Por Sergio Rodríguez Gelfenstein:
En días pasados prometí reflexionar sobre el tema del inicio
de una nueva guerra fría. Cada vez mayor cantidad de analistas comentan acerca
de su renacimiento esta vez entre Estados Unidos y China. Las mayores
divergencias están asociadas a si dicha fase de las relaciones internacionales
ya comenzó o está en proceso de gestación.
Tomando en consideración que el anterior conflicto de estas
características desarrollado en prácticamente toda la segunda mitad del siglo
pasado forjó una estructura bipolar de las relaciones internacionales, que a su
vez signó el comportamiento de los actores en el escenario global, cabe
analizar si estamos o no en una etapa similar, también, vale preguntarse si es
esta una nueva versión de guerra fría o copiará las características de la
anterior.
Al definir el momento en términos estratégicos es de
perogrullo afirmar que vivimos una etapa de declive de Estados Unidos y ascenso
de China en su calidad de potencias mundiales. Este proceso que se venía
desarrollando -al menos- desde comienzos de este siglo, sufrió una aceleración
a causa de la pandemia de Covid19.
Estados Unidos salió exitoso de la guerra fría del siglo XX,
para lo cual se alió con China en contra de la Unión Soviética. Ahora, pretende
repetir el proceso en dirección contraria, es decir aliarse con Rusia contra
China. En este sentido, de las veladas insinuaciones pasó abiertamente a las
propuestas que han sido rechazadas frontalmente por la dirigencia rusa.
El pasado 3 de agosto en un artículo del portal Sputnik
titulado “Por qué Estados Unidos habla ahora de una ´amistad` con Rusia” se
afirma que: “El […] 23 de julio, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo,
admitió la posibilidad de que Moscú se involucre en una confrontación contra
Pekín. El diario Financial Times informó que ciertos círculos en EEUU promueven
la idea de unirse con Rusia para hacer frente a China y esperan encontrar
grietas en las relaciones entre los dos países”.
La respuesta rusa vino en voz de la vocera de su ministerio
de relaciones exteriores María Zajárova quien afirmó que “…era ´ingenuo` el intento de EEUU de
involucrar a Rusia en la campaña antichina” y agregó que Rusia "tiene la
intención de fortalecer aún más la cooperación con China, que consideramos como
el factor más importante para estabilizar la situación en el mundo".
Dando continuidad a la perseverante visión de Pompeo en este
ámbito, el 21 de julio durante su estancia en Londres de manera desvergonzada
exhortó a todos los países del mundo a rechazar al Partido Comunista de China y
crear una coalición en su contra. De forma simbólica, tres días más tarde al
dar un discurso en California en la biblioteca y museo presidencial Richard
Nixon (primer mandatario estadounidense en visitar China en 1972, dando paso a
la apertura de relaciones diplomáticas entre los dos países), el ex director de
la CIA y ahora canciller estadounidense arremetió con un violento discurso de
fuerte carga ideológica en la que llamó a aislar a China, desmintiendo a
aquellos que pensaban que el diferendo entre los dos países estaba basado en
exclusivas contradicciones de carácter comercial y/o tecnológico.
Esta nueva etapa de la confrontación de Estados Unidos
contra China fue inaugurada en su faceta económica, financiera, comercial y
tecnológica en marzo de 2018 tras la aplicación por parte del Presidente Trump
de sanciones y aumento de aranceles a productos chinos importados.
Posteriormente, durante el año 2019 además de elevarse las afectaciones al
comercio de uno y otro lado, Estados Unidos dio explícito apoyo y
financiamiento a las violentas manifestaciones de grupos radicales en Hong
Kong, cuyas demandas fueron escalando desde peticiones de orden reivindicativo
hasta declaraciones de rechazo al sistema político de China. Así mismo, la
potencia norteamericana incrementó su cooperación militar con Taiwán y
acrecentó la presencia de sus fuerzas armadas en los mares adyacentes a China
en clara provocación que tensó aún más la situación en el entorno y en los
vínculos bilaterales.
