Por Rolando Prudencio Briancon:
La obsesiva ojeriza de Trump hacia Venezuela y el
Socialismo, lo ha llevado hacer un enigmático, como antojadizo anuncio,
cantinflescamente calificando a Venezuela como: "un país rico que ha sido
destruido por dos personas, y un sistema horrible -en alusión al Socialismo.
Sobre las dos personas no sabemos a quiénes se refirió- o como quieran
llamarlo, y algo va a pasar con Venezuela...", tal como dijo durante una
entrevista exclusiva con Noticias Telemundo desde Miami. Vale decir que, de un
golpe y porrazo, Trump además se ha convertido en un visionario que
virtualmente ha vaticinado lo que le pasará a Venezuela.
Podríamos parafrasear diciendo "pocas palabras para
buen entendedor", sobre que ese es, y ha sido siempre el sedicioso sentido
en el que los gobiernos norteamericanos han actuado respecto a países con
quienes mantienen diferencias irreconciliables, y contra quienes, como es ya el
caso de Venezuela: han conspirado, están conspirando, y continuarán
conspirando; y que no es más que esa la receta que resumidamente ha dado a
entender Trump sobre lo que está preparando contra Venezuela. O sea, continuar
conspirando como hasta ahora para que pase algo.
Nada nuevo bajo el sol, podríamos coincidir afirmando que
esa, y no otra es la política del palo y la zanahoria de los EE.UU., respecto a
los "bad boys", que cuando se portan mal, los pone en horma, y que es
lo que ha hecho siempre a lo largo de su historia.
Pero hoy los EE.UU., ya no es aquel país que históricamente
hizo lo que dio la gana para salirse con su gusto, cuando se le antojaba; y no
sólo porque con Venezuela se haya topado, sino porque aparte de haberse
eclipsado su hegemonía; es en su propio seno que se están produciendo las
contradicciones internas irreconciliables, y que tiene nuevamente al racismo
como la raíz de lo que es un estallido sociopolítico que puede derivar en una
nueva guerra civil y auto destrucción de los EE.UU.
Y es que la escalada de este estallido social, y que está en
pleno ascenso -como la pandemia- desde el día del cobarde asesinato de George
Floyd a manos -un decir, pues lo mató pisándole el cuello- del policía blanco
Dereck Chauvin, no ha parado hasta el día hoy, tal como acaba de suceder en
Míchigan Detroit, dos meses después del asesinato de George Floyd, y que esta
vez ha sido el asesinato de Hakim Littelton, otro joven negro de 19 años.
Está por demás claro que Trump no es ningún visionario que
pueda predecir el futuro; es más otra de sus obsesiones -aparte de hacerse del
petróleo venezolano- es volver al pasado: "haciendo grande otra vez
América", que es lo que no le permite vislumbrar lo que puede pasar en su
país, y que es que los EE.UU se ha convertido en un potencial polvorín para una
guerra civil, que parece ser el trofeo de guerra que Trump está buscando
alzarse.
prudenprusiano@gmail.com
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