Sería buena cosa que los gobiernos y entre ellos el de
Lacalle Pou escucharan los consejos de Joseph Stiglitz, uno de los economistas
estadounidenses más reconocidos de los últimos tiempos, y catalogado como un
economista de la Nueva Economía Keynesiana, ahora que a Keynes Arbeleche lo
citó y Lacalle descubrió. –
En uno de sus últimos
artículos publicados, Stiglitz analiza el impacto del Covid -19 sobre la
economía advirtiendo, “La Covid-19 no ha sido un virus de igualdad de
oportunidades: persigue a las personas con mala salud y aquellas cuya vida
diaria las expone a un mayor contacto con los demás. Esto significa que
persigue desproporcionadamente a los pobres, especialmente en países pobres y
en economías avanzadas como Estados Unidos, donde el acceso a la atención
médica no está garantizado. Una de las razones por las que Estados Unidos se ha
visto afectado por el mayor número de casos y muertes (al menos en el momento
de esta publicación) es porque tiene uno de los estándares de salud promedio
más pobres de las principales economías desarrolladas, ejemplificado por la baja
esperanza de vida (más baja ahora incluso que hace siete años) y los niveles
más altos de disparidades en salud”.
Tomando en cuenta las diferencias con que los distintos
gobiernos han hecho frente a la pandemia, toma de ejemplo dos gobiernos que
representan los extremos del manejo de la emergencia sanitaria y la economía.
“Dos países ilustran las posibles lecciones que surgirán. Si
Estados Unidos representa un extremo, quizás Nueva Zelanda represente el otro.
Es un país en el que un gobierno competente se basó en la ciencia y la
experiencia para tomar decisiones, un país donde existe un alto nivel de
solidaridad social (los ciudadanos reconocen que su comportamiento afecta a los
demás) y confianza, incluida la confianza en el gobierno.
Nueva Zelanda ha logrado controlar la enfermedad y está
trabajando para reasignar algunos recursos infrautilizados para construir el
tipo de economía que debería marcar el mundo pospandémico: una que sea más
verde y más basada en el conocimiento, con mayor igualdad, confianza y
solidaridad.
Desafortunadamente, por muy mala que haya sido la
desigualdad antes de la pandemia, y como con tanta fuerza la pandemia ha
expuesto las desigualdades en nuestra sociedad, él mundo pos pandémico podría
experimentar desigualdades aún mayores a menos que los gobiernos hagan algo.
La razón es simple: la covid-19 no desaparecerá rápidamente.
Yel miedo a otra pandemia persistirá. Ahora es más probable que tanto el sector
público como el privado se tomen los riesgos en serio. Y eso significa que
ciertas actividades, ciertos bienes y servicios y ciertos procesos de
producción se considerarán más riesgosos y costosos.
La pandemia amplía la amenaza de la automatización de los
trabajadores de servicios de persona a persona poco calificados que, hasta
ahora, la literatura ha considerado menos afectados, por ejemplo, en educación
y salud. Todo esto hará que disminuya la demanda de determinados tipos de mano
de obra. Es casi seguro que este cambio aumentará la desigualdad, acelerando,
de alguna manera, las tendencias ya vigentes”.
El panorama de lo que espera por delante a la humanidad si
no hay un cambio de rumbo es una fuerte advertencia del economista y premio
nobel estadounidense.
“Necesitamos una re escritura integral de las reglas de la
economía. Por ejemplo, necesitamos políticas monetarias que se centren más en
garantizar el pleno empleo de todos los grupos y no solo en la inflación; leyes
sobre quiebras que estén mejor equilibradas, reemplazando aquellas que se
volvieron demasiado favorables a los acreedores y proporcionaron muy poca
responsabilidad a los banqueros que participaron en préstamos predatorios; y
leyes de gobierno corporativo que reconocen la importancia de todas las partes
interesadas, no solo de los accionistas. Las reglas que gobiernan la
globalización deben hacer algo más que servir a los intereses corporativos; los
trabajadores y el medio ambiente deben estar protegidos. La legislación laboral
debe mejorar la protección de los trabajadores y brindar un mayor margen para
la acción colectiva.
Pero todo esto no creará, al menos a corto plazo, la
igualdad y la solidaridad que necesitamos. Tendremos que mejorar no solo la
distribución de ingresos en el mercado, sino también la forma en que los
redistribuimos”.
pose.ricardo@gmail.com
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