Mostrando entradas con la etiqueta insurrección mapuche. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta insurrección mapuche. Mostrar todas las entradas

martes, 18 de agosto de 2020

La Moneda les declara la guerra a los mapuches



Por Juan Pablo Cárdenas S.:
No es extraño que la primera gira a regiones del nuevo ministro del Interior haya sido precisamente a la Araucanía. De un viaje relámpago, trascendió que Víctor Pérez se reunió con autoridades locales, con las cúpulas uniformadas y también se esforzó por llevarle un mensaje de aliento a los sectores civiles que más demandan la mano dura del Gobierno para hacer frente a la insurrección mapuche.


Tal es así que terminada su visita a Temuco se organizó una hueste de empresarios agrícolas, forestales y otros quienes desalojaron con inédita violencia a los mapuches que habían ocupado el Municipio de Curacautín en solidaridad con su machi Celestino Córdoba, en huelga de hambre desde hace varios meses. Actos de extrema virulencia física y consignas racistas se sucedieron también en localidades como Ercilla y Traiguén que culminaron con decenas de detenidos y heridos, incluidos varios niños indígenas.

La propia Comisión Nacional de DDHH ha condenado la inusitada represión policial  que siguió en el sur del país apenas juró en nuevo jede de Gabinete de Sebastián Piñera, un político de ultraderecha  que formó parte en el pasado del más extremo pinochetismo  y que en tres décadas no ha dejado de alabar la acción de la Dictadura, defender a ultranza la Constitución de 1980, así como se sabe que estuvo vinculado a lo que fue Colonia Dignidad, el enclave nazi fundado y dirigido por un criminal como Paul Schaffer, junto al que se ve el nuevo ministro desfilando en algunas fotografías de la época.

Estas primeras acciones de agresión contra nuestra principal etnia, nos convence que La Moneda ha decidido encarar con fiereza la protesta mapuche que ciertamente ha retomado su lucha por su autonomía o su independencia respecto de un Estado que lo ha privado de sus derechos más elementales en la que se asume la zona más pobre del país. Quizás en nuevo ministro piense que, ahora sí, los mapuches tendrán que someterse completamente y renunciar a cinco siglos de lucha contra los invasores que han ocupado sus ancestrales y legítimos territorios. Mediante una guerra colonialista y de exterminio que se constituye en uno de los episodios más bochornosos y cruentos de toda nuestra historia nacional y regional.

Seguramente, lo que no calcula el Secretario de Estado es que la causa mapuche ya no es solo una demanda de una etnia sino uno de los sentimientos que concita mayor respaldo e identidad en todo el pueblo chileno. Tanto así que la llamada explosión social, que sacó a millones de chilenos a las calles de todo el país en octubre pasado, exhibió dentro de sus principales banderas y estandartes las del pueblo mapuche, convirtiendo su pabellón en el principal símbolo de la dignidad y resistencia de todo el pueblo discriminado y abusado por el estado chileno, su constitución y mandamases.

Por cierto, que La Moneda calcula que las fuerzas militares y de orden pueden reeditar episodios tan trágicos como la criminal “Pacificación de la Araucanía” del siglo pasado sin considerar, por supuesto, que la causa mapuche puede encender rápidamente al país de norte a sur y constituirse en el principal detonante del desmoronamiento de la institucionalidad vigente y su pretendido Estado de Derecho. Conduciendo al país a un grave conflicto en momentos, además, que la adhesión ciudadana al Gobierno apenas sobrepasa el 10 por ciento. Una cifra que se explica en los fracasos reiterados de la actual administración como en el pésimo desempeño de las autoridades frente a la pandemia del coronavirus.

Una embestida que podría ser temeraria para las pretensiones de toda la derecha, el gran empresariado nacional y los inversionistas extranjeros. Toda vez que en el mundo ya se conocen los resbalones del actual mandatario, se simpatiza universalmente con las vindicaciones mapuches y ahora observa de forma atónita como uno los más incondicionales pinochetistas y amigos de Paul Sheaffer ingresa a La Moneda. Sin vergüenza o autocrítica alguna.

