Por Jorge Aniceto Molinari
Un niño en un zoológico al ver una jirafa exclama: ¡ese
animal no existe!
El hecho real o inventado, refleja la reacción que ante una
realidad no prevista se expresa en el niño. El problema es que el hecho lo
vivimos a diario con una gran parte de los economistas, politólogos,
sociólogos, todólogos, dirigentes políticos, sindicales, religiosos……….., y
nada menos que ante la crisis irreversible actual de la predominancia del modo
de producción capitalista.
Una multitud de datos, índices, graficas de todo tipo, nos
muestran como los Estados se endeudan sin solución de continuidad, como los
presupuestos de los Estados, de los
organismos de previsión social, de los organismos de atención de la salud, de
la enseñanza, se deterioran como el mismo carácter del trabajo; por supuesto
que esto no es lineal, estamos hablando de una línea general que siguen los
hechos, no de casos puntuales que pueden escapar a la generalidad por periodos
importantes de tiempo y que conviene estudiar el porqué.
Si hablamos de los delitos en el mundo, de los presos, de
los refugiados, de las catástrofes humanas permanentes, de la guerra como un
medio directo de reactivación económica de conglomerados empresariales
multinacionales, el panorama es aún más preocupante y dramático.
Ahora ese animal existe y la crisis hay que encararla.
Uno de los argumentos más comunes para no encararla es de
que: “yo me dedico a lo mío y a lo que puedo, lo demás está fuera de mi
alcance”.
Veamos un ejemplo: el debate sobre el reacondicionamiento
del Hospital de Clínicas en el Uruguay –el hospital universitario-, por un lado
se habla de hacerlo sobre una base importante de inversión privada, por otro de
que la inversión debe provenir del presupuestos general de la nación.-
Sin duda que una inversión privada en un mundo donde el
negocio de la salud es de los que más se desarrolla a pesar de la crisis, es
preocupante y amerita un control riguroso de la sociedad. Por otro lado los
argumentos de que debe ser el Estado el proveedor de fondos parten de no
debatir sobre cuál es el origen de esos fondos, de cómo llegan a sus arcas.
Claro con ligereza nos podrían decir: “bueno que paguen los capitalistas”, como
se ve en carteles: que la crisis la paguen los capitalistas, y nosotros estamos
de acuerdo, el problema es el cómo, porque cualquier Estado que ponga impuesto
a los capitales, estos o los descargan en la mercancías o se trasladan a otras
partes del mundo donde paguen menos. Hoy todo lo que paga el Estado y en
Uruguay es de una recaudación impositiva donde el 60% proviene del IVA
(impuesto al consumo), en donde además el porcentaje restante proviene en gran
parte de impuestos sobre los salarios y las jubilaciones y/o pensiones.
Es necesario saber entonces que no hay soluciones nacionales
a este problema de funcionamiento del aparato productivo de la sociedad. Otro
ejemplo: las industrias y los bancos que el Estado posee ¿cómo funcionan?, pues
con múltiples sectores que dependen directa e indirectamente de los agentes
económicos de los conglomerados empresariales multinacionales, particularmente
en tecnología.- Son un socio fundamental no visualizado por el común de la
gente o de los analistas que viven su propia utopía.
Ahora esto no surge para el pensamiento humano como un
problema de este siglo, ya en el siglo 19 se funda la Primera Internacional de
los trabajadores, para construir un organismo que asuma la defensa a nivel de
toda la humanidad. La primera Internacional que dejó un trazo indeleble en la
humanidad, fue presa de los intereses particulares de sectores de trabajadores
seducidos por intereses nacionales, una historia que hoy se repite cuando se
omite deliberadamente de pensar con cabeza ubicada en el mundo.
Ese animal existe, la crisis ya es irreversible y no existen
como posibilidad real en plazos razonables soluciones nacionales.-
En el Uruguay se está
instalando un cuasi debate sobre un TLC con China, y digo cuasi debate
porque todo parece indicar que los atajos van a superar la discusión de fondo.
La típica cuenta del bolichero –dicho esto añorando el tiempo en que era una
figura importante de la sociedad precisamente el bolichero- el cuanto gano y
cuanto pierdo, y el de que los negocios están por encima de la política, y de
que atendamos lo que podamos atender y lo demás será obra del destino
.
Nosotros no estamos de acuerdo, porque el hacer política es
una necesidad real como lo indicó en su momento la intervención –hoy
aparentemente olvidada- del expresidente Mujica en la ONU, cuanto tiene que ver
hoy el juego nefasto de las monedas, de las emisiones gigantescas de euros y
dólares para equilibrar presupuestos ya inexorablemente desequilibrados, o los
paraísos fiscales, el lavado de dinero, y las distintas lacras sociales
estimuladas por la búsqueda frenética de la tasa de ganancia, también
inexorablemente agostada.-
Los argumentos del gobierno uruguayo van a reiterarse:
estamos aplicando políticas sociales, necesitamos inversiones, y necesitamos un
comercio abierto para esas inversiones.
La derecha política agazapa en su estrategia de aprovechar
las debilidades del gobierno para marcarlo y lograr puntos, flaquea cuando el
gobierno obtiene inversiones y posibilidad de comercio, pues su única
alternativa es ofrecer al aparato productivo un cambio de nombres sin mucha
idea de poder hacer algo distinto.-
La izquierda estatista que aún persiste, acumula denuncias y
hace propuestas sobre un desarrollo estatal, muchas veces necesario
coyunturalmente, pero absolutamente irreal si pudiéramos pensar que es la
solución, si partimos de un sistema impositivo que ellos no proponen cambiar.
El gobierno no puede adoptar otro camino, el que adopta
tiene riesgos pero no hacerlo es más riesgoso aún, lo que si no se puede
postergar es el tender puentes para abrir en el mundo el camino para los
cambios que hoy se necesitan como se insinuó en la ONU en setiembre del 2013.
Las crisis siempre son oportunidades de cambio, las sufren
la inmensa mayoría de la gente, la usufructúa una minoría hija de lo peor de la
explotación humana, en este caso con un ingrediente nuevo, producto del avance
en conocimientos y en tecnología de toda la humanidad, que su no resolución nos
pone en peligro a todos, como ya ocurre hoy con las guerras sin solución de
continuidad.
sipagola@adinet.com.uy
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