Por Diego Olivera Evia:
La crisis y la muerte son parte de la Pandemia
Además de los fracasos de EE UU y las resistencias de la
izquierda, en los últimos meses han tenido lugar diferentes hechos que han
demostrado que quienes pronosticaron la muerte de la izquierda en América
Latina se equivocaban. Las protestas sociales en Ecuador contra los recortes
sociales y las políticas neoliberales del gobierno de Lenin Moreno, la
oportunidad de construir el Perú un nuevo Congreso que devuelva la soberanía y
la voz al pueblo, el resurgir en Chile de un movimiento popular que exige
cambios constitucionales.
Que terminen con las lacras del modelo económico neoliberal
impuesto por la dictadura de Pinochet y sus mentores de la Escuela de Chicago,
la derrota de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales y la llegada de
Alberto Fernández a la presidencia en Argentina, o la victoria de Evo Morales en
Bolivia, demuestran que la izquierda latinoamericana aún tiene amplios espacios
de lucha y caminos por explorar en la construcción de una sociedad más justa e
igualitaria.
En cada país de América Latina la izquierda tiene su propio
contexto y circunstancia. También sus propios objetivos. En algunos casos, como
el chileno, necesita transformar el levantamiento popular en una fuerza
política con capacidad de afrontar las brechas que la Concertación dejó
abiertas frente a la dictadura; en otros, como en Ecuador, el reto es construir
alternativas que eviten la reversión de las políticas de redistribución
soberana de la riqueza; en Argentina, queda pendiente culminar la regeneración
económica impulsada por el kirchnerismo, adaptando las políticas a las necesidades
del país sin que sea el pueblo quien pague la factura; y en Venezuela o
Bolivia, resistir los ataques directos a su legitimidad democrática.
El sueño de la emancipación humana, de la libertad, la
igualdad y la fraternidad, de la paz, la justicia y la igualdad siguen vivos en
América Latina
La izquierda latinoamericana mantiene un horizonte de
desafíos que tienen que ver con los conflictos vigentes en la región, pero
también con los que atañen al mundo en su conjunto. Frente a quienes
pronosticaban que el capitalismo acabaría poniendo punto final a la historia,
las políticas neoliberales han hecho rebrotar sus efectos: pobreza y miseria,
desigualdad y precariedad, violencia y represión… Y mientras broten estas malas
hierbas habrá una izquierda luchando por un mundo más justo y una vida mejor.
Es importante saber que, pese al fracaso de estas profecías, el poder económico
y financiero global, las grandes corporaciones y las oligarquías, cobijadas en
el parapeto del imperio estadounidense, seguirán su guerra contra todo lo que
les resulte molesto o zancadillee su espíritu totalizante.
La guerra contra la izquierda a nivel mundial ha sido
inmisericorde. Una guerra sin cuartel librada a través de las armas y las
bombas, pero también de la cultura, la política y la economía, hasta el punto
de conseguir que parte de la humanidad asuma el neoliberalismo y el mercado
capitalista como única alternativa civilizatoria. A diferencia de Europa, donde
la socialdemocracia se entregó a las mieles del bienestar con la premisa de que
siempre es mejor conformarse con los tenues avances sociales que se podían
recoger en las grietas que deja el liberalismo, en América Latina quedan muchas
alamedas por abrir.
Los retos de la izquierda latinoamericana son los retos de
la izquierda mundial. El sueño de la emancipación humana, de la libertad, la
igualdad y la fraternidad, de la paz, la justicia y la igualdad siguen vivos en
América Latina. La guerra será durísima, y el bombardeo no cesará: gobiernos,
ejércitos, servicios de inteligencia, grandes corporaciones, medios de
comunicación, libros de texto, profesores universitarios, economistas y
expertos de toda índole, artistas, organismos internacionales…Todos harán su
parte del trabajo en el engranaje global contra la izquierda. Pero que nadie se
despiste: se librará la batalla.