Tampoco la cruzada alentada por el ministro del Interior tiene visos de comprometer íntegramente al mundo uniformado, cuando se sabe que el gran número de estos efectivos pertenece a la etnia mapuche que hoy produce más orgullo que menoscabo dentro de la población chilena, reconociéndose de forma tan amplia el legado cultural y el arrojo de los primeros habitantes del país. Ya sabemos que la sensibilidad alemana y europea ha hecho sonar sus primeras alertas de lo que puede ser un enfriamiento de sus gobiernos con Chile, nuestros gobernantes y un régimen político cada vez más en entredicho.

Pese a su dilatada trayectoria parlamentaria, el ministro Pérez parece tener confianza en que oponer mano dura a la demanda mapuche podría ocasionarle unidad a la esmirriada y dividida derecha, como despertar los sentimientos nacionalistas en la izquierda. Pero al menos en lo que se consideran opositores, lo más natural sería que desde el centro hacia la izquierda una acción descabellada en la Araucanía produciría más unidad y protestas sociales. Y un triunfo más contundente de quienes se proponen en el plebiscito de octubre próximo derogar la Carta Magna que nos rige dando paso a una convención constituyente elegida íntegramente por el pueblo.

Parece extraño que Sebastián Piñera no haya aludido como habría correspondido a la grave situación de la Araucanía en su última cuenta pública ante el Parlamento. No tenemos certeza alguna de que él esté detrás de las bravuconerías de su flamante jefe de gabinete en relación a un tema que concita alta atención pública. Pero esto, más que la posibilidad de un desacuerdo dentro de su gobierno, puede ratificar que su papel en La Moneda es la de un “presidente encargado” más que de un gobernante con real liderazgo. Verdaderamente maniatado por los sectores que le dieron un nuevo golpe a su gabinete ministerial.
juanpablo.cardenas.s@gmail.com

sábado, 25 de julio de 2020

Una breve historia de hermanos para los presos políticos mapuche en huelga de hambre




Por Dr. Tito Tricot:

Peñi, en estos momentos de lluvia, permítanme contarles una historia de hermanos. De esas que se fraguan en las esquinas duras de las luchas de los pueblos del mundo y de las lejanas galaxias. Hay que decirlas porque son necesarias como las estrellas. Susurrarlas, quizás, como hacen los weichafe cuando caminan por los cerros y los bosques del Wallmapu, con decisión y la memoria a cuestas para decir basta, como hicieron Anganamon y Pelantaru. Este último dirigiendo la más grande insurrección mapuche iniciada con la victoria de Curalaba en 1598.



Pero esta es la insurrección de los cuerpos en huelga de hambre y no contra los españoles, sino que contra los chilenos que ocuparon tu territorio por la fuerza. Hoy la violencia del Estado se entroniza en el territorio de tus manos, tus rostros, tus huesos. Es la arrogancia de la clase colonial y dominante. Como lo fue en dictadura donde los desaparecidos aún no aparecen y quién sabe por cuáles senderos deambulan buscando la puerta justa para poder dar el último beso a sus padres, hijos, compañeras o abuelas. ¿Quién sabe?

Lo que sí se sabe es que Mauricio se percató que la CNI lo seguía. Era un combatiente, un weichafe de mar, tal vez porque era de Valparaíso. También de tierra, no sólo por ser Arenas, Mauricio Arenas, un jefe del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, y su tierra fue ocupada militarmente desde el golpe de Estado en septiembre de 1973. La usurpación de la tierra por la clase dominante tal como en el Wallmapu. Por eso permítanme seguir contándoles una historia de hermanos.

