Por Norma Estela Ferreyra:
En el artículo anterior expuse los motivos para afirmar que
no hay democracia en el siglo XXI y
entonces nos preguntamos ¿Qué hay?. Los esfuerzos para controlar a los pueblos
son frecuentes en la historia,
especialmente, en los últimos siglos. Un gobierno “ de, por y para el
pueblo”, es sólo un eslogan, ya que se considera al pueblo un enemigo
peligroso, que debe ser controlado. Estas consideraciones vienen de varios
siglos. En el siglo XX, la población se consideraba que su papel debía ser el de "espectador", no de
"participante”.
"Regir la opinión pública induciendo a una carencia de objetivos en la vida,
concentrando la atención humana en "las cosas más superficiales, como las
referidas al consumo de moda". Si esto es posible, entonces la gente
aceptará su insignificante y subordinada vida, y así abandonarán ideas
subversivas para tomar el control. Este es un proyecto de ingeniería social
que ha tomado mayor calibre desde el
siglo pasado. Hay muchas maneras de implementarlo. Algunas incluyen minar la
seguridad, amenazando con la pérdida del
empleo, lo que constituye una buena manera de disciplinar, al minar la
seguridad.
Otra estratagema es "la
flexibilidad del mercado de trabajo". como la disminución de salarios y el
despido de trabajadores" Esto significa bajar los beneficios y los
derechos que se han conquistado tras una dura lucha. La flexibilidad salarial, basada en los inversores del capital y las
empresas, que deben tener libertad de movimientos, pero no así la gente, ya que
sus derechos son secundarios. Estas "reformas esenciales", tal como
las denomina el Banco Mundial, están impuestas en gran parte del mundo como
condiciones, para disponer del visto bueno del Banco Mundial y del FMI. Alan
Greenspan declaró que la "mayor inseguridad de los trabajadores" ha
constituido un factor importante en lo que se llama "el cuento de hadas de
la economía". Mantiene la inflación baja, ya que los trabajadores tienen
miedo de reclamar más salario y beneficios porque se encuentran inseguros.
Durante los últimos 25 años, de crisis de la democracia, los salarios se han
estancado o han bajado, para los trabajadores no cualificados y las horas de trabajo han aumentado; según
la prensa económica, que lo describe como “un desarrollo deseado”, con
trabajadores obligados a abandonar sus “lujosos estilos de vida”, mientras los
beneficios empresariales son “estupendos”
Otra forma de
domesticar es la "crisis de la deuda" que es real, pero no es un
simple hecho económico. Lo que se ha dado en llamar “deuda” podría ser
explicado de varias maneras. Una, sería revisar el principio capitalista de que
el que pide prestado tiene que pagar y el prestamista tiene que tomar el riesgo
y está claro que no puede decir “mi vecino pagará por mí”. Pero esto no
ocurrirá, ya que la deuda odiosa, es un arma poderosa de control que no se
puede abandonar. Para la mitad de la población mundial, y gracias a este
método, a las políticas económicas
nacionales, las dirigen burócratas desde Washington.
Otro método, es el del Derecho Internacional introducido por
EEUU cuando, "liberó" Cuba, es decir, cuando la conquistó en
prevención de que se liberara ella misma de España en 1898. Una vez
"liberada", EEUU canceló su deuda con España con el argumento
perfectamente razonable de que la deuda fue impuesta sin el consentimiento de
la población, bajo condiciones coercitivas. Ese principio entró en el Derecho
Internacional, y se llama el "principio de la deuda odiosa" y no hay que pagarla. Esto ha sido reconocido
por el director ejecutivo estadounidense del FMI. Pero esto no ocurrirá, porque
es un arma muy poderosa de control que no se puede abandonar.
