Por Ilka Oliva Corado
Ya de por sí la pesadilla de migrar sin documentos es
terrible como para agregarle el ser víctima de trata para explotación sexual,
laboral y tráfico de órganos; de hombres, mujeres y niños, siendo las mujeres y
los niños los más vulnerables. Sin dejar de mencionar a la comunidad LGBTI que
aparte de ser discriminada sufre un abuso mayor debido a la homofobia y
patriarcado.
La indocumentada es una población expuesta constantemente a
todo tipo de abuso, tanto de mafias como de autoridades gubernamentales de los
países de origen, tránsito, destino y retorno. Un migrante en tránsito vive en situación delicada debido al estatus
social que lo expone ante los peligros y abusos por su condición de
indocumentado.
México aparte de ser país emisor también es país de tránsito
y destino para miles de indocumentados que se ven obligados a dejar sus países
de origen para buscar oportunidades de desarrollo en Estados Unidos. También es
el país núcleo para las grandes mafias internacionales que se dedican a
explotar personas indocumentadas.
La invisibilidad debido a la situación de clandestino que
vive un migrante indocumentado lo convierte en presa fácil para todo tipo de
abuso. Migrantes son explotados en el país de tránsito, destino y retorno en
trabajos forzados en fábricas, campos de cultivo, servicio doméstico,
manufactura, economía informal, mendicidad, sin ningún respeto por sus derechos
humanos y laborarles. Son esclavizados y muchas veces con el conocimiento de
las autoridades correspondientes.
Porque, ¿qué importa la vida de un migrante indocumentado?
Y aquí entra la explotación sexual y el tráfico de órganos,
¿quién denuncia la desaparición de un migrante? Y es así como niñas, niños,
adolescentes y mujeres van a dar a centros nocturnos, bares y casas de citas donde
son explotadas sexualmente y muchas veces hasta la muerte a golpes o porque
cansadas de tanto abuso terminan suicidándose. Cuando las trafican como objetos
para el disfrute de cualquier abusador que esté dispuesto a pagar por violarlas golpearlas o matarlas.
Las áreas fronterizas son lugares adecuados para este tipo
de abuso, las atrapan en el sur de México y las envían para el norte, las
atrapan en el norte y las envían hacia el sur, las distribuyen por todo el país
y luego las envían a otros países. Debido a que su desplazamiento debe hacerse
de forma clandestina para no quedar a vista de las autoridades migratorias,
estas personas se ven expuestas a sufrir la barbarie de la explotación.
Niñas, adolescentes y mujeres hondureñas al transitar por México,
son secuestradas y utilizadas para la explotación sexual, dependiendo la edad,
fisonomía y estado físico son clasificadas para el tipo de bar al que serán
enviadas. Niños y niñas son enviados a las áreas turísticas y a la frontera con
Estados Unidos, porque es área visitada por clientes estadounidenses y
canadienses.
Las salvadoreñas son utilizadas para el tráfico de órganos y
las guatemaltecas que en su mayoría pertenecen a los Pueblos Originarios son
utilizadas para el servicio doméstico.
Niños, adolescentes y hombres jóvenes son utilizados por el
crimen organizado para asaltar a otros migrantes indocumentados, también para
el cobro del pago de la extorción a comerciantes. Son utilizados para realizar
secuestros de otros migrantes. También para la producción y venta de drogas.
Los convierten en sicarios y asesinos cuando las mafias quieren desaparecer
personas.
¿Qué hacen las autoridades al respecto? No mucho. La
corrupción entre funcionarios públicos los asocia al crimen organizado y es en
centros de detención o atención al migrante donde se llevan a cabo los
secuestros y los abusos. Son los centros de distribución. Es ahí donde se
clasifica por sexo, edad, etnia, nacionalidad, apariencia y estado físico para
qué utilizarán a los migrantes indocumentados.
México está lleno de fosas clandestinas y no solo de
ciudadanos mexicanos, un porcentaje mayor de migrantes indocumentados nunca
logran llegar a Estados Unidos porque los desaparecen en su paso por México.
Cuando ya no son útiles al crimen organizado los desechan pero no los pueden
dejar vivos, entonces extraen sus órganos y sus cuerpos o los deshacen con
químicos, los queman dentro de toneles con gasolina o los desaparecen en las
fosas clandestinas.
Es incierto el destino de los migrantes centroamericanos y
suramericanos en su paso por México, pocos logran llegar a Estados Unidos.
A raíz del Plan Frontera Sur implementado en el 2014 por
Estados Unidos en México, que militariza desde la frontera del río Bravo hasta
la frontera con el río Usumacinta en Guatemala, los abusos hacia migrantes en
tránsito se han incrementado, dado a la libertad que tienen las autoridades
correspondientes para evitar a toda costa que lleguen migrantes indocumentados
a Estados Unidos.
Lo mismo está sucediendo en Guatemala y Honduras, como
seguimiento del Plan Frontera Sur se implementa el Plan Maya Chortí que viene a
fortalecerse con el Plan Mérida en México y Plan Alianza para la Prosperidad en
Guatemala, El Salvador y Honduras, son “donativos” millonarios que envía
Estados Unidos para “erradicar” el crimen organizado en el sector. Esto solo ha
servido para el recrudecimiento de la violencia hacia migrantes en tránsito por
parte de las autoridades gubernamentales de los países involucrados.
El tema de la trata de personas con fines de explotación
sexual, laboral, mendicidad y tráfico de órganos es delicado, pero lo es mucho
más cuando se trata de migrantes indocumentados en tránsito a quienes ni en el
país de origen, traslado, destino y retorno les respetan los derechos humanos.
Es por esa razón que se han creado en todo el territorio mexicano Casas del Migrante, por medio de
organizaciones humanitarias que buscan protegerlos y brindarles ayuda médica,
emocional y legal, ya sea para un retorno a su país de origen, para quedarse en
México o continuar hacia Estados Unidos. Sin embargo nunca es suficiente, el
tráfico de personas es un negocio millonario para las mafias mundiales.
contacto@cronicasdeunainquilina.com
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