lunes, 19 de septiembre de 2016

España hundiéndose

Conversatorio en Barajas
Por Rafael Ángel Ugalde

De entrada no creí. Para quién durante 30 años permaneció en la Universidad pública trabajando y estudiando con  salario puntual, oficina de salud a los cincuenta metros y  garantías de decir lo que pienso, era inaceptable lo que me decía este ex profesor de políticas públicas que ahora procura propinas.  Un hombre cultísimo del llamado “primer mundo” jalando  maleta a uno  del “subdesarrollo” para rebuscarse el sustento en el aeropuerto de Barajas, España. ¡No es posible, él me miente, o el mundo está patas arriba ¡ me tranquilizaba.

“La crisis -me remarcó, mientras me indica el pasadizo  de salida por dónde me esperaba la  hija menor-, nos ha hecho humildes a muchos españoles. En principio muchos profesionales y académicos pensábamos que no nos alcanzaría”, replicó a la obvia pregunta del por qué halaba maletas y no estaba frente a un  grupo de estudiantes enseñándolos a  acomodar el Estado en función, supuestamente, del llamado “bien común”.
Algunos datos provenientes de él terminaron por convencerme que el profesional acabó victima de sus propias ilusiones, en una España, que insiste en vivir las grandezas de 500 años atrás, cuando los galeones llegaban cargados de oro de las nuevas tierras que necesitaba “civilizar”. El ciclón económico financiero de 2007-2008 socolloneó duro todos los fundamentos capitalistas, como modo de producción, así como   el llamado neoliberalismo, entendido como su expresión de praxis y política de aquel, que exigía  solución rapidísima.

La tesis básica –nos recordaba un día de estos el teólogo e investigador Leonardo Boff- era dar primacía al mercado, a la libre iniciativa, a la acumulación privada, a la lógica de la competición en detrimento de la lógica de la cooperación y a un Estado que entre más mínimo fuera, más empleo habría, mejores salarios se devengaría y menos desigualdad se registraría. El lema en Wall Street de Nueva York era: greed is good, la codicia es buena. Quien mira desde una perspectiva mínimamente ética ya podía saber que un sistema montado sobre un vicio (codicia) y no sobre una virtud (bien común), jamás podría resultar bien. Un día se derrumbaría.

Y el derrumbe empezó con la quiebra de uno de los mayores bancos norteamericanos, el Lehman Brothers, llevando todo el sistema bancario y financiero a una inconmensurable crisis. En pocos días se pulverizan billones de dólares. Parecía el fin de este tipo de mundo. Pero, como haciéndose tragar sus palabras, los que en libros, diapositivas y desde las cátedras despreciaban el Estado social, reduciéndolo al mínimo, recurrieron a él de rodillas, con las manos juntas  y  pidiendo protección a los bancos centrales. ¡Vaya ironía o hipocresía¡.

España sufrió los coletazos y para salvar la praxis y la teoría (no salvar su  fundamentalismo económico y su doctrina equivaldría  cogerlos en la mentira- declaró una amnistía tributaria, recortó pensiones, aumentó los años para alcanzar una jubilación decente, flexibilizó los contratos laborales y  redujo los  sindicatos a mentirillas.
Según este especialista en política públicas España es el país de la OCDE con más desigualdad desde el inicio de la crisis, tan solo por detrás de Chipre y superando hasta en catorce veces a Grecia; la pobreza y la exclusión ha aumentado y hay  13,4 millones de personas en riesgo de exclusión en el año 2014 (el 29,2 % de la población española).

La distancia entre ricos y pobres ha crecido y en 2015 el 1 % de la población concentró tanta riqueza como el 80 % de los más desfavorecidos. La fortuna de sólo veinte personas en España alcanza un total de 115.100 millones de euros. Así, España, es el segundo país de la Unión Europea en el que más ha crecido la distancia entre rentas altas y bajas, sólo por detrás de Estonia, y entre 2007 y 2014 el salario medio español se desplomó un 22,2 %.
Además, según los datos de la OCDE, los hogares más desfavorecidos son los que han sufrido una mayor caída de los ingresos durante la crisis,  el salario de los más ricos es 18 veces superior al del 10 % más pobre; mientras 3.000 millonarios sacan anualmente40 mil millones de euros sin pago de impuestos.

Y la crisis no para. Einstein ya había advertido:«el pensamiento que creó la crisis no puede ser el mismo que nos saque de la crisis».

rafaelangelu@outlook.com




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