Hace unos pocos años, los jesuitas organizaron una
conferencia en San Salvador. Se habló del terrorismo de Estado de los años 80 y
de su continuación a través de las políticas socioeconómicas impuestas por los
vencedores. La conferencia tomó nota de la "cultura del terror",(desaparición de personas, torturas, despidos, persecución, etc que tiene como
efecto la "domesticación de las expectativas de la mayoría",. La idea
de que no hay alternativa es habitual en la versión empresarial de la
globalización. Los grandes logros de las operaciones terroristas han consistido
en destruir las esperanzas que habían surgido en América Latina y en
Centroamérica durante los años 70, de la mano de las organizaciones populares a
lo largo y ancho de la región. " Así, en otras palabras, los latinoamericanos
serian libres, pero para actuar de acuerdo con sus deseos. O sea: queremos que
sean libres para elegir, a no ser que se inclinen por opciones que no queremos,
en cuyo caso nos veremos obligados a restaurar las estructuras tradicionales de
poder mediante la violencia, si es necesario” ¿Por qué hay tal grado de
consenso en que América Latina y por extensión el mundo, no está autorizada a
ejercer su soberanía,? A nivel global, análogamente, es el miedo a la democracia. Una conferencia hemisférica
a la que EE UU llamó en 1945 de cara a imponer lo que se denominó la Carta
Económica para las Américas, que constituía una de las piedras angulares del
mundo de posguerra, todavía está vigente. En ella, se hacía un llamamiento para terminar con el
"nacionalismo económico en todas sus formas". Los latinoamericanos
deberían evitar un desarrollo industrial "excesivo" que compitiera
con los intereses de EE UU, aunque podrían acceder a un "desarrollo
complementario".
Así, Brasil podía producir el acero de bajo coste, o sea, que no interesara a las empresas de EE UU.
Washington tuvo problemas para imponer la Carta. En el Departamento de Estado
internamente se lo habían planteado a las claras: los latinoamericanos se
equivocaron de elección. Estos hacían llamamientos para implementar
"políticas diseñadas para mejorar la distribución de la renta y para
aumentar el nivel de vida de las masas", y se hallaban en el
"convencimiento de que los primeros beneficiarios del desarrollo de los
recursos de un país debe ser la gente del país", no los inversores de EE
UU. Esto era inaceptable, por lo que el ejercicio de la soberanía no podía
permitirse. Pueden ser libres, pero para hacer las elecciones correctas.
Washington tuvo problemas para imponer la Carta..Lo mismo aconteció en Cuba, cuando
EE UU tomó la decisión de deponer el
gobierno de Cuba en 1960, el razonamiento fue muy similar. La amenaza cubana,
consistía en "la difusión de la idea de Castro de solucionar sus propios
asuntos". Esto podía infectar el resto de América Latina, explicó
Schiesinger, donde "los pobres y los excluidos, estimulados por el ejemplo
de la revolución cubana, estaban exigiendo oportunidades para una vida
decente". La amenaza era la de tomar sus vidas bajo su control, y debe ser
destruida mediante terrorismo y estrangulación económica, tal como hoy se continúa haciendo. Pero volvamos al punto
de partida, la cuestión de la libertad, los derechos y la soberanía, que de
ello se deriva. ¿Es inherente a las personas, o sólo a aquellas ricas y
privilegiadas? ¿O a las construcciones abstractas como las empresas, o al
capital, o a los estados? En el siglo pasado la idea de que tales entidades
temían derechos especiales sobre las
personas fue defendida contundentemente. Woodrow Wilson, por ejemplo, escribió
que "la mayor parte de los hombres son sirvientes de las grandes
empresas", que actualmente constituyen "la mayor parte de los
negocios del país" Es una América muy diferente de la anterior, ya no es
un lugar de emprendedores, de oportunidades o de logros individuales". En
la nueva América que surge, "pequeños grupos de hombres controlan grandes
empresas, ostentan el poder, el control sobre la riqueza, las oportunidades de
negocio del país, tornándose "rivales del mismo gobierno, y minando la
soberanía popular, ejercida a través de un sistema político democrático”
Fuente:Noam Chomsky en “En el control de nuestras vidas”
normaef@hotmail.com
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