La llegada del año 2020 trajo consigo la pandemia del
coronavirus y con ella las recriminaciones de parte de Estados Unidos contra
China acusándola de haber sido la causante del surgimiento del virus y su expansión
global. Trump llegó a llamar al microorganismo como “virus chino”
contradiciendo la opinión de los científicos y la OMS que aún no han logrado
determinar el origen del mismo. La aspereza y mordacidad de la retórica anti
china de las principales autoridades de Estados Unidos y las medidas que se han
tomado en todo ámbito, han llevado al escalamiento del conflicto y obligado a
China a responder con reciprocidad e inaugurar un discurso agresivo ajeno a las
tradiciones y costumbres de su diplomacia.
Durante este año, también se ha visto un involucramiento
mayor de Estados Unidos en asuntos internos de China como la situación de las
regiones autónomas de Xinjiang y Tíbet, manteniendo la acometividad en relación
a Hong Kong y su apoyo a Taiwán, lo que le ha ido dando al conflicto un
carácter multifacético que se manifiesta en diferentes talantes.
En el área de la tecnología, la abrumadora distancia que
hasta hace solo unos años mantenía Estados Unidos sobre China se ha ido
acortando a pasos acelerados. Aunque hay variadas expresiones del avance de
China en esta materia, en los dos últimos años se podrían citar cinco hechos
que marcan un progreso sustancial de la nación asiática. Ellos son:
1. El envío
exitoso en enero de 2019 de una nave espacial que se posó en la cara oculta de
la luna, hecho ocurrido por primera vez en la historia.
2. El
lanzamiento con ocho meses de adelanto a Occidente de la tecnología de 5ta.
Generación (5G). Vale decir que Estados unidos había obtenido las cuatro
anteriores con sobrada distancia respecto de sus competidores.
3. La
capacidad científica para enfrentar exitosamente la pandemia de Covid19 cuando
era desconocida en el mundo y atacaba prácticamente con exclusividad a ese país
durante los meses de enero y febrero.
4. El
lanzamiento de la primera misión espacial a Marte.
5. El
lanzamiento del tercer satélite para completar la red de 35 aparatos de la
tercera generación de su sistema de geolocalización Beidou (BDS), como
alternativa al estadounidense GPS.
En el plano militar, la confrontación ha estado signada
–como se dijo antes- por la presencia creciente y en actitud provocadora de la
Armada de Estados Unidos que ha llegado a reunir dos portaviones junto a sus
fuerzas de tarea en los mares adyacentes a China, incentivando sus diferendos
limítrofes con países de la región que se están discutiendo en el marco de
negociaciones diplomáticas.
De la misma manera, Estados Unidos ha creado una nueva
dinámica bélica enlazando sus bases militares en Japón, Corea, las islas Guam y
otras posesiones en el Pacífico, Filipinas, incorporando ahora en este
dispositivo a Australia que se ha transformado en un firme ariete tras su
subordinación absoluta a la lógica imperial estadounidense. En este marco,
también han hecho grandes esfuerzos para incorporar las bases militares que
tuvieron en Vietnam hasta 1975, para incluirlas en el gran arco naval que están
construyendo en torno a China. De la misma manera, Estados Unidos está
intentando agregar a India en su mecanismo de pivote asiático creado por el
presidente Barack Obama. En esa lógica estimulan los diferendos fronterizos
entre las dos potencias asiáticas en el Himalaya.
Pero, tras todo este contexto de pugna y contienda, en
realidad se esconde una lógica de confrontación antagónica en términos políticos
e ideológicos como lo ha hecho saber el presidente Trump durante sus
comparecencias en las asambleas generales de la ONU de 2017, 2018 y 2019 en las
que derrochó tiempo y verborrea llamando a combatir el socialismo, un sistema
que Estados Unidos había declarado como desaparecido de la faz del planeta.
Incluso se llegó a hablar del “fin de la historia” tras la desaparición de la
Unión Soviética.
Vale decir que en este último discurso en la máxima asamblea
planetaria el 24 de septiembre de 2019, ante representantes de todas las
naciones del mundo, Trump se encargó de recordar que: “Tengo el inmenso
privilegio de dirigirme a ustedes hoy como el líder elegido de una nación que
valora la libertad, la independencia y el autogobierno sobre todas las cosas.
Estados Unidos, después de haber gastado más de 2.500 billones de dólares desde
mi elección para reconstruir completamente nuestro gran ejército, es también,
por mucho, la nación más poderosa del mundo”.
CONTINUARÁ
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