extranjeros, desde un
punto de vista que no es el sitio en que espiritual y materialmente estamos
situados.
Todo pensamiento debe partir de la aceptación de que somos
mexicanos (chilenos o latinoamericanos podríamos decir también), y de que
tenemos que ver el mundo bajo una perspectiva única, resultado de nuestra
posición en él”. Como se deja ver,
nuestras elites de poder y sus gobiernos,
reunidos en Lima hace poco tiempo para intervenir en Venezuela,
siguiendo las directrices del Sr.
Trump, están muy lejos de las enseñanzas del pensador mexicano. Y
las consecuencias de esta postura pueden no ser
baladíes (lo invito a revisar los casos de Libia, Siria, Irak,
Afganistán, Ucrania, entre otros). Serán, esas elites en el gobierno de esos países, co-responsables de lo que pueda suceder. Como ya sucedió con algunos de ellos, en el golpe de Estado contra el presidente H.
Chávez el año 2002, el que una
interesada desmemoria intenta borrar de las páginas de nuestra historia.
psalvat@uahurtado.cl
0 comentarios:
Publicar un comentario