sábado, 12 de noviembre de 2016

Ese animal no existe

Por Jorge Aniceto Molinari

Un niño en un zoológico al ver una jirafa exclama: ¡ese animal no existe!

El hecho real o inventado, refleja la reacción que ante una realidad no prevista se expresa en el niño. El problema es que el hecho lo vivimos a diario con una gran parte de los economistas, politólogos, sociólogos, todólogos, dirigentes políticos, sindicales, religiosos……….., y nada menos que ante la crisis irreversible actual de la predominancia del modo de producción capitalista.

Una multitud de datos, índices, graficas de todo tipo, nos muestran como los Estados se endeudan sin solución de continuidad, como los presupuestos  de los Estados, de los organismos de previsión social, de los organismos de atención de la salud, de la enseñanza, se deterioran como el mismo carácter del trabajo; por supuesto que esto no es lineal, estamos hablando de una línea general que siguen los hechos, no de casos puntuales que pueden escapar a la generalidad por periodos importantes de tiempo y que conviene estudiar el porqué.

Si hablamos de los delitos en el mundo, de los presos, de los refugiados, de las catástrofes humanas permanentes, de la guerra como un medio directo de reactivación económica de conglomerados empresariales multinacionales, el panorama es aún más preocupante y dramático.

Ahora ese animal existe y la crisis hay que encararla.

Uno de los argumentos más comunes para no encararla es de que: “yo me dedico a lo mío y a lo que puedo, lo demás está fuera de mi alcance”.

Veamos un ejemplo: el debate sobre el reacondicionamiento del Hospital de Clínicas en el Uruguay –el hospital universitario-, por un lado se habla de hacerlo sobre una base importante de inversión privada, por otro de que la inversión debe provenir del presupuestos general de la nación.-

Sin duda que una inversión privada en un mundo donde el negocio de la salud es de los que más se desarrolla a pesar de la crisis, es preocupante y amerita un control riguroso de la sociedad. Por otro lado los argumentos de que debe ser el Estado el proveedor de fondos parten de no debatir sobre cuál es el origen de esos fondos, de cómo llegan a sus arcas. Claro con ligereza nos podrían decir: “bueno que paguen los capitalistas”, como se ve en carteles: que la crisis la paguen los capitalistas, y nosotros estamos de acuerdo, el problema es el cómo, porque cualquier Estado que ponga impuesto a los capitales, estos o los descargan en la mercancías o se trasladan a otras partes del mundo donde paguen menos. Hoy todo lo que paga el Estado y en Uruguay es de una recaudación impositiva donde el 60% proviene del IVA (impuesto al consumo), en donde además el porcentaje restante proviene en gran parte de impuestos sobre los salarios y las jubilaciones y/o pensiones.

Es necesario saber entonces que no hay soluciones nacionales a este problema de funcionamiento del aparato productivo de la sociedad. Otro ejemplo: las industrias y los bancos que el Estado posee ¿cómo funcionan?, pues con múltiples sectores que dependen directa e indirectamente de los agentes económicos de los conglomerados empresariales multinacionales, particularmente en tecnología.- Son un socio fundamental no visualizado por el común de la gente o de los analistas que viven su propia utopía.
Ahora esto no surge para el pensamiento humano como un problema de este siglo, ya en el siglo 19 se funda la Primera Internacional de los trabajadores, para construir un organismo que asuma la defensa a nivel de toda la humanidad. La primera Internacional que dejó un trazo indeleble en la humanidad, fue presa de los intereses particulares de sectores de trabajadores seducidos por intereses nacionales, una historia que hoy se repite cuando se omite deliberadamente de pensar con cabeza ubicada en el mundo.
Ese animal existe, la crisis ya es irreversible y no existen como posibilidad real en plazos razonables soluciones nacionales.-

En el Uruguay se está  instalando un cuasi debate sobre un TLC con China, y digo cuasi debate porque todo parece indicar que los atajos van a superar la discusión de fondo. La típica cuenta del bolichero –dicho esto añorando el tiempo en que era una figura importante de la sociedad precisamente el bolichero- el cuanto gano y cuanto pierdo, y el de que los negocios están por encima de la política, y de que atendamos lo que podamos atender y lo demás será obra del destino
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Nosotros no estamos de acuerdo, porque el hacer política es una necesidad real como lo indicó en su momento la intervención –hoy aparentemente olvidada- del expresidente Mujica en la ONU, cuanto tiene que ver hoy el juego nefasto de las monedas, de las emisiones gigantescas de euros y dólares para equilibrar presupuestos ya inexorablemente desequilibrados, o los paraísos fiscales, el lavado de dinero, y las distintas lacras sociales estimuladas por la búsqueda frenética de la tasa de ganancia, también inexorablemente agostada.-

Los argumentos del gobierno uruguayo van a reiterarse: estamos aplicando políticas sociales, necesitamos inversiones, y necesitamos un comercio abierto para esas inversiones.

La derecha política agazapa en su estrategia de aprovechar las debilidades del gobierno para marcarlo y lograr puntos, flaquea cuando el gobierno obtiene inversiones y posibilidad de comercio, pues su única alternativa es ofrecer al aparato productivo un cambio de nombres sin mucha idea de poder hacer algo distinto.-

La izquierda estatista que aún persiste, acumula denuncias y hace propuestas sobre un desarrollo estatal, muchas veces necesario coyunturalmente, pero absolutamente irreal si pudiéramos pensar que es la solución, si partimos de un sistema impositivo que ellos no proponen cambiar.

El gobierno no puede adoptar otro camino, el que adopta tiene riesgos pero no hacerlo es más riesgoso aún, lo que si no se puede postergar es el tender puentes para abrir en el mundo el camino para los cambios que hoy se necesitan como se insinuó en la ONU en setiembre del 2013.

Las crisis siempre son oportunidades de cambio, las sufren la inmensa mayoría de la gente, la usufructúa una minoría hija de lo peor de la explotación humana, en este caso con un ingrediente nuevo, producto del avance en conocimientos y en tecnología de toda la humanidad, que su no resolución nos pone en peligro a todos, como ya ocurre hoy con las guerras sin solución de continuidad.
sipagola@adinet.com.uy



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