La crisis y la muerte son parte de la Pandemia
Pandemias hubo muchas en la historia, comenzando por la
peste negra en la Edad Media y pasando por las enfermedades que vinieron de
Europa y arrasaron con la población autóctona en América en tiempos de la
conquista. Se estima que, entre la gripe, el sarampión y el tifus murieron
entre 30 y 90 millones de personas. Más recientemente, todos evocan la gripe
española (1918-1919), la gripe asiática (1957), la gripe de Hong Kong (1968),
el VIH / sida (desde la década de 1980), la gripe porcina AH1N1 (2009), el SARS
(2002), el ébola (2014), el MERS (coronavirus, 2015) y ahora el Covid-19.
Sin embargo, nunca vivimos en estado de cuarentena global,
nunca pensamos que sería tan veloz la instalación de un Estado de excepción
transitorio, un Leviatán sanitario, por la vía de los Estados nacionales. En la
actualidad, casi un tercio de la humanidad se halla en situación de
confinamiento obligatorio. Por un lado, se cierran fronteras externas, se
instalan controles internos, se expande el paradigma de la seguridad y el
control, se exige el aislamiento y el distanciamiento social. Por otro lado,
aquellos que hasta ayer defendían políticas de reducción del Estado hoy rearman
su discurso en torno de la necesaria intervención estatal, se maldicen los
programas de austeridad que golpearon de lleno la salud pública, incluso en los
países del Norte global...
Resulta difícil pensar que el mundo anterior a este año de
la gran pandemia fuera un mundo «sólido», en términos de sistema económico y
social. El coronavirus nos arroja al gran ruedo en el cual importan sobre todo
los grandes debates socieales: cómo pensar la sociedad de aquí en más, cómo
salir de la crisis, qué Estado necesitamos para ello; en fin, por si fuera
poco, se trata de pensar el futuro civilizatorio al borde del colapso
sistémico.
Quisiera en este artículo contribuir a estos grandes
debates, con una reflexión que propone avanzar de modo precario en algunas
lecciones que nos ofrece la gran pandemia y bosquejar alguna hipótesis acerca
del escenario futuro posible.
Los pobres en los Estados Unidos están siendo los más
afectados por la pandemia de COVID-19 y el Gobierno debe tomar urgentemente
medidas adicionales para evitar que decenas de millones de estadounidenses de
clase media se vean sumidos en la pobreza, asegura un experto de la ONU en
derechos humanos.
"Las personas en situación de pobreza y de bajos
ingresos enfrentan riesgos mucho mayores por el coronavirus debido a la
negligencia crónica y la discriminación, y una respuesta federal confusa y
orientada hacia las empresas que les ha fallado", expresó en un comunicado
Philip Alston, relator especial de la ONU sobre la pobreza extrema y los
derechos humanos, quien realizó una visita de investigación a los Estados
Unidos en 2017.
Según Alston, con despidos récord, una red de protección
social débil, y el Gobierno enfocándose principalmente en las empresas y los
ricos, partes importantes del país pronto se enfrentarán la indigencia a menos
que el Congreso tome medidas de largo alcance.
Más de 22 millones de personas solicitaron desempleo en un
período de cuatro semanas, y los economistas de la Reserva Federal proyectan
hasta 47 millones de empleos perdidos para el verano. Según los informes, casi
un tercio de los inquilinos estadounidenses no pagaron el alquiler a tiempo en
abril y el uso del banco de alimentos se está disparando.
(*) Periodista, Historiador y Analista Internacional
diegojolivera@gmail.com
Saludos, ajustado a derecho tu opinión. Estoy preparando un material para enviarselo a ustedes.Un abrazo desde mi Lara querida
ResponderEliminarGracias Diego por Barometro Latino Americano.Un Abrazo Digitalizado, felicitacioes por su Trabajo. En contacto.Bendicuones ak equipo y toda su Familia, Amigo s queridos y amados.
ResponderEliminarEEUU. con américa Latina no saben ser agradecidos, no son nuestros amigos por lo que les es muy fácil tratarnos con: respeto, solidaridad, equidad, justicia, para ellos es más fácil continuar beneficiándose y seguir como lo que siempre nos ha demostrado que Son: nuestros enemigos, de allí nuestra crítica y aversión contra su Imperialismo, racismo, su egoístas sistema económico capitalista et. Para conocerles y adversarlos no hay que recibir ningún adoctrinamiento.
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