Algunas consideraciones sobre la Asamblea Nacional
Constituyente (V)
“Yo espero mucho del tiempo, su inmenso vientre
contiene más
esperanzas que sucesos pasados
y los acontecimientos futuros han de ser
superiores a los pretéritos”.
Simón Bolívar, Discurso de Angostura, 15 de febrero de 1819.
Hemos hecho un esfuerzo, todo un equipo, por tratar de
explicar algunos aspectos sobre el tema de la Asamblea Nacional Constituyente.
En estos momentos, tal y como me lo recomendó un buen amigo y camarada, es
importante escribir sobre temas muy específicos sobre esta materia, puesto que
es todo un archipiélago. Sin duda, Nicolás Maduro, Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, Jefe de Estado y Jefe de Gobierno, en medio de esta
guerra civil inédita por la que nos pretende llevar el fascismo. Y este
concepto lo tomó prestado de un trabajo “periodístico” de la revista de extrema
derecha “Zeta” del agente de la CIA, Rafael Poleo, de la semana comprendida del
12 al 18 de mayo de 2017 y número 2098, pues Maduro ha abierto una amplísima y
ancha autopista para dirimir este alto y a su vez complejo conflicto que no
solo vive el país, sino el planeta entero.
Todo ello producto de la crisis estructural del capitalismo,
porque estamos en el mundo donde los recursos son escasos, pero las necesidades
infinitas. Y Venezuela posee los recursos minerales, las riquezas que codicia
el imperio, para poder sostener su modelo de desarrollo.
Pero, no podemos olvidar que la propuesta central del
Comandante Chávez y del movimiento político e ideológico que lleva su nombre
siempre fue, ha sido y es la Constituyente. En este proceso, en 1999 donde
tuvimos una nueva Constitución, aprobada en referendo aprobatorio por el pueblo
soberano, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, una
Constitución donde se creó la Quinta República, una Constitución donde el
centro de la misma es el ser humano.
Pero no podemos obviar, que las dinámicas políticas,
económicas, sociales, culturales, geográficas, ambientales y militares son
cambiantes, y en estos momentos es un mandato del pueblo profundizar el proceso
revolucionario, y en estos momentos se nos impone que tenemos que adecuar la
Constitución al nuevo momento político y a esta nueva era revolucionaria. En
estos momentos, estamos obligados a impulsar el Poder Constituyente para que
este transforme la realidad, y abra las anchas alamedas por donde transitará el
hombre y la mujer libres.
En estos momentos, Venezuela vive, como lo diría Antonio
Gramcsi, una crisis histórica: “cuando algo está muriendo y no termina de morir
y al mismo tiempo algo está naciendo y no termina de nacer”. Esa es la gran
contradicción que se vive al seno de nuestra sociedad, y que debemos despejar
esta incógnita.
Bolívar nos legó, y expresó en Angostura lo siguiente: “Mi
opinión es, legisladores, que el fundamento de nuestro sistema depende
inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada.” Es decir,
el germen de lo que conocemos como el Estado Democrático y Social de Derecho y
de Justicia, contenido en el artículo 2 de nuestra Constitución.
Nuestra Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela es una Constitución programática, no es una Constitución normativa,
pues el Estado que allí se señala no es el que tenemos en la actualidad, pero
sin duda, nos establece la brújula, el azimut, la guía por la que debemos
transitar, para garantizar a nuestro pueblo el gobierno más perfecto,
suministrándole a nuestro pueblo la mayor suma de felicidad, de estabilidad
política y de seguridad social.
En estos momentos de debate constituyente, estamos obligados
a materializar aquel pensamiento de José Martí: “Ser cultos para ser libres”,
tomando en cuenta la otra frase de nuestro Padre Libertador Simón Bolívar: “Por
la ignorancia nos han dominado más que por la fuerza”, por eso, para dar este
debate constituyente, hay que leer mucho, estudiar mucho, porque el enemigo ya
pretende desfigurar y tergiversar esta propuesta y este debate que prendió en
todo el país.
Nos lo dijo Bolívar en Angostura, hace 198 años: “La
educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del
Congreso. Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son
nuestras primeras necesidades. He pretendido excitar la prosperidad nacional
por las dos más grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber.
Fortificando estos dos poderosos resortes de la sociedad se alcanza lo más
difícil entre los hombres: hacerlos honrados y felices”.
Leamos pues, lo preceptuado en el artículo 3 de nuestro
texto constitucional, a ver si esta frase del Libertador y Padre de la Patria
Grande no está contenida allí.
Y es allí donde Nicolás Maduro, siguiendo la senda del
gigante, nos hace un nuevo llamado y convocatoria a Venezuela toda, a los
sectores conscientes de la vida nacional para que, respetándonos en nuestras
diferencias y reconociéndolas además,
asumamos la decisión de las mayorías, regla de oro de la democracia. Algunos
señalan, sin duda, que la democracia debe respetar a las minorías, y esto es
cierto, pero es que detrás de eso ha estado oculto durante muchos años el
irrespeto a la voluntad de las mayorías, esto no puede ser desconocido por
nadie.