Decirles que “Joaquín”, su nombre clandestino, miró para todos lados mientras alistaba su revolver para enfrentarse a los agentes de la CNI. Un combate desigual, más “Joaquín” jamás pensó en ello, menos rendirse ante el enemigo. No era una opción. Un jefe Rodriguista cae combatiendo me dijo una noche cualquiera. De pronto entra a una calle sin salida ¡Mierda! Se parapeta detrás de un auto; los agentes se multiplican, se suman carabineros. ¿Cuántos son, de dónde salen tantos? Y el maldito callejón sin salida y el weichafe de mar, solo. No hay escapatoria posible. Entonces comienzan las ráfagas, una tras otra, interminablemente, en una sola dirección. “Joaquín” cuida cada tiro, son pocos. Apunta y dispara desde el suelo, siempre cubierto por el automóvil. De improviso, a la distancia, divisa nítidamente a un carabinero que le apunta con su arma. Y la explosión en plena frente que lo propulsa hacia atrás con fuerza, cayendo de espaldas al duro cemento.

Te prometo que vi venir la bala, me relató con un cigarrillo entre sus dedos “Joaquín”. Te prometo. No perdió la conciencia a pesar que el proyectil le penetró la cabeza. Su último pensamiento fue para su pequeño hijo, el pensamiento de la ternura antes de presionar el gatillo pues había guardado un tiro para sí mismo. Rendirse jamás. Se trabó el revólver, llegaron los agentes y con odio y furia le destrozaron las piernas a punta de ráfagas de metralla.

Mauricio Arenas, weichafe de mar y tierra, no murió. Eventualmente volvió a caminar, estuvo preso varios años, escapándose posteriormente por un túnel cavado magistralmente por otros compañeros. Retornó a la lucha como hacen los valientes. Él lo era. Por eso maldecía entre dientes su rabia mientras descargaba el cargador de su fusil contra el auto del dictador Pinochet en el atentado de septiembre de 1986. Era valiente, y por ello el desconsuelo al saber que finalmente lo mató el cáncer a los 33 años. Fue un 12 de octubre de 1991, el mismo día en que los hispanos invadieron violentamente aquello que luego nombrarían América.

Violencia que jamás ha cesado en el Wallmapu, aunque se cambiaran lanzas, alabardas y yelmos por fusiles, tanquetas y montajes. Por eso quería contarles una historia de hermanos, de peñi y lagmen, de luchas de todos los mundos y galaxias. Es que no me cabe duda que Mauricio no sólo estaría solidarizando con el pueblo mapuche, sino que andaría por los cerros del sur, bajo la lluvia o el sol, con ustedes. O estaría en huelga de hambre, como ustedes. Pero también sé que con el mismo respeto con el cual arriesgó su vida, únicamente lo haría con la autorización mapuche. Porque este es el movimiento mapuche, la memoria en movimiento, la historia en movimiento, la cultura en movimiento, la comunidad en movimiento, la autodefensa en movimiento, el territorio en movimiento, Como el cuerpo, ese territorio propio peñi que hoy es parte de tu brega por la autonomía.

¿Qué mayor libertad que clausurar las fronteras de tu universo de piel y decidir qué hacer con él? Es tu huelga, tu hambre, tu decisión. Tu Weichan, esa lucha total en un conflicto que no empezaste ni buscaste. El último recurso ante la arrogancia y racismo del Estado chileno, ya que su ocupación del Wallmapu –País mapuche– es el origen del conflicto-chileno-mapuche y la solución de la Huelga de hambre está en manos del Estado colonial que debe ceder ante las demandas de los prisioneros políticos mapuche porque esta confrontación de poder, lo quieran o no las clases dominantes, las forestales y, los agricultores descendentes de los colonos que usurparon territorio histórico mapuche continuarán. No tiene vuelta atrás.

El Estado debe entender que este es un problema político, que los mapuches saben bien que los ríos no beben de su propia agua porque la naturaleza es sabia. Tan sabía que el río escurre por el mismo derrotero, como los mapuches que, no importa el tiempo, se desplazan por el camino de los tiempos de los tiempos el cual, a fin de cuentas, es el tiempo mapuche.  Por eso, simplemente deseaba contarles esta historia de hermanos en un momento donde la solidaridad puede contribuir con un grano de historia a la Dignidad mapuche.

tricot18@gmail.com