Por Jorge Aniceto Molinari:
Política internacional: Un apreciado amigo me envía este artículo aparecido en La Diaria, señalando que va en la misma dirección de lo que hemos venido propiciando. El artículo y luego mi comentario:
Un informe de la organización Transnational Institute reúne
propuestas de financiación para atender la crisis de manera global.
Algunas de esas propuestas incluidas por Tippet, que
actualmente cursa un doctorado en la Universidad de Greenwich e investiga las
causas de la desigualdad en Reino Unido, incluyen gravámenes a distintos tipos
de riqueza, condonación de deuda y reencauzamiento del gasto militar. Según el
informe del TNI, estas medidas permitirían generar recursos para mitigar las
crisis, y también para promover el desarrollo sostenible y descarbonizar la
economía.
El informe estima que durante cada uno de los próximos diez
años se requieren 9.410 billones de dólares para cumplir esos objetivos, y,
según sus cálculos, una decena de iniciativas podrían solventarlos, con una
recaudación de 9.457 billones de dólares anuales. Cada uno de los gastos está
desarrollado en el estudio, así como una estimación de cuánto se podría recabar
con cada medida propuesta.
Por ejemplo, el informe señala que los gobiernos ya
anunciaron, desde el 12 de junio, “11 billones de dólares en medidas fiscales
para enfrentar la pandemia”. Esto “incluye todos los gastos adicionales,
recortes impositivos, préstamos, inyecciones de capital y garantías” anunciados
por distintos países del mundo. La mitad, 5,4 billones, consiste en “gastos
adicionales e ingresos fiscales no percibidos” por el Estado, “lo que genera
directamente el aumento del déficit fiscal y la deuda pública”. Otros 5,4
billones de dólares se vinculan con “préstamos, inyecciones de capital y
garantías” que “podrían acrecentar la deuda pública y los déficits fiscales en
el futuro”.
De acuerdo con el informe, “si bien la respuesta fiscal
ayudó a mantener el sistema económico a flote, gran parte de ese dinero público
benefició en forma desmedida a las grandes empresas y las industrias
contaminantes”. Por otra parte, sostiene que “el Sur Global se vio impedido de
implementar el mismo nivel de apoyo estatal sin precedentes que se vio en el
Norte Global”. Agrega que actualmente 64 países del mundo pagan “más por el
servicio de la deuda que lo que destinan a la atención sanitaria”.
En cuanto a las medidas propuestas, el documento argumenta
que “el 1% más rico de los habitantes del mundo posee más del doble del
patrimonio que 88% de la población mundial, o 6.900 millones de personas”. Este
es uno de los argumentos para proponer impuestos a distintos tipos de riqueza.
Otro es que el patrimonio está subgravado: “Apenas cuatro centavos de cada
dólar de los ingresos fiscales proceden de impuestos a la riqueza”. A su vez,
“la covid-19 está exacerbando la desigualdad en razón de la riqueza”, sostiene
el investigador, que cita diversos estudios.
A partir de una propuesta de impuesto mundial a la riqueza
que ya hizo Thomas Piketty en su libro Capital e ideología, el informe propone
gravarla en forma progresiva, de tal modo que los más ricos paguen las tasas
más altas. Advierte que “como no existe una autoridad fiscal internacional,
esta propuesta debería plantearse a nivel nacional y redistribuirse en todo el
mundo”, y recuerda que “en los últimos ocho años, la idea del impuesto a la
riqueza pasó de los márgenes de la economía al terreno de la realidad
política”. Según las estimaciones del estudio, “un impuesto a la riqueza
multimillonaria podría recaudar entre 70.000 y 100.000 millones de dólares por
año”.
“Una propuesta más rápida de implementar, que tiene el apoyo
de Oxfam, consiste simplemente en gravar todas las fortunas que superen los
1.000 millones de dólares con una pequeña tasa de 1,5%”, agrega. Esta medida
afectaría a apenas 2.152 personas. Ese es el número de multimillonarios según
datos de 2019, agrega.
Otra de las medidas propuestas por el investigador del TNI
consiste en gravar la renta del capital de la riqueza privada en el extranjero,
porque “son principalmente las personas más ricas del mundo las que ocultan su
patrimonio en el extranjero”. Una tercera es un “impuesto a las ganancias
extraordinarias de las 32 empresas más rentables del mundo”. El informe
argumenta que “si bien la pandemia obligó a millones de personas a vivir en la
pobreza, Microsoft, Apple, Google, Nestlé y Amazon están ganando miles de
millones de dólares más de lo que habrían obtenido si la enfermedad no se
hubiera propagado”.
Como antecedentes, recuerda que “tanto Estados Unidos como Gran Bretaña aplicaron impuestos sobre las ganancias empresariales extraordinarias después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, a tasas de 80% y 95%”.
Otro ejemplo es un impuesto de este tipo que ya fue aplicado
en Indonesia a las grandes empresas tecnológicas internacionales que se
beneficiaron con la crisis sanitaria, entre ellas Zoom y Netflix.
A estas propuestas se suman las de gravar las ganancias de
las empresas en el extranjero, las que se transfieren a paraísos fiscales; un
impuesto a las transacciones financieras; terminar con políticas de subsidios
públicos a la industria de los combustibles fósiles y aplicarle a esta
industria un impuesto sobre el costo de la contaminación; redirigir 10% del
gasto militar a paliar la crisis sanitaria y su impacto; la condonación de la
deuda, una iniciativa que promueve la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo en el marco de la pandemia; y una emisión de derechos
especiales de giro, que el informe define como “la ‘moneda’ internacional del
propio Fondo Monetario Internacional”. Por último, propone un nuevo Plan
Marshall que redistribuya fondos desde el norte hacia el sur del planeta.
Mi comentario:
Si, comparto. A ello habría que agregar que ello permitiría
a los Estados desahogar los presupuestos. Eso que hacen hoy EE.UU. y la
comunidad europea con las emisiones monetarias y que son una verdadera bomba de
tiempo.
Sin embargo, no hay que perder de vista la principal palanca
del modo de producción capitalista que es la rentabilidad. Esto no la soluciona
porque dentro de la predominancia de este modo de producción ya no tiene
solución, su destino debe ser morir en paz.
Por eso esto es un importante inicio para procurar un gran
avance, pero no es una solución en sí misma, sino que es el inicio para
destrabar algo que los políticos y economistas no consiguen destrabar en tanto
no asuman que la predominancia del modo de producción capitalista está llegando
a su final.
Lo dramático a su vez es que en la izquierda de esto no se
entiende un carajo a pesar de que los maestros lo comenzaron a analizar hace ya
más de 200 años y cuando el capitalismo estaba en pleno desarrollo.
sipagola@adinet.com.uy
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