Pero recordemos, que Angostura fue un Congreso
Constituyente, cuando Bolívar planteo allí la convocatoria al Poder Popular,
cuando se convoca a la soberanía popular para que este ejerza su voluntad
absoluta, él está llegando a la médula del actor revolucionario por excelencia:
El Poder Constituyente originario.
No olvidemos que aquel 2 de febrero de 1999, Hugo Chávez en
su discurso hizo un análisis de lo que él consideró la crisis catástrofe de
Venezuela: la crisis que se desarrolló e hizo catástrofe general sobre todo en
la última parte del siglo XX, crisis moral, crisis económica, crisis social,
crisis política, crisis militar. Aquello degeneró en una catástrofe o
evolucionó en una catástrofe que se expresó como un volcán el 27 de febrero de
1989. Ese día, ocurrió la explosión del Poder Constituyente, concepto que como
sabemos viene rondando por el mundo, a veces manipulado, malentendido, poco
conocido, desconocido. Desde los días de la Revolución Francesa, emergió con
fuerza la tesis del Poder Constituyente originario de un pueblo.
Chávez, en 1999, levantó las banderas del Poder
Constituyente originario, plenipotenciario, porque así debe ser el Poder
Constituyente, y nosotros igual en este momento histórico levantamos esas
banderas.
Y una Asamblea Nacional Constituyente, si es que pretende
serlo, debe estar por encima de la Constitución que la precede, y de los
poderes constituidos. Por ello, los planteamientos realizados en las entregas
anteriores de este dossier.
Y es por eso, que nosotros invocamos, convocamos, al Poder
Constituyente, así como alguien que convoca a un espíritu y resulta que el
espíritu llega y sale travieso (para los que creen en esas artes y mañas). Es
una cosa verdaderamente complicada el Poder Constituyente, porque no se trata
de que tú lo convocar, él llega, se hizo presente y después tú le dices “ahora
te vas”. No, el Poder Constituyente no puede congelarse, no puede ser congelado
por el poder constituido.
Algunos autores hablan del carácter terrible del Poder
Constituyente. Chávez creyó en ese carácter, y nosotros junto a él creemos en
ese carácter terrible del Poder Constituyente, pero así lo necesitamos,
terrible, complejo, rebelde. No debe someterse al Poder Constituyente, no debe
congelarse al respecto.
Quiero traer a este artículo, una cita de Bourdieu, estudioso
de estos temas, que al respecto, señalo lo siguiente:
“El estudio del poder constituyente presenta desde el punto
de vista jurídico una dificultad excepcional que concierne a la naturaleza
híbrida de este poder; la potencia que esconde el poder constituyente es
rebelde a una integración total en un sistema jerarquizado de normas y
competencias”.
Y es allí, donde Hugo Chávez, cuando el 15 de febrero de
2007, en el marco de su discurso de presentación de la reforma constitucional
(la cual no logramos aprobar, por ahora), se hizo la siguiente pregunta: ¿Cómo
y dónde hace actuar al Poder Constituyente? , porque, cuidado, si el poder
constituyente no consigue caminos constructivos, pudiera tomar caminos
destructivos como los huracanes. Sino, recordemos como estaba nuestro país a
finales de la década de los 80, de la década de los 90 del siglo pasado. El 27
de febrero de 1989, el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992 son una
pequeña muestra de esta aseveración que hacemos acá.
Es decir, hubo infinidad de micro revoluciones o micro
rebeliones en aquellos años 80, en los años 90 del siglo pasado: era el Poder
Constituyente buscando salida y consiguió la salida, conseguimos la salida.
Porque no debemos tener dudas de que hemos venido transitando un camino que no
ha dejado de ser, en buena medida, un ensayo.
En cuanto al Poder Constituyente, hay distintas corrientes
que tratan de descifrar la complejidad del fenómeno, hay alguna corriente que
indica que el Poder Constituyente es trascendente respecto al poder
constituido. Son discusiones de muchos años, filosóficas, jurídicas, sobre la
dinámica del poder constituyente viene impuesta desde el exterior al poder
constituido; es decir, que son dos cosas distintas.
Otra corriente dice que el Poder Constituyente no es
trascendente sino que es inmanente, que tiene la característica de un
fundamento, que es intrínseco, que está por dentro del poder constituido. Otra,
dice que el Poder Constituyente no es trascendente ni es inmanente, sino que
está integrado al poder constituido. Esta última tesis, es una tesis que niega
al Poder Constituyente, pretende anularlo.
Es por ello que, el Poder Constituyente es y debe ser
potencia permanente, potencia transformadora, inyección revolucionaria para
reactivar, muy de cuando en cuando, nuestro proceso bolivariano. Potencia
permanente, capacidad para responder. Así como lo decía Toni Negri: “Capacidad
para responder continuamente no a una sino a las oportunidades históricas que
se van presentando a lo largo del camino. El poder constituyente es potencia
omnipresente, innovación, recurrencia permanente para que la Revolución nunca
termine”.
