Por Rolando Prudencio Briancon
Es desde luego una exageración referirse al comunismo como
si fuese el próximo estado al que automáticamente puedan arribar las sociedades
contemporáneas, después de lo que es una inquietante interrogante saber: ¿cuál
será el mundo post Covid? ¿Habrá acaso un Nuevo Orden Mundial que rija a la
humanidad? Claro que no deja de ser cierto que el próximo estado al que puedan
llegar las mismas, sea por lo menos a sociedades más igualitarias, más justa.
Y es que al margen de que era por demás previsible que la pérdida
de la hegemonía de los EE.UU., nunca se daría de forma pacífica y resignada, y
que hasta cierto punto era algo hasta comprensible; no menos cierto es que la
respuesta a esta cruda e inexorable realidad puede llevar a que los EE.UU.,
como potencia hegemónica que se resiste a perder esa condición busque las más
extraviadas salidas.
Hasta antes de este momento histórico que especialmente vive
los EE.UU., con la pandemia del coronavirus, y en el que no sólo su supremacía
está sufriendo esa pérdida de su eficacia hegemónica, sino también las bajas de
vidas -el país con más bajas en el planeta- como ningún otro país, es que la
caída del imperio se ha vuelto mucho más dramática, hasta podría decirse
surrealista por todo lo que está sufriendo, ya no sólo los EE.UU , sino la
misma humanidad.
Ciertamente que era previsible que la pérdida de hegemonía,
y hasta la caída misma de los EE.UU. sería dramática, pero no que detrás de
esta irreversible realidad, sea a costa de la población mundial, que es algo
para lo que la humanidad no estaba preparada, como se puede observar con la
pandemia.
Y es que la llegada de Trump al poder trajo consigo una
obsesiva hostilidad contra los gobiernos; no precisamente comunistas; ni si
quiera socialistas, sino progresistas tal cual es el trauma que las corrientes
neoconservadoras como a las que Trump pertenece, por lo que era previsible que
de hecho creyeran que el fantasma del comunismo está de vuelta, y al que hay
que darle guerra sin cuartel, tal cual fue durante la Guerra Fría cuando los
EE.UU., convirtió al comunismo como el enemigo más peligroso para la humanidad.
Y es que a lo que en el fondo más temen las plutocracias del
planeta, los clubes de los más ricos como es el club de Billdemberg, y otros
que furtivamente no figuran, pero ejercen un poder inapelable, es que se
produzca la lucha entre ricos y pobres; o en términos marxistas -el fantasma de
las corrientes conservadoras- a la Lucha de Clases, que no es sino el verdadero
motor de la historia.
Es ante este panorama que surge la duda, ¿si los EE.UU.,
ante su irreversible caída como imperio, y tal cual es su naturaleza violenta,
no se trate de una ecuménica estrategia que al caer arrastre al desastre a la
humanidad misma? Y no tanto por su naturaleza dañina, sino porque quienes
sostienen al sistema capitalista, no aceptan perder sus privilegios; más aún si
las diferencias entre ricos y pobres es como nunca la más abismal que ha
habido, en la que un 4% de los más ricos detentan la riqueza del 96%.
Pero además porque entre la juventud norteamericana de los
Millenials tiene una empatada simpatía de un 50 % a favor del Socialismo, que
es una pésima noticia para las élites estadounidenses.
Pero este temor infundado por el avance del
"comunismo" de la espantadas élites estadounidenses ha sido mal
asimilada por la inicua influencia de la administración Trump que más allá de
ahuyentar el fantasma del comunismo, ha abierto un frente de un enemigo externo
como China, acusándola como la responsable de la pandemia; pero además de un otro
enemigo externo, y necesario que ha inventado para justificar su inoperancia, y
ha inventado internamente un fantasma dentro sus mismos Estados, como son los
"antifa", después de la muerte de George Floyd, y que va continuado
hoy con la muerte de otro negro: Derrick Scott, y el latino Javier Ambler, a
manos de la Policía, a quienes Trump los ha conminado a que sean: "duros y
fuertes".
Son estos álgidos antecedentes los que pueden convertirse
potencialmente en un polvorín que pueden derivar en una Guerra Civil; y que
justamente puede ser eso lo que más bien está buscando Trump, para que sea el
justificativo de la caída del imperio norteamericano, por culpa del Comunismo,
que será el fantasma al que el neofascismo apelará para disculparse de su
propio fracaso.
En algún momento pasará la pandemia, y probablemente la
hegemonía estadounidense se extinga; y la verdad no se si el Socialismo; es más
si el Comunismo sea el que llegue para quedarse; pero algo que será inevitable,
es que el imperio yanqui está haciendo lo imposible resistiéndose a su
irreversible retirada, y los pueblos en busca de mayor justicia social.
prudenprusiano@gmail.com
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