Por Humberto Trompis Valles
La convocatoria a una asamblea nacional constituyente
realizada por el presidente Maduro envuelve una gran paradoja: por una parte,
fue convocada por un gobierno que dada las circunstancias políticas reinantes,
no tiene el más mínimo chance de ganarla; y por la otra, la oposición que
cuenta con el caudal de votos suficientes para copar casi la totalidad de los
curules, la rechaza en las calles de manera
violenta y criminal. Esta irracionalidad opositora se hace más
evidente, cuando aceptamos que la asamblea
convocada se aspira a que sea originaria, por consiguiente, el ganador se le
lleva casi todo, es decir, la fuerza política que domine la mayoría de los
asambleístas, tiene el suficiente poder
legal y legitimo para reformar el estado a su antojo. Ganando la asamblea
constituyente, la oposición puede salir del gobierno madurista
sin disparar un solo tiro. En lo que sigue, intentaremos aproximarnos a una explicación
de las fenoménicas paradojas que envuelven a las cúpulas polarizadas en este
extraordinario acto comicial.
El gobierno de Maduro, a partir de la soberana paliza
electoral del 6D-2015, internalizó la idea de la imposibilidad de ganar
elecciones regionales o generales en el futuro mediato. La carencia alimenticia
y medico-asistencial del pueblo, unida a la debacle del salario real de la masa
trabajadora en las actuales
circunstancias, hace patente esta
perspectiva. En consecuencia, al madurísmo se le ha planteado la disyuntiva de
la pérdida política sin posibilidad de regreso, o la derrota electoral con
perspectivas de regreso triunfal en el futuro próximo. Si se afincara en
defender una gestión de gobierno mediocre y atravesado por manifiestos casos de
corrupción, en elecciones regionales, esto sería su epitafio político.
De allí las maromas del madurísmo para diferir el referendo
y/o elecciones regionales. Descartada esta salida, el gobierno optó por la
derrota decente y con posibilidad de regreso, o sea, el llamado a una
constituyente donde el gobierno va a defender el constitucionalismo revolucionario
implantado por el comandante Chávez. Es en esta salida donde del gobierno tiene
todo el chance de salvar el chavismo duro y de pegar contra la pared al
oposicionismo neoliberal y fascista. Ahora si queda claro que el llamado a una
constituyente por un gobierno que no la puede ganar tiene sentido político.
El rechazo a la constituyente manifestado por el
oposicionismo cipayo encuentra su razón de ser en las evidentes apetencias
imperiales por los recursos naturales
del continente latinoamericano. Venezuela ocupa un lugar privilegiado en cuanto a riquezas
naturales y geopolíticas que la convierten en la Joya más preciada de la corona; además de
petróleo, nuestro país tiene inmensas reservas de gas natural, oro, agua,
coltán, minerales estratégicos y una rica biodiversidad. Los Estados Unidos
como potencia hegemónica del capital,
tiene una gran dependencia de estas riquezas naturales y lo que es aun
más grave para ellos, como contra tendencia a la caída de la tasa de ganancia
de sus corporaciones multinacionales, el
imperio yanqui necesita convertir estos recursos del subcontinente americano en patrimonio común de la humanidad, o sea, a
la libre disposición de sus capitales.
Por otra parte, el gobierno mundial del capital también se
ha propuesto la superexplotación de la mano de obra periférica y reservar su
patrio trasero como mercado para su producción excedentaria. La competencia que
naciones como China, Rusia y la India vienen planteando por los recursos de
Latinoamérica, exacerba más el interés geopolítico yanqui por esta región. USA
ha considerado este subcontinente hispanoamericano y del Caribe como su espacio vital desde los años aurorales de su
fundación como país (Doctrina Monroe). En consecuencia, el petróleo venezolano
forma parte fundamental de su seguridad nacional.
En atención a lo expuesto sobre las necesidades del patrón
de acumulación del capital imperial, para el gobierno mundial del capital, el
apoderamiento de las riquezas naturales venezolanas relaman un marco jurídico
que establezca la doctrina del patrimonio común
de la humanidad y el régimen neoliberal ingles sobre los recursos
naturales, llevándose por delante todo
vestigio de soberanía nacional y de consagrados derechos laborales de las
clases trabajadoras. Frente a estas apetencias imperiales, la Constitución
Bolivariana, con todas sus deficiencias, se erige como una muralla china
salvaguarda de la soberanía nacional, de la territorialidad y de las conquistas sociales alcanzadas por
el constitucionalismo revolucionario manifestado en el citado texto. No por
casualidad, el oposicionismo cipayo llamó a votar en contra de esta
constitución en su referendo aprobatorio y fue una de las primeras cuestiones
que eliminó en su efímero Carmonazo.
La MUD acepta como única alternativa al gobierno de
Maduro, su derrocamiento por la vía violenta, para de esta manera
barrer la constitución del 99 y tener manos libres para liquidar cualquier
vestigio de democracia liberal y/o
participativa y protagónica, Sin este corset jurídico, la oposición
estaría lista para eliminar físicamente al chavismo duro, o sea, para instaurar
un período de terror fascista que haría palidecer a Robespiere. La única manera
que el imperio y sus cipayos criollos logren enterrar en estos linderos el nacionalismo
ancestral y la esperanza socialista sembrada por el comandante Chávez, seria a
través de la barbarie fascista.. El madurísmo no puede brindarle al imperio la
oportunidad de que la MUD se salga de los libertarios límites de la
constitución legada por el genio político del Chávez. Si la revolución pierde
elecciones dentro de su marco constitucional,
siempre habrá la esperanza del regreso triunfal.
Vistas así las cosas, los revolucionarias debemos empujar el
llamado a asamblea constituyente de Maduro con el fin expreso de lograr dos
objetivos: 1) blindar el constitucionalismo revolucionario decretado por el
Comandante Chávez que en este continente nació con la constitución de Haití de
1801 y ; 2) Aprovechar la coyuntura política que brinda este llamada
comicial para ir sembrando la semilla de
la organización política que tenga como propósito histórico, el cambio epocal,
o sea, la propuesta anticapitalista que supere los límites del llamado
progresismo latinoamericano. Ni más ni
menos.
htrompizvalles@gmail.com
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