Es por ello que, el Poder Constituyente se convierte (en
momentos determinantes) en actor fundamental e impone sus fuerzas, convierte la
potencia en poder, como un gigantesco motor o un millón de gigantescos motores,
sino recordemos: ¿Qué fue lo que sucedió aquel 13 de abril de 2002?, ¿Qué fue
lo que salió? ¿Quién se activó? Él solo, él mismo; nadie lo convocó, él estaba
convocado, él tenía que barrer con el fascismo, barrer con el imperialismo y
defender su decisión, su soberanía.
Es decir, en un momento, en un tiempo y en un espacio el
poder constituyente se activa. Alguien enciende los motores, a veces sin
planificación previa, a veces con planificación previa. ¿Qué fue lo que ocurrió
el 15 de agosto de 2004? El referendo, el Poder Constituyente que nuevamente se
volcó a las calles para imponer su fuerza, convirtiendo el potencial en fuerza
transformadora para que no terminara la Revolución. ¿Qué fue lo que pasó el 3
de diciembre de 2006? Esos casi 7 millones y medio de votos, esos millones de
alma, de corazones, de voluntades no fueron otra cosa sino el Poder
Constituyente convertido en un día fundamental de su propia historia. ¿Qué
ocurrió el 7 de diciembre de 2012? ¿El 14 de abril de 2013? Es el mismo Poder
Constituyente.
Lo que ha hecho Nicolás Maduro, no es más que seguir la
senda chavista de invocar al Poder Constituyente originario del pueblo
venezolano para continuar la Revolución, para acelerar.
Estamos obligados, en estos momentos, a romper, terminar de
romper el viejo esquema del Estado burgués y darle vida al nuevo esquema. El
poder constituyente como otro espacio, como otro tiempo, aceleración del
tiempo; ésa es una de las características del Poder Constituyente: ya que nos
permite, cuando lo activamos, incluso cambiar el tiempo histórico, porque todo
es relativo, está más que demostrado. Einstein nos lo demostró.
Estamos obligados a absorber el tiempo, acelerar el tiempo
constituyente para no solo profundizar elementos dentro de nuestra Constitución,
sino crear un nuevo ordenamiento jurídico, no solo con la reforma de nuevas
leyes, sino la creación de nuevas leyes.
Es un poco retomar la idea de los motores constituyentes de
Hugo Chávez en el año 2007. No olvidemos que el primer constituyentista del
país, Simón Bolívar, señalaba que las constituciones debían revisarse cada diez
años, para ver si las mismas se ajustan a los tiempos históricos, políticos,
sociales, culturales, de una República, de una Nación.
Hay que retomar el tema de la nueva geometría del poder, el
tema del motor moral y luces, el tema de la explosión del poder comunal, y por
supuesto, la Asamblea Nacional Constituyente. Es decir, los motores
constituyentes de Chávez vuelven diez años después.
El poder constituyente es creatividad, innovación
permanente, si no vamos muriendo poco a poco, nos vamos congelando poco a poco.
De los temas de esos motores constituyentes, los iremos
retomando en los próximos artículos, e iremos concatenándolos con los nueve
ámbitos o temas propuestos por el Presidente Nicolás Maduro, para este debate
Constituyente.
Pero no puedo culminar este artículo, con el siguiente
pensamiento de nuestro padre de la Patria Grande, Simón Bolívar, quien al
respecto señalo:
“El impulso de esta Revolución ya está dado, nada podrá
detenerlo. Nuestro partido está tomado, retrogradar sería la ruina para todos,
debemos triunfar por el camino de la Revolución y no por otro”.
A apuesta es alta, pero necesaria. Y es por eso, que vamos a
Constituyente.
¡Bolívar y Chávez viven, y sus luchas y la Patria que nos
legaron siguen!
¡Hasta la Victoria Siempre! ¡Independencia y Patria
Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
j_martorano@hotmail.com ,
Cierto llego la hora de ir superando y cambiando los esquemas políticos de la burguesía, su forma de entender la política representativa. No olvidemos que la concepción de la representatividad burguesa sus esquemas de partidos, mayorías, representantes etc. están basados en la propia ideología burguesa que no reconoce la división de la sociedad en clases, todos son “ciudadanos”. Lo cual implica, soterradamente claro, que la clase dominante, sea siempre la burguesía. Y esto no es casual, es intencionado, pues ello supone que la clase trabajadora no puede crear y participar electoralmente con su propia identidad política de clase, que le daría opción a ser la clase dominante, la que controla el Estado, pues la única identidad de clase que se considera legal es la clase burguesa, y es a la vez la clase dominante. Lo cual supone que aquel partido de naturaleza izquierdista o revolucionario si toma el poder deberá hacer profundas reformas político económicas que no están reconocidas en la Constitución que suele ser de orientación burguesa, es decir que jamás va reconocer que la clase dominante sea la clase trabajadora. Personalmente no sé muy bien en que va consistir esa Constituyente, pero creo intuir que se van a ir constituyendo parcelas de poder popular de base que van a suponer debilitar los poderes políticos burgueses.
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